Por Federico Pinales
La República Dominicana tiene una población trabajadora, simpática, alegre y servicial, pero adolece de un terrible mal, que consiste en una pronunciada doble moral, que corroe a un amplio sector social, que no se cansa de parasitar e imaginarse que debe estar sobre un altar, recibiendo pleitesía de toda la feligresía, mientras ellos disfrutan en demasía, detrás de la sacristía.
Donde antes se creía que nada de eso se hacía, porque era un lugar sagrado para confesar los pecados.
De uno u otro modo, Siempre critican todo, casi siempre a lo limpio arrojando lodo, Mientras ellos tras las cortinas haciendo de todo, revolcándose en lo más profundo y pestilente del lodo.
Entre ellos se encuentran religiosos, empresarios, políticos, funcionarios, periodistas e intelectuales, responsables de muchos de nuestros males, por ser los creadores y promotores de la mayoría de las teorías, que santifican a las minorías, en perjuicio de la mayoría.
Los mismos que satanizan a las mujeres que venden placeres en las calles por necesidad, empujadas por la “sociedad”, mientras les atribuyen categoría de honorabilidad a las perversas, peores que las plebeyas,
que hacen lo mismo en villas y hoteles de cinco estrellas, a cambio de carros, viajes apartamentos y otros emolumentos, según lo que esté de moda en el momento. Pagados con los recursos que sus patrocinadores le sustraen al erario, ya sea a través de la evasión, en el caso de los empresarios o con el producto de la corrupción, cuando los “chapeados” son funcionarios públicos.
La situación de los periodistas y locutores “payoleros”, se da una situación parecida a las de las mujeres.
Cuando los reporteros y redactores mal pagados reciben un regalo, por necesidad, son payoleros y corruptos, pero cuando los de otras categorías reciben lo suyo, a través de otros medios, son honorables cónsules, embajadores, “asesores,” “consejeros, “contratistas” y sus pensiones de cientos de miles de pesos no son consideradas “privilegios irritantes”, como le escuché decir a un prestigioso ex-catedrático universitario, ex-director de medios y ex-gremialista del pasado, durante el desarrollo de un evento del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), celebrado en Boca Chica, hace algunos años.
En cuanto a los hombres se les persigue, se les apresa y se condenan a los chiriperos.
Mientras que a los verdaderos rateros se les aplica el famoso “fuero”.
Así se expresa y se aplica la doble moral dominicana, la cual es tan vieja que ya está blanquita de canas.