Lito Santana
3:00 a.m. Lunes 24 de agosto. La comunidad de El Granado duerme tranquila. Un chubasco en horas de la tarde del domingo había aplacado el calor infernal de estos días, en este lugar del municipio de Tamayo, donde habitan 200 familias. Los agentes de la Dirección General de Migración llegaron y se establecieron en la entrada y salida de su única vía, la autopista que comunica a San Juan con Barahona y Bahoruco.
Y entonces se desató una cacería. Agentes de Migración avanzaban casa por casa, como si hubiesen sido informados por personal de inteligencia militar o calieses y soplones del pueblo.
A Beñé y su compañera Chantal lo atraparon durmiendo. A Maetrá le rompieron la puerta, y en un forcejeo, se le escapó al guardia, pero Dinó no tuvo tanta suerte, y fue apresado.
En la "confusión" desaparecieron nueve mil pesos que estaban bajo una almohada en la casucha.
Pipito y su mujer dormían en una propiedad agrícola donde también hay animales de crianza.
Los soldados rompieron la empalizada. Al llegar a la casucha explotaron la puerta. Pipito no estaba, pero su mujer y una niña, aún de brazos, fueron sacadas en paños menores.
En otra casita estaba Pesié, quien casi muere del susto cuando uno de estos "valientes hombres" derribó la ventana de una patada. Otro rompió la puertecita con una mandarria.
Las ranchetas quedaron sin puertas ni ventanas y las propiedades con sus empalizadas destruidas, sin importan qué pasaría con las cosechas o los animales de crianza. Son apenas algunos relatos de los tantos casos de actuación violenta en esta pobre comunidad.
Estas fieras parecían entrenadas para abusar, robar y, si había resistencia, matar.
Este cuadro se repite una y otra vez.
No se sabe qué le "meten en la cabeza" los oficiales superiores, a estos muchachos.
La mayoría parecen reclutas de primer año, pero la forma de manejar estas situaciones son propias de un entrenamiento para controlar con violencia a las posibles víctimas.
No hubo heridas físicas, pero el trauma en niños y madres será permanente.
Por este tipo de acciones es que critican y condenan a nuestro país, al que acusan de violación de los derechos humanos de los ciudadanos haitianos que habitan de este lado de manera irregular.
Estas denuncias van desde el robo de sus pertenencias, macuteos, extorsión, torturas, hasta violaciones sexuales a niñas, como las reportadas en la región Este recientemente.
Apoyado en la ley, el presidente de la República Luis Abinader, reforzó la persecución de ilegales en nuestro territorio, pero ni el Primer Mandatario, ni las leyes de control migratorio, autorizan a la guardia a cometer estos abusos indignantes, en violación de la ley que establece que los allanamientos de hogares deben ocurrir desde las 6:00 a.m. hasta las 6:00 p.m., previa orden judicial.
No. Los oficiales de Migración obran con estatuto especial, por encima de todas las normas legales y civilizadas.
Nuestro país tiene todo el derecho a expulsar a cualquier persona que esté en su territorio de manera irregular, pero la condición de persona jamás puede ser ignorada.
Ese poder con el que se sienten estos soldados ¿es para aplicar la ley o para maltratar a los seres humanos?