Por Yancen Pujols
Junior Caminero es el protagonista de uno de los palos más épicos que se han dado en la historia de la pelota otoño-invernal dominicana.
Solo es comparable y entra en debate con el “Tulilazo” de 2002, el jonrón con dos en base en el noveno acto que le dio la corona al Licey ante las Águilas Cibaeñas en el Estadio Cibao.
El “Caminerazo, que rompió la pantalla del Quisqueya por igual en el noveno y dio el cetro al Escogido frente a los Tigres, recorrió una buena parte del mundo. Estamos en la era de las redes y lo viral llega lejos. Sin dudas.
Ese momento histórico de Caminero le dio fama y ahora demuestra que su reputación de un talento listo para triunfar no era cuestión de caprichos.
Ese bate se ha dejado sentir en lo que va de campaña.
Su equipo los Rays de Tampa no cuenta desde 2023 con Wander Franco, el dominicano llamado a ser la cara del team por problemas legales de abuso de una menor, caso por el que fue condenado a dos años de prisión suspendida.
Pero con el ascenso de Caminero, la novena puede tener preocupaciones de cómo rescindir el jugoso pacto de Franco (182 millones de dólares por 11 años), más no sobre quien será la próxima superestrella que fungirá como un imán de fanáticos.
Al momento de escribir estas líneas, Caminero, de 21 años, ha pegado 21 jonrones, 53 impulsadas y 51 anotadas, líder en las tres categorías dentro de los tercera base de la Liga Americana. Es el principal madero de su club. Es muy probable que asista al Juego de Estrellas y no es descabellado que con su poder y velocidad del “swing” lo inviten al Derby de Cuadrangulares.
Solo dos dominicanos han dado 20 o más jonrones antes de la pausa del Juego de Estrellas con menos de 22 años: Albert Pujols, apodado “La Máquina”, en 2001, y Caminero, apodado “La Máxima”. ¡Vaya dueto!
Junior es joven, con mucho por aprender, es cierto. Dicho eso, su bate proyecta ser de mucha calidad y a la vez le acompaña el “duende”, como dirían los españoles, de generar pasiones, de llamar la atención. Tiene carisma.
Su palo salvaje por encima de los 411 pies del jardín central en el Estadio Quisqueya elevó la moral de los escogidistas y les dio derechos de blasonar sobre los azules por un buen tiempo. Los Tigres llevaban dos títulos en línea y ese palo demoledor cortó la racha. Es una herida que aún no sana en muchos.
Caminero lleva ritmo de unos 35 jonrones, que es mucho más de lo que se espera para un pelotero de su edad en su primera campaña como regular en las Grandes Ligas.
Esperamos verlo en el baile de las estrellas en Atlanta en dos semanas, que siga dando palos y sumando logros a un repertorio que cada día mueve más masas.
Aún le preguntan por su planazo en la final, unos le dicen “Mister 411”, y otros el “Rompe Pizarra”. Suele pasar que cuando coinciden apodos y calidad, algo muy bueno se debe esperar.