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miércoles, noviembre 26, 2025
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Conde Olmos: presencia tangible/ intangible en Centro Cuesta del Libro

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Por Alfonso Tejeda

Un reciente reportaje publicado en Diario Libre da cuenta de una historia refrescante y esperanzadora en este peculiar contexto cultural, particular en la lectura de libros, ese proceso desafiante y fascinante, que, por ser social e individual a la vez, se complejiza y revela el desarrollo, pero también limitaciones que marginan a una parte considerable de la población de acceder a lo que es un derecho del que se beneficiaría, derecho y beneficios negados a la mayoría de dominicanos/ as. 

“Cuesta Libros: la historia de un sueño que transformó la lectura en la República Dominicana”, es el título del reportaje en cuestión, que es parte de una campaña promocional y educativa del Centro Cuesta Nacional que ya ha recogido los ríos del país, el Pico Duarte, la Zona Colonial, el Arte dominicano, el 

Desarrollo agroindustrial, y que ahora toca a esa librería, que desde 1992 a la fecha se ha convertido en un espacio de “experiencias, conversaciones y emociones compartidas entre quienes buscan, entre páginas, comprender mejor el mundo”.

Desde aquel inicio hubo un grupo que se apretujaba en los escasos 100 metros que entonces era y que ahora los 1500 les quedan grandes por dos razones: la primera se remonta al sábado 26 de marzo de 2022, fecha en la que murió Conde Olmos, periodista versátil, pero más que todo, un lector “todo terreno”, conocedor de una amplia variedad de temas, en particular de la literatura y sus diversos géneros, que se sentía siempre dispuesto a recomendar tanto la última novedad como el clásico más pretérito. 

Conde Olmos, que sentado en la cafetería -que cerraron hace poco más de un año, que es el otro motivo de ausencia-, o en los pasillos y frente a los estantes, era una presencia cotidiana en la librería, a tal grado que en un comentario a propósito de su fallecimiento, Bienvenido Álvarez Vega, el director del periódico Hoy, contó que al contratarlo en un trabajo, anticipado y sin discusión, le reconoció como condición adicional garantizar que el horario para nada interferiría con su asistencia a ese centro cultural. 

“Durante la pandemia” -dice el reportaje, “los libros volvieron a ser refugio”, pero para Conde, Cuesta Libros fue el espacio donde sobrevivió a esa clausura general, lugar desde el que, con el acompañamiento de más libros, y la libertad y posibilidad de leerlos ampliaba su presencia en este mundo, la que justificaba en cada libro que leía, en el ensayo que recomendaba, en la novela que prestaba, tareas de las que era un gozoso incansable. 

La presencia de Conde Olmos en la historia de Cuesta Centro del Libro, que, tal como lo recuerda el periodista José Armando Polanco “era como una estampa” y motivo para visitar el local, ese al que ahora Vianco Martínez apenas va a recoger algún pedido, porque la intangible ausencia de Conde y el tangible cierre de la cafetería, se llevaron parte de la esencia de un lugar que era punto de encuentro para conversar, compartir, leer y tomarse un café. 

 

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