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martes, diciembre 2, 2025
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Inseguridad y confusión en política

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Por Rafael Céspedes Morillo

Disentir en el campo político en nuestro país es prácticamente sinónimo de enemistad, aunque sabemos que todos tenemos derecho a ser y hacer lo que nos parezca por sentimientos, convicción o interés de algún tipo; a decir lo que entendamos porque es lo que creemos. 

Eso, sin embargo, suele ser visto como algo negativo. Hay quienes entienden que sus relacionados deben apoyar sus posiciones, lo cual es un gran equívoco. Pero el tema se complica cuando hablamos de alguien que, como en mi caso, ejerce la profesión de estratega o asesor político. Esto implica que yo no tenga afiliación política partidaria; ni debo considerarlo, pues me colocaría bajo una bandera política y me alejaría de las demás para fines profesionales. Y aún más, me limitaría en poder dar unas opiniones realmente imparciales y, por ende, objetivas. Prefiero que mis criterios resulten equivocados por decir la verdad, que ser complaciente con algún sector.

Esta introducción se basa en algunas experiencias de los dos últimos años, de personas que se me acercan procurando reuniones con la intención de explorar la posibilidad de algún acercamiento profesional, y casi todos terminan de tres maneras:

  1. “Debemos esperar, hay que ver qué pasará, ver cómo vienen las cosas.”
  2. “Debemos esperar los resultados de unas gestiones que mandé a hacer.”
  3. “Tengo que hablar con otro asesor para decidir, además de mi equipo.”

La primera excusa —porque las tres casi siempre son eso, excusas— hace mucho tiempo que aprendí y sugiero que en política no se debe esperar que las cosas sucedan; se debe hacer para que sucedan. ¿Cómo podemos dejarle al destino, a otros o a las circunstancias nuestras decisiones? Ese es uno de los errores más comunes y graves de gran parte de los políticos.

La segunda parece tener lógica, pero se cae tanto como la primera, porque las gestiones políticas no se delegan: se dirigen. Haga usted lo necesario para que sus gestiones sean positivas y no las deje a la suerte. A veces, ni siquiera existen tales gestiones.

La tercera es la más general y, por lo tanto, muy común. Regularmente no es cierto que consultarán a un asesor ni al equipo, porque esos políticos son sus propios asesores y ellos solos constituyen lo que llaman “equipo”. No debo dejar de señalar que existen excepciones, como en toda regla.

En cuanto a la inseguridad, muchos no saben dónde están ni qué realmente desean. A veces lo que esperan, buscan o gestionan es que el líder los señale, que les dirija el dedo y les diga: “tú eres”. Necesitan la aprobación. 

Por falta de confianza se paran donde el capitán los vea, a ver si les hace una señal, cuando lo que deberían hacer es ganarse ese señalamiento. 

Pero no: quieren comenzar a subir la escalera por el medio, no desde el primer escalón. Pierden un tiempo precioso y valioso en hacer lo que se debe hacer para ganarse no solo el señalamiento, sino la elección, que tiene más valor, ya que sería fruto del trabajo. Probablemente sin saberlo están eligiendo ser elegidos porque el líder los eligió, no necesariamente porque quienes voten sientan que merecen sus votos. Nada más equivocado y sin norte que ese tipo de acción.

La inseguridad y la confusión en los políticos es tan común y tan grave que parece que no supieran actuar de otro modo, salvo honradas excepciones, que por ser tan pocas, casi se puede decir que no existen.

Pero lo que da más pena es la gran confusión, aquella en la que el líder o dirigente se niega a aceptar su realidad. Uno de los casos más comunes ocurre con el tema del rechazo. Casi ningún político acepta que su nivel de rechazo es alto; entienden que “todo el mundo lo quiere”. Y sí, es cierto: todos los que andan con él lo quieren, pero esos son tres gatos, y esos no dan victoria.

La victoria hay que construirla, y no se puede construir si todas las paredes no están bien edificadas. Se puede construir una casa de dos niveles sin escalera; el problema será cómo subir a ella. Por eso hay políticos, incluso con gran experiencia, que insisten en querer subir al palo encebado. Así no es. Salgan de la inseguridad y de la confusión, o mañana les llamarán derrotados.

 

Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes

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