Por Federico Pinales
Los dos eventos que mencionamos en el titular de esta entrega tienen como denominador un elemento común.
Han puesto al descubierto el grave peligro, que significa para el pueblo dominicano las influencias políticas y la complicidad de los sucesivos gobiernos de la República Dominicana, con grupos empresariales, dueños de empresas turísticas y de importantes medios de comunicación, que se protegen entre sí, beneficiándose recíprocamente, en perjuicio de la mayoría de la población.
Ese maridaje vergonzante y brutal, entre el sector privado y el estatal, ha dejado como resultado una invasión pacífica ilegal y un lamentable accidente fatal, que se llevó de encuentro a más de 200 vidas humanas valiosas.
Más valiosas que todos los millones que puedan ofrecer como recompensa, tanto el Estado como los empresarios responsables de la tragedia.
Los mismos empresarios que algunos periodistas mercenarios han empezado a defender, sin que el resultado de una exhaustiva investigación los haya acusado formalmente.
Los mismos periodistas que intentaron desprestigiar la marcha patriótica, que organizó la Antigua Orden, el pasado 30 de Marzo en el pueblo de Friusa, en Punta Cana de Higüey, con la cual se descubrió que una familia empresarial de esa zona, y dueña de medios de comunicación, era la principal responsable de un grave problema de dimensión nacional, encubierto y protegido por el presente y los pasados gobiernos, como pago a sus aportes de campaña, según se comenta en círculos políticos opositores y dentro de la prensa independiente, que no obedece a los intereses bastardos que controlan el país, como una propiedad privada de un reducido grupo de familias empresariales, a las cuales tienen que arrodillarse políticos y periodistas asalariados, para poder brillar y sobrevivir.
Es lamentable que hayan tenido que morir 226 personas, incluyendo algunas glorias de la música, los deportes, el entretenimiento, la política y el sector empresarial para que el pueblo pueda crear conciencia y saber cuáles son los demonios vestidos de ángeles, que gobiernan y controlan este pedazo de selva llamado país.
Ojalá que las medidas que anunció el presidente Luis Abinader, después de la Marcha de Friusa y las investigaciones que ordenó para descubrir las causas del desastre del Jet Set, no sean simples formalidades para tranquilizar los ánimos de los dolientes de los fallecidos, por un lado, y para neutralizar a los organizadores de las marchas por el otro.
Es elemental y a simple vista notorio que sin la complicidad de importantes sectores poderosos del presente y de los gobiernos anteriores, los acontecimientos denunciados no hubieran llegado hasta estos términos.
Ya el puedo dominicano y el mundo los conocen.
La Marcha de Friusa y el desplome del Jet Set los pusieron en evidencia. Ahora no hay excusas.
Que caigan los culpables, si se quieren evitar problemas mayores.
