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miércoles, febrero 5, 2025

Posibles salidas en Venezuela

Por Rafael Céspedes Morillo

Cuando, faltando casi un mes para las elecciones, sugerí que se crearan las condiciones para “obligar’’ al gobierno a una reunión de alto nivel para firmar un acuerdo de advenimiento, pensaba en varias cosas. La primera era que el régimen no aceptaría, lo cual pondría a la oposición en una situación de ventaja frente al mundo y al mismo pueblo venezolano. Si aceptaban, se les propondría la firma del acuerdo con testigos de valor y credibilidad. Sin embargo, tampoco aceptarían, y esto continuaría beneficiando a la oposición. En la remota posibilidad de que firmaran, ese sería el objetivo final, por lo que la oposición ganaría también en ese escenario.

No se tomó en cuenta. Asumo que los estrategas de la oposición consideraron esta idea una locura, algo sin base ni razón, e incluso innecesario, dado que “estamos sobrados". Visto el resultado —que, por desgracia, fue casi una foto de lo que señalé—, entonces comenté: "Vamos a una negociación con el régimen. Planteemos unas segundas elecciones, esta vez con María Corina como candidata; propongamos una remoción del Consejo Nacional Electoral (CNE) y otros ajustes al sistema que permitieran no solo asegurar el resultado a obtener, sino también garantizar que se pudiera cobrar la victoria". La práctica ya había demostrado que, en elecciones previas, no habíamos logrado hacer valer nuestra victoria.

Tampoco me dieron credibilidad. "Nosotros no necesitamos negociar; nosotros ganamos", decían, olvidando que muy poco valor tiene una victoria que no se pueda concretar. Ese era el escenario que teníamos y en el que cada día se perdía espacio.

La oposición real de Venezuela —esa, cuyo liderazgo principal está en manos de María Corina— debe trabajar en varias cosas, ¡claro!, a mi humilde entender. 

Un liderazgo sin credibilidad es un espejismo político. No debe perder el valor de la acción, y, de manera especial, no debe perder credibilidad. No pueden seguir diciendo que van a tomar el poder y no pasa nada; eso irá minando la confianza del pueblo y será muy peligroso. 

Mientras, un punto a considerar es que el pueblo no puede darse el lujo de mantener una lucha permanente, dejando de lado aspectos familiares y de otras prioridades. 

La oposición debería diseñar una estrategia política basada en el "cerco" internacional, fortaleciendo los estamentos sociales en los lugares (Estados) con mayor capacidad de movilización y creando las condiciones sociopolíticas para que sea el pueblo quien dicte las direcciones. Este pueblo, organizado, produciría las movilizaciones, acciones y estructuras necesarias para demostrar al mundo que son el puño de Dios, levantado en masa, para alcanzar su propia libertad, siempre bajo las orientaciones de los líderes.

Se debe aumentar la grieta social para crear las condiciones que permitan fracturar el sistema desde adentro, incentivando las disidencias internas en el régimen. Si no existen, crearlas o generarlas, aunque sí creo que las hay, que esa ‘’monolítica unidad’’ es una necesidad en ellos, pero en el fondo no tienen los mismos criterios, solo coinciden en apoyarse unos a otros, para mantener el poder. Se podría procurar la salida parcial, por lo menos por un tiempo, aunque haya que convivir con algunos sectores de ellos.

Los venezolanos, en un alto porcentaje, creyeron que Chávez era la solución. Se equivocaron, pero no podemos verlos como enemigos de Venezuela. Simplemente se equivocaron, y ahora, podrían rectificar, enmendar y reencauzar sus criterios hacia los caminos correctos, contribuyendo con un mejor servicio al país.

De no surgir un coronel que se case con la gloria, una organizada revuelta popular o una negociación entre grandes potencias que incluya la salida del régimen por razones de salud, serán los propios venezolanos quienes deberán definir, organizar y redibujar su camino. Este camino no podrá ser a través del voto, sino con otra estrategia o por otra vía.

Es importante recordar que un régimen como el que desgobierna a Venezuela —tripartito, según mi análisis, entre Venezuela, Cuba y otros— no facilitará una salida sencilla. Sin embargo, los venezolanos merecen mejor suerte. Deben saber que serán ellos mismos quienes deben construirla, son ellos los que deben avanzar hacia la nueva y urgente Venezuela. No esperen que le presten la muleta, caminen, aunque sea cojeando, pero caminen. 

Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes

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