Por Federico Pinales
La pontificia universidad de la vida, la más completa y mejor formadora del ser humano común, me ha enseñado a no creer en gente que vista y calce, sin importar género, nivel educativo, intelectual, económico, político o religioso, porque todos son humanos y en la tierra no hay seres perfectos.
No obstante esa profunda convicción, salida de las tantas malas experiencias que he tenido en la vida, con personajes de todos los niveles que uno creyó y proyectó como inmaculados, a veces me pongo a pensar que no todo puede estar perdido y decido creer en alguien. Aparente contradicción ¿verdad?
Por eso, como le he venido dando seguimiento a la magistrada Yeni Berenice Reynoso, desde que era fiscal en Santiago y luego en el Distrito Nacional, aplaudí hasta con los pies cuando la nombraron procuradora general de la República.
Me manifesté públicamente apoyándola, porque también había publicado varios artículos reclamando que la designaran en el cargo, como reconocimiento a la brillante labor en el cargo anterior.
Dicen que "las personas se juzgan por la forma como terminan, no como empiezan”, por eso parece que a la magistrada se le está apagando la estrella que llegó a eclipsar a la constelación; poniendo en alto lo que todos llegamos a creer que se trataba de una verdadera fiscal independiente.
Nos imaginamos que el “Consejo Nacional de la Competitividad” la frenó de golpe, cuando intentó tocar a algunos de sus altares y le demostró, que, si el presidente de la República es su "muchacho de mandado" y el guardián de sus intereses, ella tiene que ponerse en su justo lugar.
Entiendo que ella es solo un simple peón dentro del tablero del Ajedrez político y económico que controla dicho consejo, presidido por el presidente de la República, pero a cuya mayoría él tiene que acogerse, y su voto es uno dentro de los 26 miembros que integran ese mega poder público empresarial, lo que quiere decir, que el verdadero jefe de Yeni Berenice no es ABINADER, sino lo que diga la mayoría de ese consejo, del cual, supuestamente, forman parte algunos de los que la procuradora general de la República está prevista a procesar, por sus aparentes vinculaciones con los casos de corrupción que se ventilan en los tribunales.
Esas cosas yo las desconocía en el momento que celebré su nombramiento, aplaudiendo de regocijo y emoción, esperanzado en ver a muchos de esos intocables sentados, por primera vez, en el banquillo de los acusados.
En vista de que de acuerdo a la realidad práctica eso será imposible, solo me resta incluir este caso en mi larga lista de frustraciones políticas y dejar de creer en la caricatura de “Justicia Independiente” y las cínicas demagogias de los políticos que le viven mintiendo al pueblo descaradamente, prometiendo lo que de antemano saben que podrán cumplir; por los niveles de compromisos contraídos con los poderes fácticos, agrupados en el Consejo Nacional de la Competitividad, el Supra poder que pone y quita gobiernos a su imagen y semejanza, para usarlos como muchachos de mandados y “guachimanes” de sus sagrados intereses, poniendo todos los estamentos represivos del Estado a su servicio y entregándoles todo el patrimonio público, a través de contratos onerosos y leoninos, para sacarles su incontenible sed acumulativa, a cualquier precio, en nombre de una caricatura de democracia cínica y ridícula.
