Por Federico Pinales
No solo debemos ver en los artistas sus triunfos y fracasos profesionales y económicos, especialmente de los cantantes y cómicos.
Mabel de León y Vickiana alegran y entretienen a su público no solo como cantantes y cómicas.
También ayudan a instituciones benéficas a realizar actividades económicas.
Hablo de estas dos damas distinguidas, a quienes he visto muy unidas, llenas de glamur y vida cantando, bailando, actuando y animando a favor de la Casa de Acogida, una institución que trata de prolongar la existencia, a los enfermos de cáncer ya casi sin vida.
Su última aparición fue en el condado de El Bronx, Donde, con humildad y sin mucho lujo, pero a ritmo de romanticismo, merengue, salsa y son, les alegraron el ambiente al que asistió a hacer su aportación.
Lo más importante de esta exquisita mutual, tan elegante, simpática, decente y sensual, es que todo le sale de manera natural, por lo que a su público logran cautivar, induciéndolo a sumarse a su obra tan bonita, porque la hacen en forma gratuita.
Por lo visto, Mabel de León y Vickiana se han convertido en las reinas preferidas de la Casa de Acogida, donde se ofrece aliento de amor y vida, a quienes el terrible cáncer les quiere acelerar el proceso, en sus luchas por evitar el deceso.
Conocí a Vickiana en 1980 en Radio Clarín, cuando iniciaba una gira de promoción, por todos los medios de comunicación.
Desde ese día llamó mi atención, por su talento, humildad y proyección.
A Mabel de León la conocí, a través de una seguidora fanática de ella. También amiga de Johana, otra polifacética cantante y bailarina de merengue, bolero, salsa y bachata.
Con estas tres mujeres en escena, cualquiera olvida hasta la cena, sobre todo cuando se está dando vida, recaudando fondos para la Casa de Acogida.