Por Federico Pinales
Al Tribunal Constitucional habrá que levantarle un altar, por esa valiente decisión que acaba de tomar.
Con ella, el Constitucional, intenta ponerle freno a esa mafia descomunal y legal, que tienen los partidos en la Junta Central Electoral.
Chupándose los impuestos que paga el pueblo, a través de esa institución.
Se valieron de sus representantes en el Congreso Nacional, para auto asignarse unas millonadas indecentes, Supuestamente para cerrarle el paso a los delincuentes, evitando así la entrada de dinero sucio a las campañas electorales.
Después que la Junta Central Electoral empezó a entregar ese financiamiento a los partidos, se multiplicaron los males, por varias razones fundamentales:
- Primero, empezaron a surgir semilleros de partiduchos bisagras, en busca del reparto del pastel.
- Segundo, las organizaciones dejaron de ser partidos y se convirtieron en empresas de pequeños dictadores disfrazados de demócratas.
- Tercero, se multiplicó la entrada de grandes capos a los “partidos” y por vía de consecuencia al Congreso Nacional y a las demás instancias de poder del Estado.
- Cuarto, se le cerraron todas las puertas a verdaderos líderes naturales, locales y nacionales, honestos, capaces, decentes, sin compromisos con intereses oscuros y con verdadera vocación de servicio a la humanidad y sus respectivas comunidades.
Con esa última sentencia del Tribunal Constitucional, anulando la obligatoriedad de pertenecer a un partido para poder aspirar a cualquier cargo electivo, se les abren las puertas a las comunidades que deseen postular a personas representativas, sin importar el color de la organización a la que pertenezcan.
Solo así, podría llegar el momento de elegir a verdaderos representantes del pueblo que sufre y que de lo poco que recibe chiripeando, tiene que pagarle impuestos al gobierno para mantener a un grupo de holgazanes viviendo como reyes, en grandes mansiones veraniegas, yates, carros de lujos, guardaespaldas, dos y tres “queridas”, con carros, choferes y sirvientes hasta para caminarles los perros, con seguros de primera, viajes, vacaciones por el mundo con toda la familia.
Para poder mantener ese abusivo estilo de vida, es que después que son electos les venden sus almas hasta al Diablo, en perjuicio de quienes los llevaron a las posiciones.
El que vivió aunque fueran 10 años de la era de Trujillo, no puede desear la llegada de otro Trujillo, pero sí la de un Buckele o un Manuel López Obrador.
Y de la única forma que eso puede suceder, es aplicando con todas sus letras la nueva sentencia del actual Tribunal Constitucional.
Resulta difícil encontrar a alguien no comprometido, pero como yo sé que no soy el único, invito a los demás a comprometernos solo con los que no tienen voz y con los que toman decisiones correctas en favor de las grandes mayorías, usada sy manipuladas por esas indolentes sanguijuelas, enquistadas en las cúpulas de los partidos, sirviendo de refugios, a mafiosos , delincuentes y carroñeros, que al igual que ellos se han pasado la vida chupándoles la sangre a los más desposeídos, como vampiros insaciables.
Viva el Tribunal Constitucional, mientras continúe tomando decisiones favorables a los mejores intereses de la nación y de la humanidad.