Por Federico Pinales
Sentí un regocijo indescriptible, durante mi último recorrido por las Islas Vírgenes, americanas y británicas, ubicadas en el Caribe, al escuchar de boca de algunos de sus habitantes, una versión muy positiva, sobre el nuevo comportamiento de los dominicanos y las dominicanas residentes en esos países.
Es una versión totalmente opuesta a las que se escuchaban antes, hasta en la propia República Dominicana, sobre los y las compatriotas que emigraban a esos territorios y a otros del Norte, Centro y Sur América, donde los dominicanos (varones y hembras) decentes sentíamos vergüenza al tener que admitir que éramos de nuestra madre patria, porque a finales de los años 70, las décadas de los 80 y 90, muchos compatriotas, no todos, habían proyectado la imagen de que nuestro país solo exportaba ladrones, traficantes, sicarios, atracadores, prostitutas y mafiosos, en sentido general.
En esos años, mis ojos vieron y mis oídos escucharon ejemplos de esa triste realidad, que hoy, afortunadamente, ha ido cambiando paulatinamente. Hasta el punto de que ahora, aunque el fenómeno no ha desaparecido totalmente, ni va a desaparecer. Por lo menos ya los anfitriones de las últimas emigraciones opinan diferente sobre los nuevos visitantes.
Ya no dicen que las mujeres dominicanas son “prostitutas”.
Ahora las califican de bellas, amables y trabajadoras.
Igual se expresan sobre los hombres. Los cuales están sobresaliendo en el área de la construcción. Así lo aseguraron las personas entrevistadas en la Isla de Tórtola, donde, según ellos, los dominicanos han construido la mayoría de las edificaciones que los ricos han levantado en los últimos años.
Algunos llegaron a decir que hay muchos dominicanos que se han encontrado fortunas durante el proceso de demolición de algunas viejas mansiones que han derribado para construir otras nuevas.
De acuerdo con la versión de los entrevistados en Tórtola, esas fortunas han sido encontradas dentro de las paredes de las viejas edificaciones, que pertenecieron a poderosos narcotraficantes, que se escondían en las elevadas montañas del archipiélago de Tórtola, compuesto por 60 islitas, con una población total de 40 mil habitantes. En su gran mayoría personas acomodadas, con grandes mansiones en las partes más montañosas del territorio.
El punto más elevado de Tórtola mide 521 metros y la isla más grande mide 56 kilómetros cuadrados, según la enciclopedia Wikipedia.
San Thomas es la isla más poblada, de las islas Vírgenes Americanas, con aproximadamente 53 mil personas, mientras que Tórtola es la más habitada de las Islas Vírgenes Británicas, con más de 40 mil y en ellas residen muchos laboriosos dominicanos, que, con su trabajo honestos y decentes, están poniendo en alto el nombre de su patria, República Dominicana.
Igual también apoyan a los artistas dominicanos cuando se presentan en los escenarios de esos territorios, como me lo aseguró la cantante romanense con raíces en San Cristóbal, Yorgely Del Rosario Nolasco, quien canta fija en el crucero de Norwegian, acompañada por el pianista Darleng De Los Santos, también dominicano.
Ambos son aplaudidos todas las noches de 7:30 a 11:00, por todos pasajeros y tripulantes amantes de la música tropical, dando preferencia al merengue, a la salsa, a la bachata y al son cubano.