martes, octubre 22, 2024

Manny Ramírez es mucho más que números y palos a la hora buena: es una religión

Por Yancen Pujols

Podríamos decir que es una especie de religión entre un amplio sector de fanáticos y exjugadores, activos por igual, que lo tienen en un pedestal muy especial, con todo y que las estadísticas no encajen con el sitial otorgado.

Son incontables las veces que un servidor ha escuchado testimonios sobre la grandeza de Manny y el título que se le concede: el mejor bateador dominicano.

¿Con quién se queda usted de Manny y Albert Pujols? Se ha preguntado. Y la respuesta inicia y concluye con el otrora número 24 de los Medias Rojas de Boston, equipo al que ayudó a ganar en 2004, cuando se terminó la llamada “Maldición del Bambino”, 86 años de sequía de la tropa del Fenway Park sin ver una corona en las Grandes Ligas.

Manny fue el Jugador Más Valioso de esa final contra San Luis, dicho sea de paso. Que conste en acta, pocos como el expatrullero en la postemporada. 

De hecho, su resumen general en dicha fase es de colección. Es el líder histórico en cuadrangulares, con 29, en impulsadas con 78, y en extrabases, con 48.

Como bien dijo Teóscar Hernández, patrullero de los Dodgers, hace menos de un mes en Atlanta: “es que Manny lo hizo ya, ahí están sus números en los playoffs”.

Esa es la razón por la que Teóscar, a la hora del cero, se queda con Ramírez para un turno grande.

Albert Pujols, quien debutará como dirigente de los Leones del Escogido en la pelota otoño-invernal que ya inicia, dio 703 cuadrangulares (Manny 555), impulsó 2,218 (Manny 1,831) y por igual mostró calidad cuando los muchachos se separaban de los hombres en las Mayores.

Manny bateó más de por vida (.312 a .296), pero también se ponchó mucho más (1,813 a 1,404). Albert es el único mortal que en sus primeras 10 campañas en el negocio bateó para .300 o más con 30 o más vuelacercas y un centenar impulsadas. Eso es algo poco probable, por no decir imposible, de emular.
Aún así, Julio Franco se queda con Ramírez, su excompañero en Cleveland. Lo interesante es cómo lo dice en una conversación de mediados de este año.

“Pujols tiene mejores números, pero me quedo con Manny, y solo hay un pelotero que yo pondría por encima de Manny a la hora del none, en un turno crucial y ese es Barry Bonds”, dijo uno de los más prolíficos bateadores latinos de todos los tiempos, una máquina de dar hits en su natal dominicana, en MLB, México y Japón. Doquiera que jugó ese madero se dejó sentir.

David Ortiz y José Vizcaino se suman al coro que proclama a Manny como el número uno. Y si el sondeo se hace entre fanáticos, se va en primera vuelta, probablemente ni sea necesario terminarlo porque aplasta a cualquiera.

Manny, ausente del Salón de la Fama por temas de sanciones con sustancias prohibidas, nació con el duende, como dicen los españoles. Ya retirado y dedicado al cristianismo, la gente lo aclama.

Nunca representó al país en un Clásico Mundial, cuando era una promesa de Cleveland jugó poco con las Águilas Cibaeñas y después se puso el uniforme amarillo, ya muy metido en el otoño de su carrera.

De todas formas, los parroquianos fueron a verle. Ese jonrón en su primer turno con los mameyes hace unos años fue de película. El Estadio Cibao se quería caer y las cámaras iluminadas de los celulares daban la sensación de que se estaba ante un artista en un concierto.

Su carisma es indiscutible. Y no caiga en el error de discutir que no es el mejor bateador dominicano. Chocará con concreto armado.

Manny es una religión.

Yancen Pujols
Yancen Pujols
Periodista

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