viernes, octubre 18, 2024

Un debate sobre reformas que nadie conoce, no más que ideas e intenciones adelantadas por el presidente

Por Osvaldo Santana

Terminado el proceso electoral, cuando normalmente el país entra en una fase de transición, y los actores pasan a un perfil moderado, el propio presidente de la República abrió un debate sobre varios temas sensibles y fundamentales: una nueva reforma constitucional y un paquete de reformas en el gobierno, lideradas por el tema fiscal.

La verdad que el presidente Luis Abinader sorprendió a todo el mundo cuando la misma noche de su triunfo, el 19 de mayo, adelantó que nunca jamás se postularía para la presidencia, “despejando” temprano su futuro, y que muy por el contrario promovería una reforma para “poner un candado” a la Constitución. ¡Pero la Constitución le prohíbe presentarse de nuevo!

A pocos días, el 23 de mayo, invitó a los “presidenciales” de su Partido Revolucionario Moderno (PRM) para, según los medios, discutir el protocolo, o algunas adelantar ideas, acerca de una potencial competencia por la próxima candidatura (2028), vale decir, la elección de un sucesor.

Sería un “ejercicio histórico”, con aparente pretensión de enterrar totalmente el pasado, una suerte de legado o transición modélica, ante el país y hacia sus propios compañeros del PRM en lo que tiene que ver con la continuidad en el poder y la sucesión.

Las brumas

Pero la historia dominicana, incluso la más reciente, la del propio PRM y el presidente Abinader, estimula que surjan cuestionamientos y porqués sobre tan adelantadas iniciativas del presidente Abinader, acompañadas de intentos o convocatorias de diálogo con sus adversarios dentro de su afán reformador.

Desde el dictador Rafael Trujillo hasta Joaquín Balaguer, la tendencia fue al misterio sobre la continuidad o la reelección de los mandatarios. Balaguer jugó con el tema hasta que fue necesario para anunciar siempre al final que se sacrificaría por los insistentes pedidos de sus parciales, y duró primero 12 años contra viento y marea, para repetir una y otra vez, y después sus continuadores pretendieron seguir con el mismo patrón de comportamiento.

El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que es la casa matriz del PRM, pasó por fuertes fricciones por los desvaríos reeleccionistas de Antonio Guzmán, Hipólito Mejía, que lo intentó, pero no pudo, provocando la división con la partida de Hatuey De Camps, y algo parecido se produjo en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), durante las administraciones de Leonel Fernández y Danilo Medina. De hecho, la génesis de su división habría que buscarla en las ambiciones continuistas de sus líderes.

Y el PRM, que se fundó sobre el predicamento antirreeleccionista, al extremo de establecerlo en sus estatutos, terminó modificándolos, para “autorizar” al presidente Abinader a aspirar de nuevo en la Convención Nacional Extraordinaria de Reforma Estatutaria “Tirso Mejía Ricart”, en enero de 2022. De hecho, el propio presidente, una y otra vez, se había proclamado abanderado del antireeleccionsimo, hasta que llegó al poder.

Por eso, las brumas y dudas sobre la determinación de Abinader de ponerle candado a la constitución, de que “nunca más”, pese a sus categóricas palabras:

“No volveré a ser candidato”. “Respetaré los límites de la Constitución en términos de las elecciones. No volveré a ser candidato, es mi palabra, es mi compromiso y será parte de mi legado en la República… No hay vuelta atrás. La República Dominicana ha cambiado para siempre”. 

Oportunidad de las reformas

Solo el presidente Abinader conoce con propiedad la verdadera determinación de sus tan madrugadoras iniciativas, cuando todavía está en plena transición de su gobierno, con el tiempo a favor, y sin pendencia de tener que entregar el poder a nadie.

La prisa con que ha actuado resulta desconcertante. El llamado a sus adversarios a hablar de reformas cuando ni siquiera se ha producido la proclamación formal de su victoria y todavía la Junta Central Electoral (JCE) no había presentado los cómputos finales.

De hecho, una parte de la oposición, propiamente, la Fuerza del Pueblo, reaccionó con cautela, después que incluso su excandidato Leonel Fernández había aceptado recibir al presidente Abinader, tal y como había hecho con prontitud el también excandidato Abel Martínez, lo que generó “molestias” en el PLD.

En cualquier caso, cuando tiene todo el tiempo a favor, por qué el presidente precipita un debate sobre reformas tan importantes, y no solo eso, también abre las compuertas a sus compañeros del PRM, todo en cuestión de horas. Aunque sobre esto último, no se conoce con propiedad lo que habría discutido con sus compañeros.

Probablemente, el presidente Abinader considera que está ante la oportunidad de las reformas, en el momento conveniente. Uno. Tiene la mayoría absoluta en el Congreso Nacional. Dos. Sus contrarios quedaron arruinados después de las elecciones. Amarrarlos tempranamente asegura un éxito total. Tres. Haría las reformas, todas, lo que despejaría el camino hacia todo el cuatrienio. Cuatro, en consecuencia, asegura la gobernabilidad, concepto que va más allá de tener el control de todos los poderes de la República.

¿Pero, cuáles son las reformas?

El presidente salió temprano para resolver esos asuntos, pero en realidad no hay nada. El país y sus actores solo han recibido “intenciones”, ideas de reformas. Sobre la Constitución, el presidente solo adelanta que le pegará un candado para evitar que futuros gobernantes “ambiciosos” pretendan modificarla a su cómodo para perpetuarse en el poder. También habla de un Ministerio Publico Independiente. Ambas sugerencias las viene haciendo desde el inicio de este gobierno. Otros, como el presidente del Senado, Ricardo de los Santos, habla de introducir las reformas necesarias para reunificar la celebración de las elecciones municipales con las congresuales y presidenciales.

No hay una propuesta ni un plan claro de reforma, y obviamente, con la mirada en el pasado, hay quienes pueden tener derecho a dudar sobre los motivos no manifiestos.

La otra gran reforma, la fiscal, sobre la cual parece que hay “consenso” sobre su necesidad, dado el déficit creciente de las finanzas públicas, tanto para inversión como para el pago de la deuda y sus intereses, pero cada sector con alguna responsabilidad frente al fisco, al momento de aterrizar el tema, saca sus uñas. Los discursos pueden esconder las realidades.

La silenciada es la imprescindible reforma de la seguridad social, de una urgencia impostergable. La prestación de los servicios de salud no debe continuar como una aspiración. 

Hoy día, las emergencias hospitalarias, públicas y privadas, están colapsadas. En el Gran Santo Domingo, sobre todo en el Distrito Nacional, la gente se angustia de un centro a otro para ser atendida. La atención primaria es pura quimera. 

Y el costo del bolsillo desfondado por cada atención especializada es cada vez menos alcanzable para la clase media. Esa es una reforma que aparentemente no tiene doliente y que no aparece en las prioridades del gobierno.

El país está ante un escenario de generalidades, y obviamente, se requiere cierto nivel de documentación o base para discutir o dialogar sobre todas esas iniciativas, llámese materia constitucional o fiscal, o de seguridad social.

Gobernar

No hay que ser ningún especialista para concluir que la prioridad sigue siendo gobernar. Que el país avance por la senda deseada, que el afirmado crecimiento económico llegue a la gente, que haya estabilidad de precios no sea al nivel tan alto en que han quedado los insumos esenciales, que se activen las inversiones y crezcan los empleos, que mejoren los servicios sanitarios y especialmente, que la seguridad en las calles, caminos, carreteras y en las viviendas, no deje de ser una aspiración ciudadana.

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

1 COMENTARIO

  1. Buenas tarde, bonito analisis de ese prestigioso comunicador, así se hace, las reflexiones de interés nacional e internacional , de manera imparcial; pero apegado a la verdad que vive la Rep. Dom. palante señor Osvaldo Santana por su análisis.

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