Por Héctor Linares
Las cifras de Madrid, expuestas en Fitur 2025, una de las más, sino la más, importantes ferias turísticas del mundo catapultan al turismo como la espina dorsal de la economía dominicana.
El turismo es el centro motor de la economía y el bálsamo de los malestares que suelen producirse en la balanza de pagos, pues aporta alrededor del 24% las divisas que ingresan al país por diferentes conceptos. También capta más de una cuarta parte de la inversión extranjera directa que llega al país.
El anuncio durante el evento de que el país cerró acuerdos para propuestas de inversión en proyectos turísticos por valor global de US$6,750 millones, consolida al sector como el más consistente receptor de inversión extranjera directa a la Republica Dominicana.
Esa cifra consolida al turismo en la cima de los sectores receptores de inversión extranjera directa, por encima del sector energía, de la minería, el sector inmobiliario y de las telecomunicaciones. En los primeros tres trimestres del 2024 el turismo promedió captaciones de inversión extranjera directa por unos US$325 millones, y la energía, una media de unos US$230 millones trimestrales. Como generador de divisas, el turismo recuperó su liderazgo el año pasado, con un monto de US$10,600 millones, suma que representó el 24 % de todas las divisas que ingresaron al país en ese período.
El país asiste generalmente a numerosas ferias internacionales de turismo, en las que el sector privado y el sector público acuden a promover el destino Republica Dominicana, a concertar negocios y atraer inversiones. Las más importantes de esas ferias son las de Fitur, en cada enero en Madrid, España; ITB de Berlín, en Alemania, que se realiza regularmente entre marzo y abril, y Top Resa, en París, Francia, en septiembre. Otras ferias y eventos similares en Suramérica, La Florida, México, Rusia y Canadá son de un interés más limitado para autoridades, hoteleros y banqueros dominicanos.
Las ferias de Madrid, Berlín y París son el centro del interés de los hoteleros, banqueros y el Ministerio de Turismo, ente oficial cuyo papel protagónico en la promoción del país como destino ha bajado intensidad, quizás por la falta de recursos. No obstante, esa menor intensidad del Ministerio de Turismo, en comparación con seis o siete años atrás, el sector privado a través de todas las actividades vinculadas ha incrementado su papel promotor.
La banca comercial, a través de los tres mayores bancos del sistema, con el Popular a la cabeza, se ha convertido en un brazo de sustentación de las inversiones en el sector. El estatal Banco de Reservas y el Banco BHD son las otras dos entidades que tienen importantes proporciones de sus carteras de préstamos dirigidas al turismo.
Según estadísticas divulgadas a partir de Fitur 2025, la cartera privada de la banca comercial dominicana representa el 10.2 % de su cartera de préstamos.
El monto absoluto prestado al sector por la banca dominicana, al cierre del 2024, ascendía a RD$117,714.5 millones, unos US$1,933.2 millones a La tasa de cambio de ese momento. Ese elevado monto es un indicativo del apoyo que le da la banca dominicana a la llamada industria sin chimenea, cuya historia tiene muchos héroes, anónimos y declarados.
Visionarios que en su momento parecieron ilusos soñadores como Ángel Miolán y Frank Rainieri son candidatos para ingresar al salón de la fama del turismo dominicano.
El apoyo para el despegue
Desde el Estado, el gran impulso inicial provino del Banco Central, que creó un fondo especial para canalizar recursos provenientes de organismos financieros internacionales (Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo, principalmente). Se trató del INFRATUR, el brazo financiero que canalizó vía el sector bancario el financiamiento para, entre otras zonas y destinos, el polo de Puerto Plata, la cuna del turismo de la República Dominicana. Eran los años finales de la década de los años 70 inicios de la de los 80.
La industria turística recibió otros apoyos y respaldos, además del soporte de financiación. Tan importante como los recursos que llegaban desde el INFRATUR, el Estado le proporcionó al sector la que ha sido una de las mayores y más completas leyes de incentivos fiscales, la Ley 153, derogada por el Código Tributario aprobado por la ley 11-92. La derogación de esa legislación no implicó un desamparo fiscal para el turismo. Otras legislaciones posteriores al Código Tributario restablecieron los privilegios al sector, los cuales permanecen y estuvieron en el escenario de eliminación planteado por el retirado proyecto de reforma fiscal del año pasado.
Con la ojeriza de algunos sectores que entienden que ya puede caminar sin el apalancamiento fiscal de los incentivos, el turismo sigue siendo atractivo para visitantes e inversionistas extranjeros.
Y también crece como sector transversal de la economía, por su vínculo con servicios como el transporte y las comunicaciones, además de su estrecha relación con sectores como la agropecuaria y la construcción.
La demanda de productos alimenticios de origen agropecuario y de bebidas de producción nacional que hace el sector turístico ronda los 800 o 900 millones de dólares anuales, lo que equivale a una exportación sin pagar flete, porque no sale del territorio nacional.
Empleos
Las decenas de miles de plazas laborales, directa e indirecta que genera el turismo, son puestos que contribuyen a la reducción de la pobreza.
Las provincias donde se albergan polos turísticos figuran entre las que menos pobreza hay. Los salarios del sector, en la parte baja, necesitan mejorías.
