viernes, octubre 18, 2024

Todo indica que las demás reformas avanzarán sin mayores contratiempos

Por Osvaldo Santana

La reforma constitucional aprobada el pasado lunes 14 de este mes, tal y como la sometió el presidente Luis Abinader, excepto la reducción del número de diputados, sin que se produjeran expresiones consistentes de rechazo en la sociedad, indica que el resto de las reformas correrá el mismo curso. 

No resulta exagerado afirmar que esta es la reforma constitucional en tiempos modernos que ha sido aprobada con mayor rapidez y sin agotar un período de socialización ni debates trascedentes y menos confrontaciones. 

Las precedentes, como la de Hipólito Mejía, en 2002, condujo a la división de su partido y provocó un gran repudio nacional. La de Leonel Fernández, en 2010, implicó un amplio proceso de consulta social, con la aprobación de la oposición liderada entonces por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Fernández obró con habilidad, pues, aunque el nuevo estatuto restablecía la no reelección, pudo quedar habilitado para una nueva postulación.

La otra reforma importante, la de Danilo Medina en 2015, mediante la cual restauró la reelección consecutiva, estuvo al borde de provocar la división del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y de todas formas sentó las bases para la ruptura de 2019, cuando de nuevo Medina intentó modificarla para reelegirse nueva vez. 

Ese proceso condujo a unos niveles de confrontación directa ante el Congreso, el cual fue militarizado, y la oposición, precisamente liderada por Luis Abinader y Fernández, llevó las protestas hasta su sede en el Centro de los Héroes. Fue necesaria una intervención extranjera protagonizada por el jefe del departamento de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo para hacer desistir a Medina. 

Un pase suave, en frío

La reforma constitucional de Abinader pasó sin contratiempos. Esta vez lo que buscaba el mandatario es precisamente lo contrario a lo que hicieron sus predecesores, robustecer el impedimento para la reelección y otros cambios importantes, como la forma de designación del procurador general de la República y sus adjuntos; saca al procurador del Consejo Nacional de la Magistratura e integrar al presidente del Tribunal Constitucional a esa instancia; mediante esta reforma se reduce el número de diputados, unifica la celebración de las elecciones y crea la oficina del Abogado General de la Administración Púbica.

La reforma pasó sin ser percibida por la generalidad de los dominicanos. Incluso, fue pobremente reseñada por la mayoría de los medios de comunicación, más atentos a los debates generados por el proyecto de reforma fiscal.

La reforma fiscal

Es muy probable que la reforma fiscal siga concitando la atención ciudadana, y si bien será igualmente aprobada por el Congreso Nacional, generará algunos ruidos.

Ya durante algunas noches se han escuchado toques de cacerolas en sectores de clase media, como expresión de repudio.

Esos leves ruidos, las quejas de sectores y grupos empresariales, más el rechazo de algunas voces de la oposición no impedirán que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) utilice su mayoría aplastante y la apruebe.

Quizás el presidente Abinader, por las quejas de los empresarios, las observaciones de algunos economistas y los discursos opositores, acceda a algunas modificaciones, pero igual, nada impedirá que sea convertida en ley.

Y ocurrirá así porque no se percibe en la sociedad, a través de los grupos y estamentos sociales y políticos, que haya capacidad para hacer que el grupo gobernante cambie de parecer de manera importante.

Es decir, la correlación de fuerzas en la República Dominicana sigue siendo favorable al “cambio”, que ha sabido aprovechar la coyuntura, el momento, inmediatamente después de las elecciones y la sucesiva juramentación del nuevo gobierno, para imponer sus medidas.

El fuerte liderazgo de Abinader, la potencia del PRM en los órganos de poder, como en los municipios, el Congreso y el gobierno central, favorecen el accionar en la dirección deseada.

Obviamente, a esa realidad se suma la debilidad manifiesta de la oposición, visible no solo en los resultados de los comicios pasados, sino en la debilidad y fragmentación de sus estructuras. Uno, en proceso de construcción y otro envuelto en sus luchas internas por el control partidario. Apenas se escuchan las críticas del expresidente Fernández, de algunos dirigentes morados y el resonante silencio del expresidente Medina.

Asimismo, las fuerzas sociales expresadas a través de la burocracia sindical están rendidas o descabezadas, porque sus líderes traspasaron sus capacidades de acción al gobierno que los favoreció con concesiones personales y de otro tipo.

Los elementos de la sociedad civil que se levantaron frente al gobierno de Danilo Medina, que en el pasado llevaban la voz cantante en las luchas sociales está incorporada al gobierno o anestesiada por los vínculos con el poder.

La población general, después de apoyar la “continuidad del cambio” proclamado por Abinader, probablemente no esté en ánimo de movilizarse, y frustrada, apenas se lamenta por el previsible impacto de la reforma fiscal.

En consecuencia, no hay que esperar cosas nuevas que no sea la aprobación de la reforma fiscal sin mucho contratiempo, y todas las demás reformas y medidas planteadas y sometidas al Congreso por el presidente Abinader.

Simplemente, el momento sigue siendo favorable al “gobierno del cambio”.

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

spot_img

Las más leídas

spot_img

Articulos relacionados