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martes, diciembre 2, 2025
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Debí lograr más aprendizajes (Primera parte)

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Miguel J. Escala

Las reacciones al último artículo me llevaron a cambiar los planes para éste. Me sorprendieron, sobre todo, los comentarios de personas jóvenes que consideraron que los textos eran una buena oportunidad para aprender y comprender mejor a los adultos mayores. También me alegraron las reacciones de lectores de mayor edad que expresaron cuánto habían aprendido. Confieso que, además, los comentarios sobre los dos exitosos conciertos de Bad Bunny influyeron en mi reflexión sobre el artículo; incluso me llevaron a cambiarle el título.

Me tomé un tiempo para pensar qué debía abordar dentro del tema del aprendizaje para responder a ese interés compartido. Comprendí que no era el momento de centrarnos en habilidades nuevas propias de la tercera edad ni en aprendizajes vinculados a disciplinas académicas —tareas valiosas que trataremos más adelante—, sino en el aprendizaje y desarrollo que implican las competencias genéricas, entendidas como los grandes retos formativos de base. Para no decir después que “debimos aprenderlas”.

Recordé mi primer contacto con el concepto de competencias genéricas durante mis años de incursión en el mundo de los “recursos humanos” y los aportes de Spencer y del grupo Hays, que impulsaron los sistemas de gestión centrados en competencias. La lógica era identificar un conjunto de competencias esenciales que debían desarrollarse en todos los empleados, aunque cada puesto diera mayor peso a unas u otras. Esas competencias se convertían en pilares de procesos como selección, capacitación y evaluación. Sin embargo, no resultaba apropiado trasladar directamente esa lógica al mundo de la tercera edad, puesto que estaba pensada para contextos laborales.

También recordé el Proyecto Tuning que, aunque surgido inicialmente en universidades de la Unión Europea, incorporó la participación de instituciones iberoamericanas. Su propósito era identificar las competencias genéricas comunes a todas las profesiones, así como las específicas de cada campo profesional, para facilitar la comparabilidad de estudios entre países.

Y para darle sabor a la tarea, vale la pena traer dos frases de Bad Bunny que resuenan con fuerza: “Mientras uno está vivo, uno debe amar lo más que pueda” y “Debí tirar más fotos”. Ambas provienen de un fenómeno musical inédito que, nos guste o no, merece conversación por su impacto cultural. Entiendo que algunos no lo “traguen”, pero les recomiendo asomarse a dos de sus obras más “limpias” y accesibles: el short film Debí tirar más fotos y el video oficial de Baile inolvidable. Fíjense sobre todo en el mensaje de aprendizaje que ambas transmiten. Y aunque es claro que aún le falta madurar como artista, no podemos ignorar que mueve multitudes como nadie en esta época. Incluso de él podemos aprender algo valioso, sobre todo si queremos acompañar a los más jóvenes a encontrar sentido y valor en su obra.

En ambos casos de trabajo con competencias, una vez identificadas las competencias deseadas, el paso siguiente era encontrar formas de desarrollarlas o fortalecerlas en todos los estudiantes o empleados, aun cuando cada profesión o puesto exigiera énfasis distintos. Y contagiados, ponerle música a la tarea. 

Aclarando conceptos

Aplicado a nuestro tema de la tercera edad, podemos definir las competencias como el conjunto integrado de conocimientos, habilidades, actitudes y disposiciones que una persona moviliza para desempeñarse eficazmente en un contexto determinado.

Las habilidades, por su parte, son capacidades específicas —cognitivas, emocionales, sociales o físicas— que permiten ejecutar una tarea concreta de manera eficiente.

La diferencia es clara: una habilidad es puntual; una competencia integra múltiples recursos —incluidas habilidades— para lograr un desempeño exitoso en una situación real.

Con ese marco, presento una definición de aprendizaje coherente con lo anterior:

El aprendizaje es un proceso continuo y dinámico mediante el cual la persona construye, integra y resignifica conocimientos, habilidades, actitudes y disposiciones con el propósito de fortalecer las competencias que necesita para desenvolverse con autonomía, bienestar y propósito en su vida cotidiana. Implica interpretar la experiencia, adaptarse a los cambios, cuestionar supuestos previos y ampliar la propia capacidad de acción. 

Así, el aprendizaje no se limita a adquirir información; transforma la manera en que la persona comprende el mundo, se comprende a sí misma y participa activamente en las diversas situaciones del tránsito por las edades.

Competencias para la tercera y cuarta edad

Consideramos importante identificar un conjunto de competencias genéricas para la tercera y la cuarta edad. Son “genéricas” porque se mantienen como transversales, independientemente de la trayectoria profesional u ocupacional previa, y porque resultan fundamentales para el desempeño cotidiano y la vida autónoma. Son, en esencia, los retos de lo que tenemos que aprender y mantener.

Les pido que no vean el listado como una obligación ni como un nuevo inventario para cumplir. Ya propusimos 15 acciones para cuidadores y 15 para las personas cuidadas, y confieso mi alergia a los listados interminables. Estas diez competencias no son mandamientos ni recetas. Son propuestas que pueden servir como base para construir un currículo personal de aprendizaje, donde cada quien —en libertad— toma, adapta o deja. Recuerden que aprendí a ser maestro en un ambiente de “educación en la libertad y para la libertad”. 

Tras varias consultas, incluyendo búsquedas en la web y el apoyo de herramientas de IA, identificamos diez competencias clave que pueden orientar los aprendizajes, la reflexión personal y la autoevaluación en estas etapas de la vida:

  1. Autocuidado integral
  2. Adaptabilidad y flexibilidad personal
  3. Regulación emocional y resiliencia
  4. Comunicación clara y asertiva
  5. Relaciones y redes de apoyo
  6. Pensamiento crítico y toma de decisiones
  7. Curiosidad activa y aprendizaje permanente
  8. Competencias digitales básicas
  9. Manejo del tiempo y propósito vital
  10. Gestión del hogar y finanzas básicas

A continuación, una breve descripción de cada una de las competencias propuestas

  1. Autocuidado integral
    Capacidad de atender de manera consciente y sistemática la propia salud física, mental, emocional y social, tomando decisiones informadas.
  2. Adaptabilidad y flexibilidad personal
    Habilidad para ajustarse a cambios en rutinas, roles, condiciones de salud o dinámicas familiares y sociales.
  3. Regulación emocional y resiliencia
    Capacidad para reconocer, comprender y manejar las emociones de manera saludable, afrontando pérdidas, desafíos y transiciones con fortaleza y sentido.
  4. Comunicación clara y asertiva
    Facultad para expresar necesidades, opiniones y límites de manera respetuosa y directa, favoreciendo relaciones sanas y evitando situaciones de vulnerabilidad.
  5. Relaciones y redes de apoyo
    Habilidad para cultivar y fortalecer vínculos familiares, sociales y comunitarios que contribuyan al bienestar, la seguridad y la participación significativa.
  6. Pensamiento crítico y toma de decisiones
    Capacidad para analizar información, evaluar alternativas y elegir opciones que favorezcan la autonomía personal, evitando manipulaciones y decisiones impulsivas.
  7. Curiosidad activa y aprendizaje permanente
    Disposición a explorar intereses, adquirir nuevos conocimientos y mantener la mente estimulada, reconociendo que el aprendizaje es un proceso que dura toda la vida.
  8. Competencias digitales básicas
    Capacidad para utilizar de forma segura y funcional herramientas y dispositivos digitales esenciales, minimizando riesgos y aprovechando oportunidades.
  9. Manejo del tiempo y propósito vital
    Habilidad para organizar las actividades cotidianas de acuerdo con prioridades personales y mantener un sentido de dirección y significado en la vida.
  10. Gestión del hogar y finanzas básicas
    Competencia para administrar tareas domésticas y recursos económicos de manera práctica, segura y sostenible, garantizando independencia.

Propuesta para aprender

Sugiero tanto a los jóvenes que nos leen como a los adultos mayores que impriman el listado inicial y se asignen una puntuación del 1 al 10: “10” indica dominio pleno de la competencia; “1”, dominio inexistente. Pueden pedir a una pareja o familiar que haga la misma evaluación. Comparen, analicen y marquen cuáles competencias requieren atención inmediata.

Esa autoevaluación se convierte en un excelente punto de partida. Para los adultos mayores, es una ruta para fortalecerse. Para los jóvenes, es un espejo que les recuerda que estas competencias —como ciertos músculos— deben ejercitarse desde temprano si quieren llegar a la adultez mayor con un camino adelantado.

¿Y cómo se aprende? Hay muchas metodologías, pero propongo trabajar desde una perspectiva transformadora, siguiendo a Mezirow. Cada competencia puede desarrollarse mediante cuatro mecanismos:

  1. Reflexión crítica: cuestionar supuestos (“¿Por qué hago esto así?”).
  2. Discurso reflexivo: dialogar con otros para validar o reconsiderar interpretaciones.
  3. Experiencia nueva y desafiante: exponerse a situaciones distintas, pero seguras.
  4. Acción transformadora: aplicar el aprendizaje en cambios concretos en la vida cotidiana.

En el próximo artículo ampliaremos cómo trabajar, en modalidad de autoaprendizaje, cada una de estas competencias genéricas.

En fin, lo que nos toca aprender en la tercera edad para seguir amando y para seguir tirando fotos y aprendiendo no consiste en volver a las aulas ni en acumular contenidos, sino en fortalecer las competencias que nos permiten vivir con mayor autonomía, serenidad y sentido. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad —y el derecho— de seguir creciendo, reinterpretando su historia y abriendo nuevos espacios de acción. Estas diez competencias no son un destino, sino un mapa: una invitación a caminar la vida con curiosidad, dignidad y libertad, sin importar la etapa del tránsito por las edades en la que nos encontremos. 

Y se puede hacer bailando salsa, merengue, bachata o reguetón.  

Miguel J. Escala
Miguel J. Escala
Miguel J. Escala Es educador desde 1969. Estudió Psicología y Educación Superior.

3 COMENTARIOS

  1. Hola Miguel:
    Esta última entrega de tus artículos la he leído tres veces: la 1a. Lectura fue sin detenerme. Un recorrido para conocer su contenido. La 2da. Fue de análisis y reflexión. Me encantó lo que estaba haciendo. La 3a. Fue una lectura más tranquila, me cuestionaba sobre lo leído. Estaba estudiando y repasando muchos conceptos que explicas con detalles.
    Me encantó. Gracias por tus aportes.

  2. Gracias a los dos comentaristas. A Ricardo por reconocer que teníamos que incluir el fenómeno Bad Bunny.
    Y a Midgalia por ese triple lectura que viniendo de una maestra y de Español me hace sentir más retado para satisfacer las aspiraciones de acuciosos lectoras y lectores. Me siento honrado de esos comentarios.

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