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miércoles, septiembre 10, 2025
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“Parrilla” en el recuerdo y el renegado cuñado en perspectivas

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Por Alfonso Tejeda 

En mis años de adolescente en batey 6, el ingenio Barahona disponía de talleres para darle mantenimiento a las maquinarias. Uno era para reparar tractores, y en este, Marcelino Poliné y los hermanos Papo y Miguelito Coss aceptaban como aprendices a muchachos del área. Costumbre era bautizar con apodos a algunos, y entre ellos estaba “Parrilla”, de los de mayor edad y tamaño, muy tranquilo, y quizás por eso, víctima preferida de las burlas.  El más sonoro fue tras una pelea a puños en el barrio con otro más pequeño y menos desarrollado, pero más diestro que él. Cansado y molesto por “la cuerda”, Parrilla se defendió:” Sí, él me dio más trompones, pero yo me lo comí a dichos”. 

La anécdota la recordé a propósito de las opiniones, evaluaciones y comentarios suscitados por el acuerdo legal entre el Ministerio Público y Máxin Montilla, el ahora “desconocido” como cuñado por Danilo Medina. encartado por el Ministerio Público, con el que alcanzó un acuerdo, en un expediente por robarse más de 20 mil millones de pesos. Su participación en la estafa – admitida en el acuerdo-, fue posible por su relación con el presidente de la época, aunque también por otras complicidades políticas, familiares directos, y por convenientes omisiones sociales. 

Que sólo vaya a devolver tres mil millones de pesos de todo lo que se robara es una decisión difícil de asimilar. Aceptarla sin que provoque encono por la inmerecida benevolencia en favor del autor, es imposible. Está también la desazón por lo desproporcionado del trato e impotencia ante la incapacidad de lograr sanciones en correspondencia a la gravedad del delito. Inquietan las consecuencias posibles generadas por el robo alegre de una cantidad de dinero que supera presupuestos de instituciones, desvió fondos de proyectos y programas sociales perentorios. 

La repulsa es justificada, y en algunos casos advierte de rendición ante unas expectativas que apuntaban a probabilidades. Para algunos, tal vez sería “consuelo de tontos” decir que hay posibilidades de reparación ante el daño hecho. La admisión de los hechos ante las pruebas presentadas indica un avance. Las autoridades hicieron la tarea para demostrar que su apreciación inicial era correcta. Que conocen el trabajo que se les encomendó. Y, más: están dispuestas a hacerlo. Sin importar los sacrificios. 

Precisamente, el acuerdo es eso: un sacrificio de sus probabilidades. Pero también es muestra de su responsabilidad en la tarea asumida ante la sociedad. De su capacidad para saber cómo actuar y de hasta dónde pueden llegar. Tal vez sea redireccionar las expectativas, sin renunciar a ellas. Porque sólo se conoce parte de lo publicado, es posible que estemos evaluando de manera apresurada, descartando nuevas posibilidades. 

Sin embargo, en esta oportunidad, el relato parece estar marcado por la respuesta de “Parrilla”. Pero -creo-, se está perdiendo de vista que el Ministerio Público apabulló con pruebas, evidencias y testimonios, logrando con ellas el propósito en este proceso judicial: establecer culpabilidad. Esta, y el acuerdo, con todas las implicaciones, son pasos de avances. Breves y vacilantes, propios de quien está aprendiendo a caminar, también, el inicio de un largo recorrido…

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