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martes, diciembre 2, 2025
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Ante el surgimiento de nuevos rostros, ni uno, ni los otros

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Por Federico Pinales

El mundo debe deshacerse del dictador mundial que ha impuesto su voluntad a sangre y fuego, exhibiendo prepotencia y ego.

La sublevación contra la criminal e indiscriminada agresión de una gran nación que estrangula, asfixia y agrede a todo el que le hace oposición, de ninguna manera puede ser una sustitución por otro patrón, que trate a los países más débiles como basura del zafacón.

Abogar por una humanidad unida, cooperante y solidaria, donde todos los países se traten con respeto, requiere de socios y protectores; no de esclavistas ni de dictadores, auto designados seres superiores, con la “autoridad”, para someter y apropiarse de los bienes de quienes ellos entienden como inferiores.

El día que todos nos veamos como iguales y dejemos de ver por encima de los hombros a quienes consideremos inferiores, desaparecerán los odios y los temores, que nos obligan a buscar a otros protectores, con mejores criterios, sin pretensiones de convertirse en imperios.

Por eso es que debemos cuidarnos de los nuevos rostros, para que sepan que queremos libertad, en todos los sentidos, no cambiar a uno por los otros.

Como la historia nos enseña que ningún imperio ha sido santo, debemos ser cuidadosos, al intentar cambiar "El Águila por el Dragón, o El Oso", cuál de los tres más astutos y excesivamente peligrosos… Porque mientras El Águila se lleva en las uñas todo lo que encuentra a su paso, El Dragón y El Oso van despacio, disimulando sus verdaderas intenciones para las futuras generaciones.

La India, China y Rusia, como potencias emergentes, están tratando de convencer a la gente, sobre la necesidad de cambiar el orden vigente, para acabar con la dictadura de las potencias de Occidente, quienes piensan más en las armas que en el bienestar de la gente.

El mejor ejemplo de esa afirmación es el de aquella nación, cuyo actual presidente, prefiere dejar a 42 millones de su propia gente sin alimentación, para que mueran de inanición, mientras destina más de 800 mil millones para crear armas de destrucción masiva y chantajear a sus socios occidentales para que hagan lo mismo, en perjuicio de la mayor parte de los habitantes del mundo, lo cual constituye una soberana contradicción irónica y la madre de todas las hipocresías.

El presidente de una de esas naciones occidentales manifestó orgullosamente, que “cuenta con armamentos como para hacer desaparecer a la humanidad 150 veces”.

Que Dios nos libre de semejante locura y de otro mandatario imperial de semejante catadura.

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