Por Federico Pinales
Ya los Estados Unidos de Norteamérica no podrán perseguir ni extraditar a políticos de otras naciones por evasión de impuestos y cualquier otro tipo de corrupción, porque eligieron conscientemente al presidente Donald Trump, convicto de 34 cargos penales y varios civiles, además de otras decenas de acusaciones criminales, entre ellas, la más grave, su implicación en el asalto al Congreso de ese país, por una turba violenta de seguidores suyo,
el seis de enero del 2020, para impedir la toma del poder del presidente Joe Biden.
Digo esto desde el punto de vista moral, si es que les queda algo, o si alguna vez la conocieron, porque en las elecciones que acaban de finalizar se quitaron la careta de hipócritas.
Usted no debe pedirle a otro que haga en su casa lo que usted es incapaz de hacer en la suya.
Donald Trump ganó limpiamente unas elecciones en las que no se quedaron en sus casas ni siquiera los ciegos.
Mis ojos vieron a la mayor cantidad de ancianos, hándicaps (inválidos) desfilar y esperar turnos hasta de dos horas para ejercer sus derechos civiles constitucionales, de manera voluntaria, auxiliados por familiares, amigos y personal de seguridad de los centros de votaciones.
Se habilitaron máquinas especiales para que las personas invidentes pudieran votar independientemente de manera segura, sin ser manipulados.
Los hispanos jóvenes y ancianos, cercanos a los 100, con dificultades para entender el inglés, contaban con personal especializado para ayudarlos a evitar errores al momento de emitir sus votos.
Esa situación les permitía a los intérpretes enterarse, sin proponérselo, saber por quienes estaban votando esas personas.
Como yo formaba parte de ese personal, pude advertir o por lo menos suponer que la proporción de votos hispanos a favor de Donald Trump sería superior a la de su competidora Kamala Harris.
Antes de las elecciones, yo había celebrado encuentros sociales con diferentes grupos de hispanos, hombres y mujeres, de diversos niveles educativos, sociales y económicos, en su mayoría negros dominicanos, incluyendo familiares cercanos. Siempre salía ganando Donald Trump en proporciones alarmantes, lo cual me llevó a pensar muchas cosas que, por respeto a los vencedores, debo reservarme.
Lo cierto es que ahora nadie puede alegar ignorancia y se cumple la máxima de que cada país se da el gobierno que se merece.
Ahora bien, a lo que esa clase de país no tiene derecho ni calidad moral es, para dictarle a otras naciones cátedras de moralidad, decencia ni de respeto a una serie de valores, que antes se entendían sagrados, dentro de la Sociedad Norteamericana, esa que acaba de entregar todos los poderes políticos, al poder económico y militar más hegemónico del mundo, para ser dirigido por un convicto, encontrado culpable en varias instancias judiciales, en las cuales diferentes jurados han coincidido, en que este señor no era digno de representar a una sociedad tan “pulcra y honesta”, como esa acaba de coronarlo con tan alta distinción, al elegirlo con el voto de una mayoría abrumadora, que nadie en su sano juicio se atrevería a cuestionar.
Podrá ser un genio de la política y los negocios, podrá salvar al mundo, ojalá pueda lograrlo. Pero por lo que yo he visto, oído y observado, es un delincuente malvado, que extrañamente, de la cárcel, Dios y el voto popular lo han salvado.
Oremos para que entienda la oportunidad que el pueblo norteamericano le ha dado y al final de su mandato regrese regenerado,
para que no tenga que enfrentar otros nuevos jurados, de Nueva York, Washington, Georgia, Virginia o Colorado.
Compadre Federico cuidado si Trum lo envía para Santo domingo en enero cuando asuma el poder
Sin desperdicio mi querido Federico