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miércoles, julio 9, 2025
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Cuidar sin descuidarse

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Miguel J. Escala

Recientemente me entretuve un rato viendo algunas escenas de la película “Como agua para chocolate”, que mi esposa tenía puesta. Entre las que vi estaba la escena central de la historia, aquella en la que la madre —creo que de la protagonista— pronuncia una frase tan tajante como perturbadora: “Mi hija menor nunca se va a casar; se quedará a mi lado, sumisa, a cuidarme hasta que yo me muera”. Una expresión lapidaria, que funciona casi como una condena de vida para esa hija menor. No llegué a ver cómo termina la historia, pero al menos supe que logró unirse a la persona que amaba.

Esa frase me impactó. Me hizo pensar en cómo, aún hoy, muchos adultos mayores —y también algunas personas más jóvenes o de mediana edad— requieren de cuidadores que los asistan en situaciones críticas, desde alimentarse hasta movilizarse o asearse. Y como muchos de esos cuidados los llevan a cabo familiares cercanos. Cuidadores por responsabilidad familiar, por amor o por falta de opciones, en una sociedad donde —sin el mandato fatal que presenta la película— la tradición, y a veces la necesidad, asigna el cuidado de los mayores a los más cercanos.

Mientras pensaba escribir algo sobre el tema, coincidimos en una de nuestras caminatas matutinas con otro caminante, amigo de un amigo, con quien frecuentemente cruzamos saludos. Esta vez nos detuvimos a conversar sobre una experiencia común: la de cuidar a nietos que viven en el extranjero y vienen a pasar las vacaciones con los abuelos. Comentamos cuánto nos alteran la rutina… y cuánto bien nos hacen al mismo tiempo. El cuidador siempre termina pensando en la persona cuidada primero que en sí mismo.  Y ningún caso es igual a otro.  Hay una diversidad de compromisos y de responsabilidades dependiendo de la edad, de las características y de dificultad que presenta el nieto cuidado.  Siempre, de gran agrado.

Experimenté dos encuentros distintos en torno al rol de cuidadores. Y como si el tema me persiguiera, poco después entré a un chat donde leí comentarios intensos sobre el papel de los hijos como cuidadores de sus padres. No había en este caso prohibiciones de casarse, pero el que escribía era un familiar varón, con ambos padres mayores —algo difíciles, por decir lo mínimo—, divorciado, con hijos a su cargo, y hermanos que viven en otro país y apoyan con remesas y envíos. La tradición de la madre de la película no se repetía de forma explícita, pero tácitamente el rol de cuidador (plus) parecía recaer en él.

Comparto a continuación parte de lo que el cuidador designado escribió en ese chat. Les invito a leerla, sacar sus propias conclusiones y comentarlo. Luego compartiré mis reflexiones, que espero contrasten y enriquezcan las de ustedes. Salvo cuando se indique, las frases son del cuidador:

“Esta cuestión tiene dos direcciones —refiriéndose al edadismo—. Muchas veces he pensado en el tema del cuidado del adulto mayor”.

“Envejecer no es un proceso fácil. Significa ir dejando cosas, permitir ser guiado y cuidado”.

“Lo pienso porque me toca de cerca”.

“Edadismo al revés, digamos…”

Miguel: Eres un cuidador familiar.

“Se necesita comprensión mutua, porque a veces, en ese proceso, el limitado es el cuidador”.

“Abuelo, siempre fuerte, supo amoldar su sistema de vida y fue cediendo sin dejar de ser él. Murió a los 99 años”.

“Hay que tener mucho cuidado cuando el anciano se convierte en tirano”.

“Es complicado ese tema”.

“Y ahí comienza el problema al revés: el cuidador y la ancianidad que se impone a los 60 años”.

“A veces me pregunto… si llego a los 70, ¿llegaré peor que mis padres? Comparto este tema con sinceridad”.

“También me interesa leer algún artículo sobre el edadismo al revés”.

Miguel: Sobre el cuidado a los mayores… te voy a conseguir algo.

“Perfecto. Pero si tienes algo sobre cómo cuidarnos de los mayores, envíamelo también. Será muy útil. El cuidado del cuidador”.

“Los cuidadores profesionales tienen vacaciones y muestran —o deben mostrar— su mejor cara durante las ocho horas de labor con el anciano”.

“La cuestión se complica cuando la familia tiene que cuidar… porque la cara amable tiene que mantenerse las 24 horas”.

“En fin… papá y mamá cuidaron, protegieron, guiaron, siempre estuvieron cerca en nuestras vidas. Por eso, y por muchas otras razones, merecen cuidado. Pero Dios nos dé paciencia, fuerza y perseverancia en el duro bregar del día a día. Porque esta tarea es ‘la del esclavo’”.

“Por ejemplo, las vacaciones: una semana al año, o salir un fin de semana con los hijos… es necesario para vivir (mejor)”.

“Voy a acostar a mami. Ya vuelvo”.

“Y por último… otra cuestión para reflexionar: ¿el mayor compromiso es con los padres ancianos o con los hijos a nuestro cargo”?

“Voy a ver… que mami no quiere el pañal”.

Otro participante del chat:
“Les decía… equilibrio… ¿cómo encontrarlo? ¿Cómo ajustarlo a las situaciones concretas de cada familia”?

“Y entonces: un día cualquiera… ‘No puedes ir porque, ¿quién hace lo que toca hoy’? Compadre… el equilibrio no es algo estático. Todo se mueve, varía, oscila… son las oscilaciones normales de la vida. Temas humanos”.

“Aprender a envejecer es un proceso. Es como el atardecer…”

Este testimonio deja entrever la carga emocional, física y mental que puede implicar el cuidado familiar de los adultos mayores. Aunque parte del relato se mueve desde la ternura y el reconocimiento hacia los padres que cuidaron primero, también deja ver la tensión real que viven los cuidadores: falta de descanso, falta de reconocimiento, ambigüedad en los límites de su rol y, sobre todo, una pregunta crucial que queda flotando: ¿quién cuida al que cuida?

El "edadismo al revés" que menciona el cuidador familiar no es menos preocupante que el tradicional. Es una forma de invisibilizar sus propias necesidades, por el solo hecho de que es más joven o está “menos limitado”. Como él señala, el cuidador también puede sentirse atrapado, limitado, fatigado. A eso se suma la carga de responsabilidad y el sentimiento de culpa cuando intenta equilibrar el cuidado con su propia vida o la crianza de sus hijos.

Al final, cuidar bien exige no solo voluntad y amor, sino también estructuras de apoyo, pausas, posibilidad de respirar, de ser comprendido, y de no cargar en soledad con una tarea tan compleja. El equilibrio no es un punto fijo, como bien dice uno de los participantes, sino una danza constante que exige ajustes, diálogo, y, sobre todo, humanidad.

Confieso que en una primera lectura del chat no entendí lo de “cuidador cuidado” que reflejaban sus comentarios.  Le mandé un excelente artículo con recomendaciones para ser mejor cuidador, encontrado con la ayuda de Google titulado “Cuidar de personas mayores, 15 cosas que debes tener en cuenta”, por Laura Berrio, en 2023.  

Pero, en una segunda lectura del chat, me di cuenta de un reclamo que parecía casi un SOS: “Si tienes algo sobre cómo cuidarnos de los mayores, envíamelo también. Será muy útil. El cuidado del cuidador”. Desde luego, no tenía una respuesta inmediata, así que me puse a buscar. Sin embargo, desde el principio me sentí tentado a centrarme en el autocuidado del cuidador, porque es una responsabilidad adicional que también debe asumir.

En esa diversidad de relaciones, el empoderamiento del cuidador para cuidarse a sí mismo parece ser la vía más sensata y sostenible. Y, como era de esperarse, en Internet abundan las recomendaciones sobre el tema. Entre ellas, encontré un artículo muy interesante de la Cruz Roja sobre “el autocuidado del cuidador”. A partir de ahí, identifiqué 15 tareas clave que todo cuidador debería tener en cuenta para su propio bienestar.

Le pedí a GPT que me ayudara a preparar una infografía con esas 15 claves para cuidarse, junto a las otras 15 orientadas al cuidado de personas mayores. El resultado lo presento a continuación con el título sugerido desde la Inteligencia Artificial: “Cuidar sin descuidarse: 15 + 15 claves para una relación saludable entre mayores y cuidadores”. Esa primera parte del título me inspiró también a modificar el nombre de este artículo por algo más atractivo y significativo.

Cuidar sin descuidarse 15 +15

 

Sin duda, la misión de cuidar a adultos mayores —con todos sus matices, complejidades y diferencias, según se trate de cuidadores familiares o no— exige una “profesionalización sobre la marcha”.  Cuidadores que se empoderan también de su propio bienestar, que no temen pedir ayuda ni admitir cuándo necesitan apoyo son clave para ofrecer un cuidado digno y sostenible.

Invito a quienes han tenido o tienen la misión de cuidar a compartir sus experiencias. También a aquellos que fueron cuidados y que, una vez superadas las condiciones que motivaron esa ayuda, retomaron su autonomía. Ojalá puedan mirar atrás y ofrecernos recomendaciones, tanto para quienes cuidan como para quienes deben cuidar de sí mismos mientras cuidan a otros.

No sabemos si en algún momento seremos cuidadores, personas cuidadas, ambas cosas —de forma sucesiva— o ninguna. Pero, por si acaso, vale la pena prepararnos para todos esos posibles roles.

Nos alegra saber que, en respuesta al creciente número de personas mayores en el país, el Estado —a través de INFOTEP, el programa Supérate y el CONAPE— haya graduado recientemente a 94 cuidadores profesionales, con especial énfasis en la atención a poblaciones vulnerables. Ojalá este esfuerzo venga acompañado de redes de apoyo mutuo, espacios para el autocuidado colectivo y acciones decididas para fortalecer y dignificar también a quienes ejercen el cuidado desde el ámbito familiar. Porque, como bien tituló Diario Libre, todos “comparten una misma vocación: la de ayudar a los demás”. Y porque cuidar bien también implica cuidarse. Esa doble misión requiere reconocimiento, formación, apoyo… y una profunda comprensión.

Cuidar es un acto de humanidad que merece ser valorado, sostenido y compartido.

En autor tiene 76 años, y los que faltan.

Miguel J. Escala
Miguel J. Escala
Miguel J. Escala Es educador desde 1969. Estudió Psicología y Educación Superior.

1 COMENTARIO

  1. Excelente ponencia, doctor. El cuidado de nuestros mayores, gracias a Dios, ha pasado de ser una tarea/obligación familiar a una creciente profesionalización en el área.
    Las situaciones del cuidador, detalladas de manera exquisita en este artículo, deben orbitar en torno a su cuidado, descansos y vida social.
    Agradezco que nos presente este tema tan olvidado e ignorado.
    Saluuuuudo

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