Maozya Murray
En Puerto Morelos, torres hoteleras blancas se elevan sobre un mosaico de casas coloridas, creando una combinación insólita en una angosta franja de tierra delimitada por manglares, por un lado, y el mar Caribe, por el otro.
Desde la azotea del hostal Cuca Macuca, el centro comercial Bella Mare Condos & Shopping Mall se eleva abruptamente entre los manglares. Una grúa traza arcos lentamente, acarreando botes de concreto y vigas a través de la obra.
El sitio es uno de los seis nuevos desarrollos que, según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), están infringiendo las leyes ambientales en este pequeño municipio costero.
Ubicado a media hora al sur del centro turístico de Cancún, Puerto Morelos escapó durante mucho tiempo al auge hotelero que está transformando la Riviera Maya. Ahora las ventas inmobiliarias están creciendo rápidamente. Carteles pegados en las ventanas relucientes de los condominios a la venta muestran familias de personas blancas y precios en dólares, mientras el sector hotelero promociona las propiedades con inversores extranjeros que persiguen activos rentables.
María, de 31 años, sirve café a quienes madrugan en el mostrador de su pequeño restaurante familiar, a dos manzanas de la playa. “Antes se podía ver el mar”, dice, mirando con nostalgia hacia la costa. ”Ahora son puros hoteles”. María, como otros lugareños con quienes hablé, pidió permanecer en el anonimato. Hablar en contra del desarrollo inmobiliario puede ser peligroso.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) encontró que, en 2024, el estado de Quintana Roo, donde se encuentran Cancún y Puerto Morelos, fue uno de los que registraron el mayor número de ataques contra personas defensoras del medio ambiente en México. Algunxs fueron blanco de ataques por oponerse a proyectos inmobiliarios.
La inseguridad no se limita a quienes protestan. Según una reciente encuesta gubernamental, casi tres cuartas partes de la población de Quintana Roo se sienten insegurxs. Esa cifra es aún mayor entre las mujeres. En un poblado de menos de 30,000 habitantes, la sensación de vulnerabilidad es difícil de ignorar.
Que el algoritmo no nos separe… ¡Recibe nuestro boletín en tu correo cada semana!
Correo electrónico
Ecosistema en peligro
Una sección del Sistema Arrecifal Mesoamericano se encuentra a poca distancia en barco de las playas arenosas de Puerto Morelos. Por el oeste, el municipio está rodeado de 5,000 hectáreas de arrecifes que albergan vida marina y aves migratorias.
Los manglares y el arrecife que unen la tierra y el mar forman un corredor ecológico que sustenta la biodiversidad, protege el litoral y sostiene a lxs portomorelenses. Para la población de pescadores y guías turísticos este ecosistema es esencial: el arrecife suministra alimentos e ingresos, mientras que los manglares purifican el agua, creando viveros para la vida marina.
En la década de 1950, Puerto Morelos era un pueblo pesquero de unos 80 habitantes. Con el rápido desarrollo de Cancún en los años 70, las personas que se dedicaban a la pesca y los grupos ecologistas empezaron a notar impactos negativos en el arrecife.
Lxs habitantes se dieron cuenta de que cada vez eran más frecuentes los casos de explotación del coral a lo largo de la costa. “La gente de Puerto Morelos dijo, ‘No queremos que [eso] nos pase en Puerto Morelos’”, recuerda Octavio Granados González, director del Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos. “¿Qué hacemos? Pues juntémonos para buscar la declaratoria como área natural protegida”.
Hoy, Puerto Morelos se sitúa entre dos áreas protegidas: el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos y el Área de Protección de Flora y Fauna Manglares de Puerto Morelos.
El apoyo de la comunidad al Parque Nacional sigue siendo firme. “Entre todos, ha sido [posible] tener más ojos y más oídos para cuidar este parque”, dijo Granados González a Ojalá.
Pero fue cuidadoso al enfatizar que la designación de un área protegida a menudo no es suficiente. A lo largo de la costa caribeña de México, las áreas protegidas existen sobre todo en el papel, mientras que muchos parques carecen de personal suficiente, lo que los hace vulnerables a la explotación.
En Puerto Morelos, el delicado equilibrio ecológico se ha visto presionado por el rápido crecimiento demográfico y económico. Entre 1998 y 2006, la población se triplicó, y el turismo —que impulsó gran parte de ese crecimiento— aceleró el ritmo. El número de visitantes ha seguido aumentando de forma constante, incrementándose casi un 17 por ciento entre 2019 y 2022, según la Secretaría de Turismo.
Con la reciente inauguración de dos estaciones del Tren Maya en Puerto Morelos es probable que esas cifras aumenten. El tren, sin embargo, está moviendo algo más que turistas: también está trayendo especulación inmobiliaria.
Un estudio de 2025 confirmó lo que la población local ya intuía: que la proximidad del ferrocarril está haciendo subir los precios del suelo. “Para mí, el problema que tiene el tren es la especulación inmobiliaria que está generando”, dijo Rosalía, miembro de Puerto Morelos Sustentable, un grupo local que denuncia desarrollos inmobiliarios ilegales. Ella también pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias.

“Estamos creando ciudades habitadas exclusivamente por el turismo, ¿no? Y, entonces, la población local, ¿en dónde quedamos?”, preguntó. “¿Dónde están nuestros servicios? ¿Dónde tenemos iglesias? ¿Dónde tenemos centros culturales?”.
Obras del centro comercial y condominios Bella Mare. Puerto Morelos, 27 de septiembre, 2025, Quintana Roo, México. Foto © Maozya Murray.
El turismo no es el problema, es el sector inmobiliario





