Por Emiliano Reyes Espejo
ere.prensa@gmail. com
A raíz del ajusticiamiento del generalísimo Rafael Trujillo Molina, en 1961, varios gobiernos de corta duración se sucedieron, en medio de la convulsa situación política y social, lo que dio lugar a una etapa de preocupante inestabilidad en el país.
En ese periodo pasaron los gobiernos de Joaquín Balaguer (1060-1962), quien fue un hombre del entorno intelectual y de la servidumbre del régimen; el consejo de Estado, encabezado por del doctor Rafael F. Bonnelly, y luego el profesor Juan Bosch.
Las cosas parecerían cambiar en la sociedad dominicana con la elección del profesor Bosch en las elecciones de 1963, gobierno que fue derrocado siete meses después, causando esto un generalizado malestar en la sociedad, que culminó con la revuelta de abril de 1965.
En medio de la convulsión provocada por el golpe de Estado del gobierno de Bosch, se nombró un Triunvirato presidido por el licenciado Emilio de los Santos, quien renunció a raíz de la ejecución en la montaña de Las Manaclas del doctor Manuel (Manolo) Aurelio Tavárez Justo y sus compañeros de guerrilla. A De los Santos lo sustituyó en el Triunvirato el empresario, doctor Donald Reíd Cabral.
La gestión del Triunvirato exacerba los ánimos, y un grupo militar con apoyo del pueblo, desata la revuelta de abril de 1965. Como resultado de intensas negociaciones, se le dio una salida política a la “revolución de abril”, con la designación a la Presidencia del doctor Héctor García Godoy, quien se encargó de organizar las elecciones de 1966, la cual terminó con la victoria del doctor Joaquín Balaguer como candidato del Partido Reformista.
Policía represiva
Durante ese periodo de la vida política dominicana, la juventud de entonces fue la que más sufrió una ola represiva desatada por el sistema heredado de la tiranía trujillista. De esa manera fueron reprimidas las organizaciones que agrupaban mayormente a jóvenes que tenían ideas de izquierda, verbigracia, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Movimiento Popular Dominicano (MPD), Partido Socialista Popular (PSP) y otros.
Para la labor represiva se utilizó a la Policía Nacional y a militares, creándose entonces fuerzas de choques para enfrentar los reclamos, protestas, movilizaciones y manifestaciones de estas agrupaciones políticas. Los agentes policiales utilizados se les conoció como “Cascos Blancos”.
Esa ola represiva provocó un rechazo generalizado de la población en contra de la Policía. La situación llegó a un nivel tal que los descontentos se expresaron muchas veces a través del canto popular. Se recuerdan las canciones de protestas, pero muy especialmente las cantadas por el nunca bien valorado Ramón Leonardo y el inmenso Johnny Ventura.
Los indios
Una de las más populares de estas canciones fue interpretada por Johnny Ventura y su Combo Show, “El ritmo merembé”, en la que El Caballo alude a los indios. Esta canción de la autoría de otro icónico merenguero, don Joseito Mateo, se inicia con “un golpe de tambora” y luego el grito del lamento indígena: “¡Los indios…! y ahí entran las magistrales trompetas del Combo Show…” y después la interpretación de Luis Sánchez: …“ritmo merembé, qué rico está mi ritmo, ritmo merembé…”. Este popular merengue del Combo Show, grabado en 1968 bajo el sello Kubaney Records de Mateo San Martín, resonó de manera incesante por todos los rincones del país.
En tanto, el grupo Expresión Joven del cantautor Ramón Orlando cantaba…” Señor gobierno abra las rejas, Señor gobierno, a las ideas nunca pretenda meterlas presa…en esos muros, ya no va presa tras esas rejas. …“Y es que no es cierto, Señor Gobierno, que algunas ideas puedan estar presas…”.
“Los mismos indios” y apresamiento
La frase: “los indios, los mismos indios”, que se corea en el “El ritmo merembé” del Combo Show de Johnny Ventura, fue la locución más controversial de su época, la que incluso causó problemas a Ventura, quien llegó a ser retenido por la policía por interpretar el citado tema.
Ocurrió que, aunque la intención de la canción de Johnny Ventura no era fastidiar a los policías, los “agentes del orden” se los creyeron así y tomaron la referida expresión como si fuera un insulto. En ese sentido, la población adoptó el referido merengue para formular su rechazo a los policías.
Los disgustos coaligados a las protestas de la juventud, los estudiantes y de los militantes de partidos de oposición, hicieron de “los indios, los mismos indios” un coro nacional. Los policías reaccionaron airados cuando les vociferaba estas frases, propias del merengue.
No se sabe por qué, pero a “los agentes del orden” de esa época no les gustaba. Se cree que eso obedeció a las fuertes acciones con que los policías atacaban a las protestas de la población.
Desagradable experiencia
Sobre este particular, tengo que narrar la desagradable experiencia que viví en mi pueblo natal, en el municipio de Tamayo, apacible comunidad del lejano sur, que pertenece a la preterida provincia Bahoruco.
Una vez, bordeando cerca de las siete de la noche, sucedió que siendo apenas un mozalbete conversaba con varios amiguitos en el barrio de Los Guabá, cerca de donde vivía mi tía Kilimba. El agente policial “Antonio”, de puesto en el destacamento del lugar, pasó por el lugar, se detuvo y llamó: -¿A quién llamó, señor agente?, preguntamos.
– “A ti mismo, sí, a ti mismo”, dijo mientras mantenía apoyada su mano derecha sobre la canana de su revólver de reglamento.
-“¿A mí?” –inquirí al policía-. En el grupo había varios muchachos.
-“Sí, es a ti”, insistió. –“Vamos conmigo al cuartel”.
Pensé que era para que le hiciera algún mandado. Los policías utilizaban a algunos jóvenes del lugar para que los ayudaran en tareas o les hicieran diligencias.
Caminamos hasta el cuartel sin que éste me dirigiera la palabra.
Pero cuando llegamos a la estación, el agente “Antonio” me empujó violentamente mientras me espetaba de forma airada: – “Vocéame ahora, buen come mierda…dime ahora lo que me voceaba, buen carajo, culo cagao…”. Me empujó de nuevo, pero esta vez fue con más fuerza y fui a parar al pequeño escritorio donde estaba sentado el “policía de guardia”, quien al ver la actitud de “Antonio” le preguntó a éste qué estaba pasando, a lo que respondió:
– “Este mierda, falta de respeto, cree que yo soy relajo de él; ahí estaba voceando: ¡Los indios, los mismos indios! Te doy una bofetada que rueda por el piso, hijo de tu madre…”
Antonio “se cuadró” para golpearme, mientras continuaba con los insultos, pero el policía de guardia lo paró en seco y en un gesto de valentía, se puso frente a éste, y empuñando su revólver. Le advirtió que yo ya estaba bajo su protección y que no podía golpearme.
El agente Antonio se calmó por un momento, en tanto resabiaba como quien habla para sí mismo. En un instante, el uniformado no se contuvo y dijo en voz alta: – “Dizque voceando los indos a mí…”
El policía me pidió que me sentara y pidió mis datos. Solo di mi nombre y los de mis padres, yo todavía no tenía cédula. Aceleró el proceso y procedió a trancarme en una celda caracterizada por un fuerte olor a orina.
–“Vamos a encerrarte antes de que este hombre vuelva y quiera darte golpes”. Amanecí allí en un rincón de la celda, yo solo, sin ningún acompañante. Mis padres diligenciaron sacarme, pero no se pudo, ya que el agente “Antonio” se desapareció y solo él podría autorizar mi salida.
Sobre esto solo lamento una cosa. Aquella vez yo no voceé “los indios, los mismos indios” a ese agente policial. Pero me la desquité con otros cuando, tiempo después, milité en el movimiento estudiantil.
*El autor es periodista.
Excelente narrativa de los hechos acaecidos en diferentes capítulos de la historia política dominicana. El expositor con un buen manejo de éste estilo que siempre lo has caracterizado nos presenta con lujos de detalles las diferentes facetas de que se dieron en los cortos gobiernos que rigieron por breve períodos el tren gubernamental; desde la caída del régimen del
dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, hasta el gobierno del presidente Joaquín Antonio Balaguer 1978, dando fin a dictadura que presidió el líder del Partido Reformista.