Por Evelyn Irizarri Santos
NUEVA YORK, Estados Unidos. – No pasó mucho tiempo para que, luego del ascenso al poder de Joe Biden, sus índices de popularidad comenzaran a bajar de forma drástica y preocupante. De igual manera ocurría con su compañera de fórmula, la vicepresidenta Kamala Harris.
De manera inexplicable, Harris llegó a acumular menos aprobación popular que el presidente, pero todo cambió cuando Biden fue sustituido por ella en la boleta demócrata.
Números más bajos
Para muchos estadounidenses, conforme reportaban las encuestas, la figura de Harris era prácticamente invisible, hasta inoperante y sus números la ubicaban entre los vicepresidentes más impopulares de los últimos tiempos, superada solo por los vicepresidentes republicanos Dick Cheney y Dan Quayle, cuyas vicepresidencias son consideradas las de menor aprobación en la historia.
Malas notas
Tan pronto como Biden asumió la presidencia, asignó a su vicepresidenta la delicada y complicada misión de poner orden en la frontera. Sin embargo, por tratarse de uno de los puntos menos favorables y el innegable caos generado con el desborde de la frontera y la crisis migratoria que se ha extendido por todo el país, en especial, en los llamados estados santuarios, dominados por los demócratas. En esta asignación, la segunda mandataria no obtuvo los mejores resultados y sus calificaciones no fueron las mejores, tanto así que, en tono de burla, Donald Trump no dudó en llamarla, "La zar de la frontera", además de que se le ha responsabilizado del caos y de la crisis migratoria.
Los peores de la historia
Un reciente sondeo de Modern Vicepresidential Greatness, presentó los resultados de la evaluación de los estadounidenses sobre el desempeño de sus vicepresidentes. El ejercicio se remontó a 1933. Conforme a este estudio, que contabilizó 18 vicepresidencias, Kamala Harris aparece en el puesto número 11, donde el número uno, el demócrata Al Gore, es el mejor, y el 18, Spiro Agnew, vicepresidente de Richard Nixon, el peor de todos.
Todo cambió
El panorama cambió de forma drástica cuando el presidente Biden cedió a las presiones para que renunciara a sus aspiraciones a la reelección, y Harris se convirtió en la candidata oficialista. Solo en la primera semana, aun cuando no se había confirmado que ella sería la candidata, las recaudaciones aumentaron, y se sintió un optimismo renovado en las filas demócratas.
Cuando ya de manera definitiva se convirtió en la aspirante presidencial, sus números subieron, hasta empatar con su principal contendor, el republicano Donald Trump.
Nada definitivo
Si bien, es innegable el crecimiento de Kamala Harris en las encuestas y su popularidad entre los votantes, en especial los demócratas que lucen muy cómodos con su candidata, hasta ahora no ha logrado una cifra que la haga parecer como una segura vencedora en noviembre, sin embargo, tampoco se puede dar por seguro una derrota. Es decir, que Kamala Harris podría pasar de ser una de las vicepresidentas menos populares a convertirse en la primera mujer que gobierne a los Estados Unidos.
