Rafael Céspedes Morillo
La noche se hizo corta para las preguntas y comentarios de los presentes, no lo recuerdo con precisión, pero debió ser algo así como las dos de la mañana cuando terminó el encuentro.
Me mantuve a distancia, no actuaba como anfitrión realmente, era labor de Onofre y su gente, aunque hice dos o tres apariciones por razones muy puntuales, como cuando él me preguntó si yo tenía que ver con lo que se estaba haciendo, porque no me había visto.
Le dije que era el responsable del manejo de su visita, y aunque no me viera, siempre estoy por ahí, solo que prefiero trabajar tras las cámaras, como decimos aquí.
Me gustaría volver a verte antes de irme, me dijo entonces. Le prometo que así será, le dije. Y así fue, pues la despedida fue en el hotel V centenario, donde estaba hospedado. Alrededor de las nueve de las noche me le acerqué y saludándolo le manifesté mi gran placer en conocerlo y le brindaba mi amistad.
Me dijo lo mismo y me presentó con la esposa que parecía no reconocerme. Si llega por Venezuela no dudes en procurarme.
Llamó a su asistente personal Jorge Castillo y le pidió que intercambiáramos números telefónicos. Así lo hicimos y nos despedimos.
Diez y media de la mañana del siguiente día, estaba en la oficina de Onofre, hora que yo asumía que el comandante y su gente se habían marchado, pues en algún momento se comentó que saldrían alrededor de las nueve de la mañana hacia el aeropuerto, para llegar a Venezuela temprano.
Me recibió Guadalupe Valdez, esposa de Onofre. Él no había llegado. ¿Siguen en el aeropuerto aun? Ella me respondió: siguen aun en el hotel. ¿Cómo? Pregunté sorprendido. Ella me aclaró dos cosas: una, que la esposa de Chávez no se sentía bien y estaban dando tiempo a ver si mejoraba, pues andaban en un avión privado, pero además, porque se había presentado una situación que tenía a Onofre y a Puig muy molestos y casi avergonzado.
¡Anja! ¿Y qué pasó? En ese momento ella me narra parte de la conversación de Chávez y Leonel la noche anterior en Palacio, conversación que fue más o menos así:
Leonel pregunta, ¿cómo están las encuestas Comandante?
Chávez responde: tenemos un empate técnico, el está por encima con menos de cinco puntos. Leonel comenta: pero si eso es así, usted pudiera ganar, busque un buen estratega. Chávez le dice, sí, lo sé, pero esos profesionales cobran mucho dinero y no tengo capacidad para pagarlos. A seguidas Leonel le dice}: comprendo, pero entonces permítame colaborar con usted, yo le voy a enviar a alguien que le hará el trabajo y yo me encargo de sus honorarios.
Chávez se incorpora y le da un abrazo a Leonel, mientras le agradece el gesto. Leonel responde el abrazo y aprovecha, al estar de pie, para despedirse de su invitado, al tiempo que da las instrucciones para que le llamen a la persona que le recomendaría.
Se hizo un acuerdo con esa persona para desayunar al otro día en el hotel: Chávez, Onofre, Max Puig y el personaje, solo que el recomendado no fue al desayuno.
Rafaelito, que pasó entonces?
Era tú entonces el personaje,no?
Te falta otro artículo…
Me dejas intrigado pero gratamente complacido con esta narrativa…