Lito Santana
Hablar con don Antonio Marte provoca satisfacción. Sin rodeos ni palabras rebuscadas, este hombre, originario de El Aguacate, Santiago Rodríguez, se autodefine como un batallador que logra las metas que se propone.
Inició su vida económica y comercial a los 15 años de edad y de ahí para acá no se ha detenido. Propietario de la mayor línea de autobuses del transporte público del país, senador de la República por dos períodos consecutivos, piensa que todavía tiene mucho que aportar a la nación.
De lo que ha sido su experiencia de vida nos habló en una entrevista para pronosticamedia.com, que publicamos a continuación:
¿Don Antonio, cómo se siente?
AM: Muy bien, muy bien.
Si usted tuviera que describir su historia, ¿por dónde comenzaría?
AM: Mira, mi historia es larga. Vengo de una familia muy trabajadora, cafetalera, y comencé a hacer negocios a los 14 años. Yo tenía lo que se decía una bodega.
¿Dónde era eso?
AM: En Santiago Rodríguez, en un campo de Santiago Rodríguez. A los 15 años ya tenía una camioneta. Esa camioneta no estaba a mi nombre, la puse a nombre del chofer que la iba a manejar, porque Gilberto Ureña, que me vendió la camioneta, me dijo que no podía hacerlo, porque era un menor, no tenía cédula. Utilizaba esa camioneta para cargar productos a un pequeño almacén de provisiones que tenía en Santiago Rodríguez, que le llamaban Colmado Almacén El Aguacate. Suplía a todos los negocios que había en mi campo. Primero cargaba la mercancía en un camión de un amigo mío, que se llamaba Pedro Pablo, y después compré mi propia camioneta para suplir las provisiones yo mismo.
¿Usted iba en la camioneta junto a otros?
AM: Sí, iba en la camioneta. Pero ¿qué pasa? Aprendí a manejarla rápidamente y viajaba de ese campo a Santiago, cargando gente y mercancía. Así comenzó todo. A mis 17 años, los Font Gamundi, al ver que era un muchachito con mucho movimiento, me dijeron que si quería trabajar con ellos. Les pregunté en qué parte y me dijeron que quería que comprara café con ellos. Yo les respondí que mi papá compraba café y me pregunté ¿cómo podría competir con él?, ya que era el comprador más fuerte de la zona. Pero ellos me dijeron que Ramón Antonio no les estaba vendiendo café y que les gustaría que yo comprara el café para vendérselo a ellos. Me dijeron que pasara por Navarrete. Ya tenía 18 años y me prestaron 55 mil pesos en esa época, no me los dieron, me lo prestaron, para que comprara café. Ese mismo año compré la fanega de café a 50 centavos y cuando ellos venían, les decía: “Llévense el café, que yo se los voy a cobrar en agosto, al precio que esté el café, ustedes me pagan”. Comencé a entregarles café y eran más de 300 fanegas. ¿Sabes a cómo vendí yo el café? A siete pesos. ¿Y a cuánto lo compré? A cincuenta centavos. Así comenzó mi vida como gran empresario. De inmediato me cambiaron el nombre y me decían “Antonio el Cacique”.
Yo decía, “bueno, ¿por qué Cacique?” Me ligaron a los millonarios de la zona, un muchachito de 18 años, ya me ligaban a esos ricos como Ramón Lagoa, El Pato, Manuela Señorena. Ya era parte del fans club de ellos, aunque más joven que ellos. Yo era un carajito, pero ¿qué pasa? Yo, como bien criado por una familia que educaba en las crianzas, tomé y salté parte de esas costumbres. Entonces, lo que hacíamos era beber romo. Amanecíamos, y cuando había una fiesta, nos la cogíamos para nosotros. Recuerdo que, siendo muchachito, me metía en el desafío con Juanito, un hombre muy enamorado. Él llegaba a la bodega y decía: “¿Cuánto tienes en la bodega?”. Ahí había jabón, galletitas, pasta de dientes, refrescos, cervezas y de todo. Entonces había que pasar un inventario de lo que había en la bodega, y se la compraba entera. Nuestro desafío era vaciar la bodega, consumir lo que había ahí. Era vaciar la bodega. Óyeme, ¡vamos a vaciar la bodega! Yo entré en ese desafío a vaciar bodegas. Competía con hombres adultos, y yo con 18 años.
Podría usted ser hijo de cualquiera de ellos por la edad…
AM: Nieto. Pero yo estaba ahí con mi abuelo, que era quien más me apoyaba. Mi papá no me apoyaba tanto como mi abuelo, Juan Bautista Marte. Él decía: “Donde quiera, mi hijo, mi hijo, mi hijo”. Yo era su hijo, era todo lo lindo para mi abuelo. Como te digo, el desafío de la bodega era real, y no era cualquier cosa. Yo vaciaba bodegas, no le podía vender nada a nadie más mientras yo estaba ahí. ¿Qué hacíamos con la bodega?, te pregunto, y te digo: metíamos un perico ripiado ahí cuando bailábamos con una dama, y decíamos: “Para la cantina”. Entonces llevábamos a la mujer a la cantina. La mujer de la bodega le decía a la mamá de la muchacha: “Cojan jabón, cojan pasta de dientes, cojan refresco”, y las viejas salían cargadas con café y azúcar, salían cargadas de ahí. La mamá de la muchacha llevaba a todas las jovencitas a la fiesta, pero la mamá de la muchacha salía bien cargada de mercancía, vaciaba la bodega. ¡Bueno, ¡qué días esos!
¿Qué decía la gente sobre esa forma de ustedes?
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SENADOR DE LA REPÚBLICA, PROV. SANTIAGO RODRÍGUEZ
AM: En ese campo éramos los duros y todavía salí del campo y los que vivían en la zona se quedaron con todos esos recuerdos. Cuando iba de visita seguían llamándome Antonio El Cacique.
¿Cómo se llama el campo?
AM: El Aguacate de Santiago Rodríguez. El Aguacate estaba en la Mazepa y yo soy de un campo que se llamaba Manel Copero. Entonces, vine con un amigo mío para la Capital. Cuando conocí el Mercado Nuevo, en la Avenida Duarte, que yo ya era un hombrecito, decidí quedarme aquí en el Distrito Nacional. Pasé por Santiago y me quedé en la Capital. Aquí empecé a bregar con colmados en Villa Consuelo.
¿Y quitó el negocio de allá entonces?
AM: Sí, quité el negocio en El Aguacate. En Villa Consuelo me metí en un negocio, en una esquina de la calle Manuela Díez. Ese negocio me fue muy bien. Compraba azúcar de los sacos de 260 libras, de esos sacos grandes. Venían en cabuyas. Y de ahí salía a comprar para vender salsa de tomate.
¿Pero por qué azúcar y salsa de tomate?
AM: Porque me dijeron que la salsa de tomate se iba a escasear. Entonces, comencé a comprar todas las cajas de salsa de tomate y las almacenaba. Cuando el saco de azúcar iba a desaparecer, me metí a comprar los sacos de azúcar y los guardaba. Después comencé a comprar botellas vacías. La gente botaba las botellas de los refrescos o las vendía a cheles ¿Pero tú me preguntas por qué botellas? Porque Almeida, que era el administrador de la Pepsi Cola, que también le llamaban 7UP, me dijo en una conversación: “Antonio, tú sabes que las botellas vacías van a subirla de precio, la van a poner a 10 centavos”. Mira, yo hice un almacén que esto le quedaba chiquito y comencé a almacenar. Ahí venían los camiones de la cervecería, comprándome la botella. Gané dinero con eso, que no tuvo comparación.
¿Y qué siguió después de ese negocio?
AM: Cuando ese negocio pasó, entonces vino una oportunidad en el año 1979. El país se destruyó, con los efectos del huracán David y la tormenta Federico. Los más perjudicados fueron los árboles en toda la región Sur. Entonces la gente comenzó a fabricar carbón. Esa producción fue tan grande que había carbón de más en la Capital. Los carboneros no tenían a quién venderle el carbón. Haciendo sacos de carbón en los campos a 25 cheles. Ahí me llegó la idea que ese sería buen negocio y comencé a comprar carbón por camiones y el precio prácticamente lo ponía yo. Oye, yo no dejaba un saco de carbón en parte, y decía a los camioneros: “Hagan carbón que yo lo compro”. Y comencé a guardar carbón.
¿Siempre en Villa Consuelo?
AM: Sí, en Simón Bolívar, Capotillo, Villa Consuelo. De repente tuve que alquilar algunos locales para guardar todo ese carbón. Cuando digo yo, ¿tú sabes que yo voy a hacer ahora? Voy a envasar carbón en funditas para el detalle. Porque todas las mujeres que iban a un colmado a comprar carbón se embarraban las manos al vaciarlo de una latita que era de salsa de tomate. Busqué más locales para meter carbón y convencí y contraté a decenas de mujeres para empacar carbón. Y en vez de la latica de salsa, me empacaban en funda. Te puedo asegurar que la primera industria de carbón en República Dominicana la tuve yo.
Comencé a vender carbón empacado en esas fundas a los supermercados, hasta las farmacias recibían carbón, porque no le llegaba nada de sucio, mucho más a los colmados. Ese negocio se preparó de tal forma que yo era el único. Cuando los camiones venían llenos de carbón de la región Sur, yo los esperaba en el kilómetro 12 de Haina. Yo nada más le preguntaba ¿Cuántos sacos traes hoy? Y me decían tantos sacos y los compraba todos. El negocio “más sucio” era ese. Pero cuando iba al banco, metía los cuartos por aquí, los sacaba por allí. Era un negocio limpio. Oye, limpiecito, era mío todo. Yo era un tigre, un león, llegaba y apagaba a todo el mundo.
¿Cuántos años tenía en ese momento?
AM: Apenas 22 años, pero había producido dinero para hacer todas esas cosas. No era todo el mundo que tenía esta visión. Siendo un muchacho, todavía te estoy hablando del ciclón David. En un muelle se ahogaron varias guaguas de 15 pasajeros, eran de la Santo Domingo Motors. Yo me doy cuenta de eso y cojo para allá, y yo, haciéndome el inocente, le digo: “¿Y a cómo venden esas guaguas dañadas”? Y me dicen: “Bueno, mira, esa nueva la están regalando, esos minibuses nadie los quiere, porque se metió el mar”. Y se las compré. Las compré a dos mil quinientos pesos. Nuevecitas, a dos mil quinientos pesos la saqué. Se ahogó en el puerto de aquí. Ellos no sabían que, si no se le había usado ese motor, estaba selladito, si no habían prendido el motor, no tenía nada. Los asientos sí estaban dañados por el agua. Yo las compré todas. Ahí vengo yo y tengo esa cantidad de guaguas nuevas después que las lavé, las preparé, estaban buenas.
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¿Y usted recuerda cuál era el precio normal para ese tiempo? —Costaban como 11 mil y pico en ese momento y lo sé, porque después yo quería, o había un hermano mío que quería una. Y voy a donde Jacinto Peynado y le digo que quiero una guagua Toyota, pero nuevecita de caja, porque mi hermano me dijo que quería una Toyota para viajar de aquí de la Capital a Santiago. Digo yo: “Está bien, yo te la voy a comprar”. Cuando voy, la guagua costaba once mil doscientos cincuenta pesos. Recuerdo que tenía una alcancía de 8 blocks al lado de la cama en el Simón Bolívar. Le digo: “Déjame ver cuánto tiene la alcancía”. La destapo, y había 13 mil y pico de pesos, en moneda de 50 centavos. La gente de La Sirena, de la Gran Vía fue allá a buscar ese dinero en menudo. Pesado le vendí el dinero, la plata pesada, y con ese dinero compré esa guagua cara. Tuve problemas con Jacinto porque no me quería entregar mi guagua. Después de que se la compré, duró como un mes sin entregármela, y yo esperando mi guagua para llevarla donde la Virgen de la Altagracia, en Higüey, a mostrarle la llave.
¿Y por qué Peynado no la quería entregar?
AM: Porque él decía que le parecía dudoso, que un muchacho como yo pudiera tener tanto dinero, que eran unos miles de pesos que yo le pagué, y eso era una sospecha que yo pudiera tener esa cantidad de dinero. Oye, te estoy hablando de 11,250 pesos. Entonces, ahí fue que le dije cómo yo los conseguí y le hablé de la alcancía y tuve que ir a La Gran Vía y a La Sirena, a buscar un papel diciendo que ellos me habían comprado ese dinero en plata para llevárselo a Jacinto para que me entregue mi guagua. Eso fue increíble. Yo garantizaba de dónde saqué el dinero, porque no estaba la ley del lavado, pero parece que era un problema. Entonces, los asientos tenían su forma especial tan bonitos y él no me la quería entregar.
¿Así fue como usted inició el transporte de pasajeros?
AM: Sí, de esa manera fui entusiasmándome con ese negocio del transporte de pasajeros
Hoy se dice que es usted el más duro en esta actividad ¿Cómo fue creciendo eso?
AM: Bueno, ya a los 34 años yo tenía 70 autobuses. Manejaba una cantidad de viajes interurbanos a todos los pueblos y también el concho en las “Guaguas Amarillas”. Ya venía el año 89 y yo hasta podía hablar con Joaquín Balaguer, que era el presidente de la República en ese entonces.
¿Llegó a hablar directamente con él?
Varias veces. Con Balaguer… yo nunca fui una persona de Balaguer, pero él era una persona que se sentaba a hablar conmigo, con un hombre joven, pero con mucha experiencia. Balaguer decía a los demás sindicalistas: “Con Antonio se puede hablar, Antonio escucha a uno. Porque Antonio tiene una mentalidad que, si hubiera podido estudiar, pudiera ser presidente del país”, les decía Balaguer a ellos. Balaguer siempre me recibía con mucha cortesía. Cuando teníamos problemas, porque yo me metí al movimiento sindical a los 20 y pico de años, a los 22, 23 años, porque tan pronto comencé a ser transportista, inmediatamente me interesó la situación de las regiones Sur, del Cibao, del Este y de aquí de la Capital. Ahí es donde comienza mi vida sindical, un muchacho. Entonces también me meto en el negocio de los camioneros, con el señor Castillo, y eso me ayuda a ir conociendo el panorama, formando sindicatos, formando empresas y haciendo esto y lo otro. Entonces, en 1989, comienzo a organizarme como empresa. Sindicato y empresa. En 1981, me comienzo a organizar como empresario. Yo no entendía lo que era una empresa. Me decían que era mejor porque se organizaba mejor la economía. Hice una compañía de transporte, Transporte Dominicano. Después hice una que le decían Isla Bus y la Isla Bus Urbana. Entonces ya tenía tres empresas entre el año 1981y 1982.
¿Cómo defines usted ahora la cantidad de vehículos en circulación?
AM: Es un desastre. La República Dominicana se llama Vietnam 2. De los países del mundo que he visitado, el país que más motores tiene en el mundo se llama Vietnam. La República Dominicana está pisándole los talones a Vietnam. Del desastre del tránsito aquí, los gobiernos son culpables. No vamos a decir que el gobierno actual, porque estos grandes taponamientos y esta situación, los gobiernos les sacan resultados, porque ahí está el pago de la deuda externa, hay más consumo de combustible. Y ahorita, cuando tú llegaste, estaba yo hablando con el que era director del INTRANT, Rafael Arias, y estábamos conversando un poco. Yo le dije: “El transporte de autobuses, de los corredores colectivos, es un fracaso”. Y él decía: “Se lo creo, porque cuando usted dice una cosa, usted la está mirando”. Digo: “Aquí solamente los autobuses andan llenos cuando está lloviendo; si no está lloviendo, andan vacíos”. ¿Por qué? Porque los moto conchos ahora, y el presidente tiene una doña en el INTRANT, una señora que piensa cómo destruir el país tan rápidamente como pueda en cuestión de los motores. Se ha encargado de crear un desorden en el transporte de moto concho y a todo el mundo le dan una licencia para que pueda andar en el transporte. Podemos decir que todo el que invierta en transporte aquí fracasaría hoy o mañana. El Gobierno no va a aguantar el subsidio al sector del transporte, no lo puede aguantar. ¿Por qué? Porque cuando el banco viene y me hace un cálculo, el banco, el Banco Interamericano de Desarrollo y me dicen a mí, los técnicos, que en la ruta de la Núñez de Cáceres, yo debo montar diario 12,136 pasajeros y se montan 5,000, yo tengo 7,000 pasajeros menos. Pero dice que el próximo año yo voy a montar 20,000 y se montan 7,000. Todo eso es pérdida para el sector
¿Entonces, qué tiene que hacer el gobierno?
AM: Buscarlos. Buscar esos pasajeros porque el cálculo lo dio el Estado. Entonces, el gobierno me hace meter en un fideicomiso y el fideicomiso no da el resultado que tiene que dar. Tú ves aquí muchos aspirando a los corredores, pero todos los corredores serán un fracaso, uno detrás de otro, y el Gobierno no los va a aguantar. El proyecto de la OMSA fracasará, y ha fracasado en manos de todos, porque la OMSA no la aguanta nadie. El gobierno en pasajes con la OMSA le sale por ochenta y pico de pesos diarios, aparte de lo que tú pagas como pasajero. Eso no lo aguanta nadie, es un barril sin fondo. Entonces, aquí no hay orden.
¿Qué debiera hacer el Estado dominicano?
AM: Debiera prohibir con camioneta, con operativo, el concho que circula por las rutas de los autobuses. Prohibirlos, que esos corredores sean especiales. No hay forma de que el Gobierno quiera prácticamente buscarle solo una solución al transporte. Yo te digo que el transporte tiene solución, pero hay que hacer cosas y el Gobierno debe dejar que se hagan.
¿Qué impide que el gobierno asuma un proyecto que hasta adecentaría el sistema de pasajeros?
Mira, hay un partido político que puede tener buena intención. No lo va a hacer, porque como dijo el señor Morrison, él tiene un partido político que quiere que el partido crezca. Y es un sector que tiene 3 millones de personas y poner reglas crea problemas con esas personas. El gobierno no lo va a hacer, porque ahora pudiera hacerlo, porque no será candidato a la Presidencia de la República jamás, pero eso afectaría a su partido. Aun así, el gobierno tiene que buscar una solución al problema. Aquí nadie quiere vivir en la Capital. Nadie quiere vivir en la capital por este caos, este desastre. Todo el mundo quiere irse ya para un pueblo. Llegó el fin de semana, tú quieres vivir en un pueblo, no quieres vivir en la Capital. Esto no lo aguanta nadie. Además, cada tres meses hay una feria para la venta de vehículos de ANADIVE, donde se involucran otras empresas y venden 10 mil millones en vehículos. ¿Sacan un vehículo de circulación tras vender esa cantidad? No, no lo sacan, lo dejan ahí. Yo le propuse al gobierno varias veces, con mis conocimientos, que vayan sacando del sistema una cantidad acorde con los que van entrando, pero no me hacen caso. Aquí todos tenemos que aportar para la solución del tránsito, para poder sacar las chatarras del país; de lo contrario, no se va a corregir esto.
¿Mientras tanto, qué hace usted?
En mi condición de senador de la República, estoy presentando un proyecto de ley para regular las ferias, pero tú sabes que ese es un problema, porque con los poderosos nadie puede. Aquí, las leyes son las que los poderosos quieren que se apliquen. Los partidos políticos, desde que llegan al Senado o a la Cámara de Diputados, que tienen mayoría, no hacen nada, sin la orden de arriba, del Palacio Nacional; el senador y el diputado están para levantar la mano. Y cuando bajan la línea, el proyecto pasa, aunque tú no estés de acuerdo. Si el partido tiene mayoría, pasa porque pasa. Entonces, por eso fue que hice el planteamiento de que aquí debiera haber una sola cámara que nos ahorrara mucho dinero, muchos millones, y que los proyectos caminaran en una sola cámara. No debería haber dos cámaras, y en vez de tener tantos congresistas, solamente deberían haber 67. El Senado hace cosas que mañana perjudican a mi familia, a ti, a mis vecinos y a mí mismo, como me ha pasado mucho, que lo único que hacen esos legisladores es levantar la mano, justificar un salario.
¿Cómo llega usted a interesarse en la política? Porque usted acaba de decir que es un senador de la República exitoso, ya tiene dos periodos. ¿Qué lo impulsa a meterse en la política cuando lo suyo era comprar mercancía en el campo y revenderla?
AM: Cuando yo era dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), siempre fui un hombre de confianza del líder de todos nosotros, el doctor José Francisco Peña Gómez. Le daba dinero a Peña Gómez, aunque también le daba a Balaguer, a los que estaban cerca, para que estuvieran bien, y le abría un crédito en una bomba de gasolina, para que ellos cogieran combustible. Yo era la "niña linda" de José Francisco Peña Gómez. Nunca le pedí nada. Era una persona que resolvía problemas. Recuerdo que era director del Departamento de Equipos y Transporte en el PRD y manejaba uno de los mayores presupuestos, siendo joven, porque todos los fondos de esas cosas y de pilas de vehículos eran manejados por mí. Si Peña Gómez necesitaba una computadora, yo la compraba, porque era jefe de equipos y transporte; Eso incluía desde una grapadora hasta todo lo demás. Tenía mi oficina cerca de Peña Gómez en avenida Bolívar, donde estaba nuestra Casa Nacional, una pared nos dividía. Miguel Vargas estaba como tesorero. Cuando el PRD se desbarata, salgo con un proyecto y digo que vamos a hacer un partido mayoritario. Así dividimos el PRD entre Primero la Gente y el PRM, pero en esencia, eran casi lo mismo. Yo me quedé con el nombre, lo registré y me lo autorizaron como partido. Luis Abinader, en 2016, va a mi finca y me dice: "Vine a hacerte una propuesta". Yo le pregunté: "¿Qué quieres?". Luis había sido asesor económico de CONATRA, trabajando conmigo, y me dice: "Yo presidente y tú vicepresidente del país en 2016″. Ya él iba a ser candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno. Entonces, le dije que no quería eso, que iba a ayudar, pero no iba a aspirar a eso. Le dije que buscara a una mujer, porque eso le suma votos. Luego, me dijo que quería que yo fuera el candidato a senador de Bonao. Dije que no, que se lo diera a Niño Fermín, que él podía ganar esa senaduría. En Bonao, no quería ser candidato pues soy de Santiago Rodríguez, aunque he estado en Bonao desde 1981, con grandes inversiones. Le dije que se lo diera a Niño. Después, Hipólito me dijo que quería que aceptara ser senador en Santiago y le respondí que no había ido a Santiago en 40 años. Hipólito me mostró una encuesta que decía que tenía un 12%. Dije que nadie me conocía. Me convencieron y me metí en Santiago Rodríguez. En cada casa que bajaba, la gente que me conocía me decía que no me deje robar las elecciones. Gané las elecciones en 2020, pues ya tenía una inversión hecha y me midieron, tenía un 36% de simpatía. Entonces acepté y gané. En 2024, no quería volver, pero me dijeron que tenía que ayudar. Hice un juramento de no volver como senador. Gané prácticamente muy bien, sin hacer muchas cosas.
¿No ha pensado que podría ser presidente de la República?
AM: Mira Lito, eso le pasó a Franco Badía. Cuando llegó al Ayuntamiento de la Capital, todo el mundo quería a Franco Badía como presidente. Franco Badía nació en el Palacio. Pero hay muchos funcionarios que, desde que los nombran, quieren ser presidentes. Pero cuando los sacan de su cargo, nadie los visita. Lo que se busca es mantener un Ministerio. Nosotros tenemos un proyecto político, que es Partido Primero la Gente, que nació cinco meses antes de unas elecciones y sacamos 103 mil votos. Sacamos votos en los 158 municipios y en los 235 distritos. Yo no soy del PRM. Tengo un proyecto que es Primero la Gente. Vamos a hacer un análisis y a partir de marzo, la comisión política de Primero la Gente saldrá a las calles. Vamos a reestructurar el partido. Hasta ahora ya tenemos doce provincias visitadas y la reestructuración hecha. Vamos a salir a la calle a ver qué podemos hacer. Hay gente interesada, incluso del PRM, que quieren ser candidatos. Si Dios quiere, el partido va a crecer. La gente ha perdido la esperanza. Las bases del PRM están muy descontentas porque no les han dado nada. Este país está viendo muchos cambios y puede que se dé una preparación inteligente y con visión empresarial. El Estado dominicano es una gran empresa y si no se maneja bien, no se obtendrán los resultados deseados. Yo veo a un pobre por falta de medicina, por una cirugía, por un análisis que no ha podido pagar. Si llego a ser presidente, juro que limpiaré la República Dominicana.
Finalmente, se menciona mucho su nombre con relación al problema de tránsito vial en el kilómetro 9 de la Duarte ¿Qué pasa con eso?
AM: Cuando se habló de la autopista Duarte, se mencionó en 1996, cuando Leonel Fernández quería que le cedieran un carril para ampliarla. Yo le dije que esa terminal no tenía acceso y que iban a fracasar. No lo hicieron. Luis me planteó la necesidad de ampliar a 14 carriles. Dije que no había problema. Le cedimos, pero dejaron dos carriles fuera. Nosotros estamos en negociaciones para comprar una bomba gasolinera en el kilómetro nueve y medio y trasladar la parada a ese lugar. No hemos tenido inconvenientes, hemos cedido todo, sin problemas.
¿Por qué mencionan a Antonio Marte como obstáculo?
Porque Antonio Marte es un nombre dulce muy conocido en el país. No somos un obstáculo para el Estado. Hemos cedido todo sin inconvenientes.
Muchas Gracias.