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miércoles, octubre 29, 2025
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El Pacto Histórico marca un hito: Petro-Cepeda lideran nueva etapa de la izquierda colombiana

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Por Rafael Méndez

El Pacto Histórico ha marcado un hito en la historia política contemporánea de Colombia, con un resultado que trasciende las consultas partidarias internas, ya que superó todas las expectativas: se proyectaba una participación cercana al millón de electores y terminaron sufragando más de dos millones setecientas mil personas, en una jornada que se desarrolló en calma y con gran entusiasmo popular. El resultado reafirma la vitalidad de la izquierda y la capacidad de movilización del bloque progresista que lidera el presidente Gustavo Petro.

Tras el triunfo de Cepeda, el presidente Gustavo Petro se pronunció en su cuenta de X: “Se impone la democracia y hay que obedecerla. El pueblo ha elegido libre. Y ahora es lo que la sociedad colombiana quiera, si para atrás o para adelante.” Sus palabras fueron interpretadas como una invitación a la unidad, al relevo natural del liderazgo y a la consolidación del proceso de cambio iniciado en 2022.

El ahora candidato presidencial Iván Cepeda, con más de un millón doscientos mil votos, agradeció el respaldo recibido y reconoció los resultados obtenidos por su contrincante, Carolina Corcho, exministra de Salud. Cepeda destacó que la oposición “tendió toda clase de trabas” para entorpecer la consulta, pero subrayó que la participación masiva demostró que el Pacto Histórico es hoy “la fuerza política más representativa del país”. Reclamó además al Consejo Nacional Electoral (CNE) la pronta concesión de la personería jurídica, al considerar que el movimiento ha cumplido sobradamente con los requisitos legales y democráticos.

La coyuntura que caracterizó la elección

La consulta del Pacto Histórico se produjo en una coyuntura marcada por una intensa ofensiva mediática y diplomática contra el gobierno colombiano. Las falaces imputaciones de Donald Trump contra el presidente Petro y su tono amenazante hacia la soberanía nacional generaron indignación en amplios sectores sociales. Lejos de debilitar al gobierno, esa injerencia extranjera empujó a la población a cerrar filas en defensa de la independencia y la autodeterminación, principios reafirmados en la valiente respuesta del mandatario colombiano ante la arrogancia del exmandatario estadounidense.

Esa reacción patriótica explica, en parte, la magnitud de la votación y su carácter plebiscitario. Muchos colombianos entendieron que respaldar al Pacto Histórico era defender la dignidad del país frente a las presiones externas. Por eso, la consulta se convirtió en algo más que un proceso interno: fue un acto de soberanía popular y de reafirmación del rumbo progresista que el país ha decidido seguir.

En este contexto, el Consejo Nacional Electoral emitió un comunicado destacando la transparencia y la legalidad del proceso. Informó que fueron acreditados 16, 704 testigos electorales en las 19, 833 mesas de votación instaladas en todo el territorio, y que el presidente del CNE visitó personalmente el puesto de votación de Corferias, en Bogotá, para supervisar el normal desarrollo de la jornada. El organismo subrayó que su labor de inspección, vigilancia y control se cumplió con rigor, garantizando la confianza en el sistema electoral colombiano.

Cepeda: el relevo natural 

La figura de Iván Cepeda simboliza la madurez política alcanzada por la izquierda colombiana. Hijo del histórico dirigente comunista Manuel Cepeda Vargas, asesinado en 1994, ha forjado su trayectoria desde la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas del conflicto armado. Durante los años más duros de la persecución política, fue una voz firme en defensa de la paz y de las libertades democráticas. Su coherencia lo ha convertido en una referencia moral y política dentro del progresismo latinoamericano.

La elección de Cepeda representa la continuidad generacional y programática, mientras el presidente Petro consolida el cambio desde el gobierno, Cepeda se proyecta como la figura capaz de conducir la segunda etapa del proceso, caracterizada por el diálogo, la estabilidad institucional y la defensa del Estado social de derecho. Su perfil, más sosegado y conciliador, amplía el horizonte del Pacto Histórico y puede atraer a sectores moderados que valoran la ética, la coherencia y la capacidad de concertación.

La fortaleza del movimiento también se expresa en la amplitud de sus alianzas. Una fracción del Partido de la U, vinculada al expresidente Juan Manuel Santos, ha manifestado su respaldo a Cepeda y al proyecto progresista, reconociendo en él una figura de diálogo y compromiso ético. Ese apoyo confirma que el campo del cambio político supera ya las fronteras tradicionales de la izquierda, avanzando hacia un frente más amplio de unidad nacional por la paz, la soberanía y la justicia social.

Una izquierda fortalecida

Mientras la izquierda exhibe cohesión y crecimiento, la derecha colombiana atraviesa su peor momento político en décadas. El Centro Democrático, debilitado tras el desgaste de sus gobiernos y la pérdida de credibilidad de su discurso de “orden y seguridad”, carece hoy de una figura capaz de unificar su base. La fragmentación interna, los escándalos judiciales y la ausencia de liderazgo real mantienen al bloque conservador en una posición defensiva.

A la crisis de identidad de la derecha se suma la falta de propuesta. Su narrativa de miedo frente al cambio ha perdido eficacia en una sociedad que demanda soluciones concretas a los problemas estructurales de desigualdad y violencia. En contraste, el Pacto Histórico ha sabido articular un discurso de esperanza, capaz de conectar con las demandas populares y de proyectar una visión de país basada en la inclusión, la productividad y la soberanía.

El ascenso de Cepeda, respaldado por la votación más alta en la historia de una consulta interna de la izquierda, confirma que Colombia ha iniciado un nuevo ciclo político. Petro y Cepeda simbolizan la continuidad de un proceso que pasó de la resistencia al poder, y del poder a la responsabilidad de transformar la nación. Lo ocurrido el domingo 26 de octubre no es solo una victoria electoral: es una señal de madurez democrática y de reafirmación histórica del proyecto progresista colombiano.

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