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miércoles, julio 2, 2025
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Por qué añoramos a los maestros de antes, pese a las precariedades de entonces

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Por Alfonso Tejeda

Aquel refrán de que ¨Cualquier tiempo pasado fue mejor¨ identifica a quien lo proclama como  anclado en una época de la que prima lo positivo de entonces y se olvida lo negativo, nostalgia que idealiza situaciones, vivencias y a seres queridos, como ocurre cuando recuerdo a mis maestras  Elsa Mendieta y Silvia Ramírez (Linda), en la escuela primaria de Batey 6, ingenio Barahona, que batallaron para alfabetizarme, y también a las profesoras Paula Gómez de Jorge (Duda) y Ana Luz Arias, en Tamayo, y a otros y otras también.

Admito que esa evocación está marcada por la insuficiencia de entonces para hacer una evaluación plena del papel de las maestras y maestros, que, si imposibilita una comparación con los de ahora, sin embargo, son asumidos como referentes por su labor, por la dedicación para la tarea, el empeñó en lograr que los estudiantes aprendieran siquiera los rudimentos, muchas veces con métodos improcedentes, pero que adoptaban en procura de cumplir su misión: ensenar.

Primero, porque tuviéramos sometidos a una dictadura, que la escasa formación los limitara y que las precariedades yugularan la Educación, lo cierto es que los avances políticos, económicos, sociales, pedagógicos, de participación y derechos han sido insuficientes para hacer de la escuela dominicana el proyecto y canal de desarrollo que se presume tiene que ser, y parte de ese fardo tiene que ver con los maestros y las maestras que hoy ¨ensenan¨ en las aulas.

 Con este nuevo escenario surgido de las libertades alcanzadas, la asequibilidad de conocimientos disponibles, la provisión de recursos, la participación política y sindical, la colaboración y la demanda social por una mejor educación, esta meta sigue siendo eso, y los docentes tienen una responsabilidad alta en el actual deplorable nivel de la calidad de la enseñanza, pese a todos los esfuerzos que se hacen para elevar sus competencias y que transmitan conocimientos.

Al celebrarse este 30 de junio el Día del maestro, oportuno es insistir en el papel de estos y estas en la escuela, marcado ahora por una irresponsabilidad en el cabal desempeño de su tarea, la que asumen con un desparpajo tal que ya está provocando un rechazo creciente focalizado en la figura de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), el sindicato a través del cual imponen a su antojo la suspensión de clase en las escuelas, que es el elemento cardinal de la Educación.

 En una encuesta con ocho mil maestros hecha el año pasado para conocer la visión que sobre los problemas de la Educación tienen los maestros, los entrevistados citan siete causas, pero ninguna asumida desde su responsabilidad como pedagogos, actitud reiterada por un dirigente adepeísta que ni menciona los indicadores escolares que les corresponde asumir, ni qué de decir de su imposición para reducir los niveles de la evaluación docente.

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