Por Osvaldo Santana
El presidente Luis Abinader reconfirma con la proclamación de la nueva constitución con todos sus candados el final de sus ambiciones de permanencia en el poder y trabaja para robustecer “su legado” a la República Dominicana a su paso por la Presidencia.
En ese empeño, obviamente tratará de superarse a sí mismo en el ejercicio gubernamental, al pasar revista a las obras materiales levantadas durante su mandato, sus contribuciones al desarrollo institucional, a la convivencia y seguridad de la gente y a los valores intangibles del dominicano respecto a sí mismo o frente a terceros, individuos o países.
Pero hay un tema: Abinader no ha dicho que se retira del ejercicio de la política, y difícilmente lo haga, toda vez que es el principal impulsor y creador del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que, junto a los demás partidos, es garante de la continuidad democrática y el orden público, y su dirección debe quedar en manos seguras. Sentimientos como estos últimos quizás empujaron a un expresidente a seguir gobernando la organización a la que dio parte de su vida durante muchos años. En cualquier caso, o circunstancia, es el instrumento para su defensa después de 2028 con todos sus imponderables.
Pero falta más. ¿Cómo hará el presidente Abinader después de 2028 para cumplir con una de sus obligaciones esenciales como dirigente político y estadista mantener su partido en el poder?
¿Quiénes serían los portadores de sus ideas y propaladores de su obra? ¿Y más allá, de la continuidad en el poder de su instrumento PRM?
Probablemente Abinader esté pensando en todo eso temprano, cuando solo tiene dos meses en el nuevo período. No hay que olvidar que una de las primeras iniciativas políticas tras su victoria fue la convocatoria de los llamados presidenciales en el PRM.
Buscaba entonces, según versiones no confirmadas, que las ambiciones de poder no se desembocaran muy temprano. La experiencia en esa dirección es profusa en la historia del PRM, que es la misma del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), reducido a la insignificancia precisamente por la lucha de poderes y el fraccionamiento continuo.
Los presidenciales
De todas aquellas personas que se proclaman o se presentan como presidenciales o como sustitutos, continuadores o herederos de lo que sería el legado de Abinader, resaltan varios nombres: David Collado, Carolina Mejía, Guido Gómez Mazara, Wellington Arnaud, Tony Peña Guaba, y habría que agregar al exiliado del gobierno perremeísta Ramón Alburquerque.
¿Cuál de ellos representaría mejor el legado de Abinader, la continuidad del PRM, o encarnaría la herencia de lo que termine siendo su gobierno?
Eso es difícil de predecir. Primero, porque, aunque el presidente Abinader trabaja para dejar huellas, y va por buen camino, al final nadie sabe cómo terminará. Segundo, como la política se afirma en la negación, normalmente los políticos suelen negar el pasado para proyectar su propio perfil, no importa que su referente inmediato haya sido una estrella. Representarlo, desde todo punto de vista, sería muy difícil. Probablemente apostarán a su propio juego.
De todas formas, el elegido también tiene que ser más que afín al presidente, que, si bien confirma su retiro, no le soltará el mando a cualquiera. Se asume que de alguna manera ejercerá su liderazgo en alguna dirección.
¿A dónde apunta Abinader?
En esta materia nadie sabe hacia dónde apuntará el presidente Abinader. Así como encontró a su compañera de ejercicio de manera “inesperada”, así podría ocurrir lo inesperado.
Raquel Peña Rodríguez, santiaguera, que goza de amplia aprobación y sin visible rechazo, ha sido como un premio de lotería para Abinader, que cada vez que se ha visto en apuros en alguna instancia gubernamental, la envía a solucionar la cuestión.
Raquel Peña no habla de política, no dice que aspira ni nada por el estilo. Es simplemente la acompañante vicepresidencial de Abinader, y como tal cumple su rol.
Sin embargo, es llamativo cómo en las últimas semanas o meses, ha representado en actos o inauguraciones al presidente Abinader.
Desde mediados de octubre, la vicepresidenta acrecienta su protagonismo en asuntos oficiales no habituales.
El 14 de octubre encabezó la reunión de los lunes de seguimiento del Plan de Seguridad Ciudadana. El 18 de octubre estuvo en Boca Chica en la inauguración de un centro deportivo; entregó viviendas en Ciudad Real en San Luis, en el plan familia feliz.
El 19 de octubre “supervisó” los trabajos construcción de la presa de Guayubín, en Santiago Rodríguez; inauguró obras en Monción, Esperanza, Mao. El 20 de octubre entregó obras en Villa González, y en La Vega.
Es normal que la vicepresidenta represente al mandatario en esas actividades, pero el histórico del gobierno sugiere que Abinader habitualmente encabeza las inauguraciones, salvo raras excepciones.
La participación de Peña Rodríguez en estas actividades ha llamado la atención y sugiere que pudiera estar siendo proyectada. ¿Por el mismo presidente Abinader?
Quizás ella, como ninguno de los otros candidatos, sea convertida en la continuadora del legado de Abinader. Total, ha sido su compañera vicepresidencial en el ejercicio del poder.
Es demasiado prematuro para pensar que Abinader tenga un candidato favorito para potenciarlo como su sustituto presencial.
Pero su anunciado retiro es un hecho: “Termino el 16 de agosto del 2028 y no sigo más, no sigo más. Nunca más. Hoy decimos alto y claro que el país está primero que cualquier gobierno y los ciudadanos por encima de cualquier presidente”, dijo ante los asambleístas y funcionarios gubernamentales el domingo 27 en el acto de proclamación de la nueva constitución.
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