Ahora, tras las elecciones municipales pasadas, con todos los argumentos sobre el alto nivel de abstención (53.33%) y la compra de cédulas, lo que quedó claro es que el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM) obtuvo la mayoría de los de los votos sufragantes
Ese dato supone una ganancia por adelantado del presidente Luis Abinader para las elecciones de mayo. Pese a estimaciones previas de que las municipales no tendrían que considerarse como un preludio de lo que podría ocurrir en las presidenciales, es inevitable que se le vea en esa perspectiva.
Y es que los resultados tan brutales, con diferencias tan abismales entre ganadores y perdedores, obligan a hacer una proyección que desde ya se ve muy clara.
De todas formas, habría que imaginar que haya cambios significativos en el panorama, que modifiquen lo que ahora se puede considerar como una amplia encuesta.
Pero ¿cuáles cambios podrían ocurrir en el país que modifiquen el cuadro electoral, incluso en el escenario de la alta abstención?
La economía
Con todo y los eventos a nivel global que tienden a modelar la vida dominicana, el 2024 comenzó con una tendencia a fortalecer el comportamiento económico, especialmente con los factores más perceptibles y visibles: los precios de los productos esenciales y la tasa de cambio.
Si bien se mantienen en los niveles en que terminaron el año pasado, en lo que va de año no se advierten cambios significativos en los precios al consumidor y en el comportamiento de la tasa del dólar.
Los altos costos de los alimentos, dificultades en la prestación de los servicios de salud y algunos contratiempos que generaron ruidos en el sistema educativo, que se levantaron como las principales fuentes de quejas y denuncias políticas, para estos tiempos, sobre todo, después de las votaciones del pasado 18 de febrero, podrían quedar en el olvido.
Si bien hay razones para preocuparse por la baja participación ciudadana en las elecciones y el apabullante triunfo del partido gobernante, no hay forma de verificar, sino al contrario, el fenómeno del voto castigo, que era alimentado y constituía una esperanza para la oposición.
La oposición tendría que pensar en un endurecimiento en su accionar discursivo frente al gobierno, pero en ese campo, tendrá que alimentarse de elementos contundentes y verificables, que sirvan para avalar cualquier denuncia.
Otra oportunidad para la oposición podría ser el factor “unidad”, pero probablemente ya ese elemento perdió la eficacia que pudo haber tenido. La resistencia de uno de los componentes del bloque opositor dificultó que la misma rindiera los resultados esperados. No hubo la cohesión necesaria para impactar al electorado, de forma tal que estimulara el nivel de confianza como para representar una oportunidad de relevo de los actuales gobernantes.
Ahora, cuando se competirá por la primera posición del país, es casi improbable que alguno de los dos principales aspirantes presidenciales renuncie a sus aspiraciones. Más bien se centrarán, como pasó en las elecciones municipales, en competir por obtener el mayor porcentaje de votantes para calificar ante la posibilidad de una pretendida segunda vuelta. Desde ya, se advierte una tendencia declarada a la confrontación por el segundo lugar. Jaime David Fernández Mirabal, del comité político del PLD, le pidió al expresidente Leonel Fernández que renuncie a sus aspiraciones y apoye a Abel Martínez.
¿Qué va a pasar desde ahora hasta el 19 de mayo?
¿Insistirá la oposición con las mismas consideraciones o afinará sus argumentos en propuestas programáticas sobre lo que podría hacer desde el poder?
En ese caso, el gobernante continuará con las mismas ventajas con que se ha movido desde el Ejecutivo, el Congreso Nacional, y ahora con el control de 121 de los 158 municipios de la República, con más capacidad de hacer cosas.
Quedará en el escenario la competencia de liderazgos y personalidades, las apuestas a una mejor capacidad para la gestión gubernamental más conveniente al país.
Ya el gobernante Luis Abinader puede sacar de su alforja la lista de realizaciones durante cerca de cuatro años, y sigue inaugurando, más la bandera de la transparencia levantada con el lanzamiento de su campaña a la reelección, como estandarte contra sus contrarios, persistentemente señalados por su campaña, soterrada y abiertamente, como corruptos. Más todas las “proezas” que se atribuye el gobierno, desde el combate a la COVID-19, el retorno de la normalidad económica, la recuperación de los empleos, el auge del turismo y su batalla por la seguridad ciudadana.
Así, es muy difícil que el presidente pierda las elecciones, y mucho más difícil que la oposición gane.