Por Rafael Méndez
La acusación formal de Estados Unidos a China por supuestamente proveer inteligencia a los hutíes para atacar buques estadounidenses y aliados en el mar Rojo marca un peligroso punto de inflexión en la ya volátil situación geopolítica global. El señalamiento de Washington contra la empresa china Chang Guang Satellite Technology (CGSTL) no es un hecho aislado.
Se inscribe en un contexto más amplio, caracterizado por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, la persistente inestabilidad en el Medio Oriente y la advertencia que hace más de una década hiciera el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, sobre los riesgos para la existencia humana que implicaría una confrontación directa entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán.
La declaración del Departamento de Estado, calificando de "inaceptable" el presunto apoyo chino a los hutíes, eleva significativamente la tensión en la región. La acusación, respaldada por informes del Financial Times que citan a funcionarios estadounidenses, sugiere una implicación directa de una entidad china —presuntamente vinculada al Ejército de Pekín— en acciones que amenazan los intereses de Estados Unidos y el comercio internacional en una vía marítima crucial.
Competencia económica y seguridad global
Este señalamiento ocurre en medio de una exacerbada guerra comercial entre ambas potencias, con aranceles mutuos que alcanzan cifras elevadas y anuncios de posibles incrementos adicionales. La acusación en el mar Rojo podría interpretarse como un nuevo frente en esta confrontación, donde la competencia económica se entrelaza peligrosamente con la seguridad regional y global.
Además, la amenaza de una “operación militar decisiva y poderosa” contra los hutíes, lanzada previamente por la administración Trump, añade una capa adicional de complejidad y riesgo. Si bien los hutíes justifican sus ataques como respuesta a la campaña militar israelí contra Gaza, la presunta implicación de China —sea cierta o no— podría alterar significativamente el cálculo estratégico de Washington y sus aliados.
Es en este crisol de tensiones donde la advertencia de Fidel Castro, rescatada en el artículo que publicáramos recientemente, adquiere una relevancia escalofriante. Sus "Reflexiones", de alrededor de 2010, alertaban sobre el inminente riesgo de una guerra nuclear derivada de un conflicto entre Estados Unidos e Irán. La escalada actual en el mar Rojo, con la potencial implicación de una tercera potencia como China, no solo reaviva ese fantasma, sino que le da nuevos contornos.
La lógica detrás de la preocupación de Castro era clara: un ataque de Estados Unidos o Israel contra Irán podría desencadenar una conflagración regional con consecuencias globales incalculables, incluida la posibilidad —aunque remota— de un conflicto nuclear. Aunque el escenario actual no involucra directamente a Irán, sí presenta una situación en la que las acciones de un aliado suyo (los hutíes) están provocando una respuesta contundente de Estados Unidos, bajo la sombra de China.
Las declaraciones de Donald Trump, amenazando con represalias directas contra Irán si los ataques de los hutíes persisten, evocan la preocupación de Castro, ahora intensificada por el nuevo espectro de una implicación china en la desestabilización regional. La interconexión global —económica y en materia de seguridad— implica que la inestabilidad en el Medio Oriente puede desatar crisis en otras regiones.
La perspicacia de Fidel Castro
La acusación a China podría endurecer la postura de Estados Unidos hacia los hutíes y, eventualmente, hacia Irán, intensificando los ataques y aumentando el riesgo de una confrontación militar directa. Esto, a su vez, podría deteriorar aún más las ya tensas relaciones entre Washington y Pekín, evidenciando la dificultad de la comunidad internacional para prevenir o mitigar estas peligrosas escaladas.
La situación actual confirma la perspicacia de la advertencia de Fidel Castro. Aunque el escenario específico ha evolucionado, el riesgo de una escalada incontrolable en el Medio Oriente, con la potencial implicación de potencias nucleares o actores con fuerte influencia regional, sigue siendo una amenaza latente para la paz global.
En este contexto de creciente tensión, la diplomacia y el diálogo se erigen como las únicas vías para evitar una catástrofe. La comunidad internacional debe redoblar esfuerzos para facilitar la comunicación entre las partes involucradas, buscar soluciones pacíficas a la crisis en el mar Rojo y evitar una escalada que podría tener consecuencias devastadoras.
En conclusión, la acusación de Estados Unidos a China por su presunto apoyo a los hutíes en el mar Rojo es un evento de gran trascendencia que se suma a un panorama geopolítico ya complejo y peligroso. La sombra de la confrontación entre grandes potencias, junto con la persistente inestabilidad regional, exige una acción cautelosa y una renovada apuesta por la diplomacia. La advertencia de Fidel Castro sobre los riesgos de una confrontación en el Medio Oriente resuena hoy con una urgencia renovada, recordándonos la fragilidad de la paz y la necesidad imperiosa de evitar una escalada que podría tener consecuencias incalculables para la humanidad.
RAFAEL MENDEZ. -Periodista de profesión. Ex presidente del Colegio Dominicano de Periodistas. Pasado Secretario General de los Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, así como miembro de los Consejos Directivos de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y de la Organización Internacional de Periodistas (OIP). Político, ex diputado durante 14 años.
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