Por Octavio Santos
Los informes de DGCine en Datos.gob.do muestran un pico… y luego el descenso
Durante más de una década, el cine se convirtió en una especie de fiebre industrial en República Dominicana. Entre 2011 y 2017, los rodajes se multiplicaron hasta convertir al país en sede de producciones nacionales y extranjeras. En esos años, el registro de la Dirección General de Cine —publicado en el portal oficial Datos.gob.do— muestra cómo llegaron filmes tan distintos como El Rey de Najayo, producido por Entrepreneur Films, Del color de la noche, de Agliberto Meléndez, y la serie Road Rules Challenge, rodada por Bunim-Murray Productions junto al equipo dominicano de Documente S.R.L. Fueron los primeros indicios de que el país empezaba a recibir proyectos con regularidad y músculo logístico.
A partir de 2012, el flujo se volvió más visible. Rodajes como Biodegradable, de Ojo de Pez; Cristo Rey, gestionado por la Compañía Internacional Dominicana; o Cabin Fever 3: Patient Zero, filmado por Film 002 Inc. con base dominicana, confirmaron que República Dominicana era terreno fértil, tanto para producciones artísticas como comerciales. Y la curva siguió hacia arriba: Al sur de la inocencia (Ingenio Lateral), Algún lugar (Viewfinder), La extraña (CID) o La isla (Shine Latin America) fueron parte de una lista creciente que hacía cada vez más común el movimiento de equipos, actores y técnicos en distintas locaciones del país.
La industria entró luego en su etapa de mayor velocidad. Entre 2015 y 2017 comenzaron a llegar producciones más grandes, con mayor presencia de casas productoras multinacionales. Para entonces, hasta películas extranjeras de acción y series de estudios internacionales aterrizaban en territorio dominicano y trabajaban con equipos locales de forma sistemática. El país pasó de seis producciones registradas en 2011 a 99 en 2017. Desde fuera parecía un crecimiento orgánico; desde dentro, una revolución industrial.
El siguiente salto ocurrió después de la pandemia. En 2018 se filmaron 78 producciones —entre ellas Killing Sarai, de Dalisa Alegría Productions, y Trabajo Sucio, producida por Vezlop Group—. En 2019 el número subió a 98. El 2020 bajó a 60 por las restricciones sanitarias, pero incluso en ese año crítico se filmaron más proyectos que en cualquiera de los años previos a 2015.
La reapertura marcó el auge definitivo. En 2021 el país superó por primera vez la barrera de las cien producciones y, en 2022, alcanzó su punto más alto: 124 rodajes en un solo año, con más de cien casas productoras distintas trabajando en territorio dominicano. Ese año convivieron proyectos locales, como producciones de Larimar Films, Bou Group, Panamericana y Cacique Films, con rodajes extranjeros de plataformas internacionales. El volumen de trabajo se reflejó en estudios, hoteles, transportistas, técnicos de set, alquiler de equipos, maquillaje, vestuario y servicios logísticos. No había semana sin filmación.
Pero el registro siguiente muestra un cambio. En 2023 el total bajó a 119. Continuó siendo elevado, pero el ritmo dejó de crecer. En 2024 el descenso fue más claro: 93 producciones. Y en 2025 el portal Datos.gob.do solo registra 46 producciones, hasta el momento, una caída que coloca al sector muy por debajo del promedio alcanzado en los años de mayor auge.
El descenso también se nota en la presencia de casas productoras. Según los datos de DGCine, antes del pico (de 2011 a 2021) trabajaron en el país 553 casas distintas. Durante el pico de 2022 participaron 112. Después del pico (2023–2025), el registro muestra 206 compañías todavía filmando en territorio dominicano, una cifra importante, pero lejos del nivel alcanzado en el año récord.
La industria no está detenida. Siguen llegando productoras locales y extranjeras, siguen apareciendo nuevos títulos y continúan las convocatorias de casting y crew. Pero los datos oficiales muestran otra realidad: después de tocar su cima, la curva no siguió subiendo. El país filmó más que nunca en 2022 y, desde entonces, filma menos cada año.
¿Qué falta para continuar en ascenso?





