Por Emiliano Reyes Espejo
Un gran reto que tendrá que afrontar la nueva gestión municipal de Santo Domingo Este y su lúcido alcalde, Dio Astacio, será tratar de equiparar la cantidad de bibliotecas públicas que operan en este territorio, con el número de bancas de apuestas y locales de loterías que abarrotan los barrios, avenidas, calles, callejones y rincones de esta emergente ciudad.
Es alarmante cómo proliferan estos negocios de apuestas en todas las esquinas, a escasos metros entre sí, en barrios y plazas.
No tengo claro si la iniciativa de poblar de bibliotecas este territorio esté entre las prioridades del alcalde Astacio, pero debería estarlo, igual deberían el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación.
Actualmente se registran más de 70 mil bancas de apuestas y locales de loterías en todo el país, según informes de la Dirección de Casinos y Juegos de Azar, del Ministerio de Hacienda. Pero no es un secreto para nadie que una buena cantidad de esos negocios que antes eran ilícitos, están radicados y operan a sus anchas, protegidos por la ley en Santo Domingo Este, mientras brillan por su ausencia las bibliotecas públicas.
De vuelta a los libros de texto
Suecia dio la voz de alarma. La nación nórdica dio un frenazo en mayo del año 2023 a su exitoso proceso de digitalización de la enseñanza y volvió – ¡hurra! – a los libros de texto. El anuncio hecho por la ministra de Educación de ese país, Lotta Edholm, no solo retumbó a nivel universal, sino que creó “un gran debate entre la lectura digital e impresa”.
El proceder de los suecos y de naciones de América Latina, como Costa Rica, ha llamado poderosamente la atención, dado que estos exhiben con orgullo el éxito de su enseñanza digital, mientras ahora busca lograr que se creen condiciones para un reenfoque del sistema de enseñanza.
Al respecto, el autor José Eduardo Mora, en un trabajo publicado en el semanario U, enfatiza sobre el tema y advierte, asimismo, que un “estancamiento y los pobres resultados en pruebas relacionadas con la lectoescritura pusieron al país nórdico en alerta y el eco de esas indagaciones y políticas llegan hasta Costa Rica, que también tiene serios problemas en la comprensión lectora”.
“Cuando parecía que el debate entre la lectura digital y la impresa estaba cerrado y que se imponía por abrumadora mayoría la primera, Suecia dio un giro de 180 grados y aparcó de manera momentánea el uso de las pantallas en sus escuelas, con el fin de profundizar si las razones últimas del descenso en la comprensión lectora de sus estudiantes pasan por el exceso y el mal uso de la tecnología”, señala Mora.
Esta reorientación para la vuelta a la lectura impresa no puede verse como un giro al atraso, a lo tradicional o una negación al espíritu tecnológico que prima en las sociedades del siglo XXI. Creemos que debe ser aquilatada esta postura como una oportunidad de evaluar los resultados buenos o malos que lleva el rumbo digital.
En el caso nuestro, estos debates deben ponernos en la coyuntura que permita la superación del lastre que arrastramos en la lectoescritura. ¿Cómo hacerlo? Pues creando redes de bibliotecas con libros de textos impresos y contrapartes digitales, luego de lo cual se realizan mediciones para confirmar cualquier avance en la lectura de textos impresos.
Las investigaciones
En su trabajo, el analista Mora precisa que 200 especialistas realizaron investigaciones que tienen el propósito fundamental de “dilucidar las ventajas y desventajas de la lectura en impreso o papel”. Además, las indagaciones tienen el objetivo de “marcar un camino con el fin de alumbrar, eventualmente, decisiones políticas en este interesante y delicado campo de estudio”.
Precisa que “de las numerosas investigaciones que se han hecho en las últimas décadas, los estudiosos tienen valiosas pistas de cuáles son las ventajas y desventajas de uno y otro sistema, sin que todavía hayan llegado a resultados del todo contundentes”.
“En este programa, sin embargo, -añade- la lectura a la antigua usanza, en la que el libro impreso desempeñaba una función crucial, es una tendencia que todavía se mantiene”.
Mora sostiene que “el vuelco que ha dado Suecia, cuando las políticas cercanas indican una apuesta por la digitalización total de la enseñanza, mantiene en expectativa a diferentes Gobiernos de Europa y América, dado a que el giro del guion pocos lo esperaban”.
La propuesta de Collado
En tanto, el reconocido bibliógrafo, escritor e investigador Miguel Collado, presidente-fundador del Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL) y el Centro Dominicano de Estudios Hostosianos (CEDEH) y autor de 30 libros, destaca el “enorme crecimiento urbanístico y desarrollo comercial” alcanzados por Santo Domingo Este, donde dijo que vive una población que “excede el millón de almas” y “necesita y merece tener una biblioteca pública, cuya creación y sostenimiento es una responsabilidad de las autoridades municipales”.
Según Collado, este municipio “cuenta con casi 1,000 centros de estudios públicos y privados, con una población de más de 200 mil estudiantes matriculados”, los cuales, apuntó, “todavía carecen de las facilidades que la existencia de una biblioteca pública moderna podría brindarles sin tener que cruzar el río Ozama”.
Collado se refirió a la Ley número 502-08 sobre el libro en la cual se establece que los municipios “deben contar, como parte de su equipamiento urbano, con un número satisfactorio de bibliotecas públicas en consonancia al censo de población e incluir las partidas anuales necesarias para su ampliación y dotación”.
En ese sentido, se refirió a la biblioteca pública de Villa Duarte “Juan Sánchez Lamouth (adscrita a la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña), la cual, según sostuvo, “no es suficiente para el nivel de demanda de servicio de biblioteca de todo el municipio de Santo Domingo Este”.
Acorde con ese propósito, Collado propuso construir una biblioteca pública en la zona oriental de Alma Rosa, considerando que “sería el punto geográfico más estratégico por lo accesible para los usuarios, que en su gran mayoría utilizarían el transporte público para desplazarse desde diversos puntos del municipio: Villa Faro, El Brisal, Los Trinitarios, Hainamosa, Mendoza, Los Mina, Franconia, Los Frailes, Los Mameyes, Cancino, La Toronja y El Almirante, entre otros barrios y residenciales pertenecientes al municipio Santo Domingo Este”.
La extensión de la UASD y las bibliotecas
A eso hay que agregar la cantidad de extensiones universitarias que ya existen en la provincia, además de que el actual gobierno del presidente Luis Abinader anunció el propósito de construir una extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) con capacidad para unos 60 mil estudiantes.
Por estas y otras razones, es que proponemos lo siguiente:
1) Que la nueva alcaldía, en alianza estratégica con los Ministerios de Cultura y de Educación, la UASD y universidades privadas, acuerden, además de una biblioteca pública central como la “República Dominicana” de la Dr. Delgado, que sugiere Collado, instalar una red de bibliotecas que permitan el acceso a los libros impresos y digitales a los estudiantes y jóvenes amantes de la lectura en esa demarcación.
2) La nueva alcaldía regida por el pastor Dio Astacio debe realizar un censo para determinar la cantidad de bibliotecas que hay en su municipio, en contraposición con la proliferación de bancas de apuestas y locales de loterías.
3) Y que, vistas las investigaciones y el cambio de actitud iniciado por Suecia en lo que respecta a la lectura-en cuanto a determinar las ventajas y desventajas de la lectura de libros impresos y digitales- se promueva en el municipio la lectura del libro impreso, mientras se esperan las conclusiones de las averiguaciones sobre potenciales daños que causaría el libro digital, como sería el descenso en la comprensión lectora de los estudiantes.
Y para terminar ¿cuándo en el país, y más específicamente en Santo Domingo Este, tendremos más bibliotecas públicas que bancas de apuestas, loterías, juegos de azar y promociones de rifas?
*El autor es periodista.