Por Yancen Pujols
Juan Soto no ha dejado de ser noticia. En marzo, abril y mayo lo era por un lento comienzo y unas declaraciones que sirvieron de cultivo para interesantes historias de la prensa neoyorquina.
Ahora lo es porque está terminando a todo vapor, con el bate como una tea en llamas que silencia las voces que no hace mucho dudaban que alcanzaría ciertos parámetros ofensivos.
Una cosa es hablar sobre un mal arranque, con las estadísticas, que nunca mienten, como sustento, válido para cualquier pelotero, y la otra es enarbolar una teoría de que el mejor pagado en la historia sería un fracaso y los Mets se arrepentirían de darle 765 millones de dólares por 15 campañas desde su primer año con la escuadra.
Se escuchó eso y más. Cuando no era que sin la protección de Aaron Judge, el mejor bateador de las Mayores no daría cuatro decenas de vuelacercas. El tema era que también se benefició de jugar con Judge en el Yankee Stadium. En fin, un mar de cuestionamientos.
Soto despertó en junio con 11 tetrabases, 20 impulsadas, un promedio de .322, un porcentaje de embasarse de .474 y uno de slugging de .722. Su OPS, la sumatoria de los últimos dos porcentajes, fue de 1.196 en ese mes.
Para dar una idea de lo asombroso que fue, un OPS de .850 es más que bueno, de .900 para allá es de caballos y de 1.000 en adelante es anormal, de otra galaxia.
Un OPS elevado quiere decir que te embasas por bateo, las bases por bolas y uno que otro pelotazo, una combinación no muy común, pero que también le das a la pelota con autoridad, que es lo que mide el slugging. Mientras más alto, más contundencia del batazo. Son pocos los que llegan a las almohadillas con frecuencia y por igual sacuden palos kilométricos. Un bateador de sencillos, un “ala corta”, difícilmente tenga un OPS de peso. En los salarios nos damos cuenta.
En julio bajó, de hecho, no fue al Juego de Estrellas, pero en agosto mandó 10 pelotas para la calle, con un OPS de 1.009. En septiembre sigue en llamas y hasta hoy ha pegado cinco jonrones, uno de los cuales fue su número 40 de la estación, estacazo que al salir del parque fue una especie de orden de compras de un contenedor de “zippers”: de inmediato mandó a callar muchas bocas.
Ahora, Soto tiene la oportunidad de superar los 41 vuelacercas que dio con los Yankees en 2024, y es el primer jugador de MLB que en 2025 combina 40 o más cuadrangulares con 30 o más bases robadas. Resulta que Soto ahora se estafa almohadillas, ayudado por las nuevas reglas y su astucia en el corrido de estas. Compila 32 robos. ¿Se imaginan un 40-40?
Para cerrar, no menos importante, los Mets, que en estos instantes luchan por mantener el último puesto clasificatorio de la Liga Nacional, se dirigen a registrar una asistencia de más de tres millones de fanáticos por primera vez desde 2009.
Esto quiere decir que durante sus 81 partidos en casa, el Citi Field, sus parroquianos han dado un apoyo fuera de serie en la primera campaña de Soto con la franquicia.
¿Ese éxito taquillero es solo por él? No. ¿Ha incidido? Sin dudas. El dominicano de 26 años es una figura que vende y a la vez polariza. Con él se van a los extremos de odio y amor. Eso pasa con los grandes.
Dudo mucho que Steve Cohen, el propietario de los Mets, uno de los hombres más ricos del mundo, le diera a Soto ese mega contrato por mero capricho. Ahí se tiraron números y entendieron que ayudaría a que el conjunto de Queens sea negocio.
Un estadio abarrotado de seguidores consumiendo comida, bebidas y comprando franelas y gorras durante 81 fechas provoca sonrisas equinas. Cada año una novena se corona, pero eso no quita que las otras 29 busquen cerrar en azul. Eso es un lujo y el dominicano es un factor en ese cuadre positivo.
Soto batea y vende, una combinación que, como la verdad, silencia ruidos con autoridad.