Por Yancen Pujols
El león mordió mortalmente al tigre y el líquido escarlata que se esparció por el terreno de juego confirmó la muerte del hoy otrora bicampeón.
Salve Escogido, nuevo monarca otoño-invernal.
Los melenudos, bajo la tutela de Albert Pujols, y con el sello de un batazo para la historia de Junior Caminero sumaron a su colección de coronas la número 17, una muy especial al ser contra quien una vez fuese su gran rival y lo épica que fue esta batalla.
Ese palo de Caminero, el portento de los Rays de 21 años de edad con un estilo de juego que genera respaldo y críticas, es una página clase aparte. Fue en la parte alta del noveno, juego empatado 5-5, conteo de 1-0 contra el líder en salvamentos de todos los tiempos, Jairo Asencio, por los 411 pies del jardín central del Estadio Quisqueya.
Ese fue el jonrón número 17 en los anales del llamado “Coloso del Ensanche La Fe” por el también bautizado “Monstruo Verde”, pero de los 16 previos ninguno había sido en una final y muchos menos en un séptimo y decisivo partido y ni hablar de ser el palo que inclinó la serie a favor del Escogido, que no se coronaba desde 2015-16.
¡Vaya tablazo! 454 pies de distancia y 114.2 millas de velocidad de salida.
Aunque los Tigres amenazaron en el cierre de la entrada y una señora jugada de Sócrates Brito en el prado derecho ante línea corta de Francisco Mejía evitó que Licey lograse su cetro 25, ese vuelacercas de Junior, escogidista de infancia, seguirá resonando por muchos años con la misma intensidad que dañó la pizarra tras impactarla sin piedad.
Licey, acostumbrado a los escapes de la muerte, se vio a ley de un out en el juego seis, la noche anterior, pero Gustavo Núñez dio un cuadrangular para empatar 4-4 con Michael De León en circulación. El Estadio Quisqueya se quería caer y muchos corazones pasaron las respectivas pruebas de condiciones óptimas, otros pidieron citas con cardiólogos y pocas uñas sobrevivieron.
La controversia dijo presente cuando el bate de Núñez fue confiscado para revisión a solicitud de la cueva carmesí, el propio mánager la ejecutó, y una gran parte del país estuvo a la espera el lunes en la mañana de la prueba de rigor, bastante rudimentaria, dicho sea de paso, que indicó que el madero no tenía corcho, estaba limpio, sin adulteración y por lo tanto se procedía con una palabra que en los deportes encanta: juego 7, entiéndase sin mañana, de vida o muerte.
Para Pujols, mejor no podía ser el libreto. Campeón con el Escogido en su primera prueba como capataz. Mejor de ahí se daña. Es un seguro inmortal de Cooperstown y ahora dirigente ganador.
A los grandes los persigue la historia, dijo alguien por ahí.
Crédito a Brito, Jean Segura, de valía para la causa roja, a su gerente Luis Rojas y la plana mayor de los flamantes campeones locales, entre muchos otros colaboradores.
Licey estaba tras su tercer anillo en línea, buscando igualarse con el propio Escogido, el único que lo ha hecho en dos ocasiones (1955-56, 56-57, 57-58 y 1987-88, 88-89 y 89-90).
No obstante, el león puso freno al intento de emulación de los rayados con un estacazo y una atrapada que serán inolvidables junto a la guerra de siete encuentros.
Hay un nuevo rey, precisamente a quien se señala como el que manda en la selva.
El león ruge y rugirá hasta que concluya el venidero torneo.
Al fenecido tigre, junto a los liceistas, solo les queda el consuelo de que siempre habrá un octubre.