Por Federico Pinales
El sistema de semaforización,
de la capital de la Nación,
ha llamado poderosamente la atención,
a la mayoría de la población.
Después de ese misterioso apagón,
que puso en peligro el sistema de transportación.
Y del cual aún no se ha dado una clara y convincente explicación.
Se presume, se dice y se especula que se hizo calculadamente con premeditada mala intención,
como forma de retaliación,
por la sorpresiva cancelación de una “mala negociación.”
Lo triste de toda esta situación
es que el caso presume la revelación
de un nuevo escándalo de corrupción que a todos nos estremece el corazón.
Al pueblo le sobra razón para exigirle al gobierno, no solo una clara explicación,
sino una ejemplar sanción,
para los nuevos reyes de la corrupción.
Dicen los supersticiosos que el “negocio de tres el Diablo lo ve”.
Si eso es cierto, verdaderamente no lo se.
Pero lo cierto es que en este rollo están bailando tres.
De apellidos Morrison, Beras y Gómez,
que se entre acusan atribuyéndole la culpa a Gómez,
porque supuestamente estaba inconforme
por haberle cancelado un contrato “sobrevaluado” por más de trescientos millones.
Indudablemente, eso merece muchas aclaraciones, serias investigaciones, con formales acusaciones y ejemplares sanciones para que algunas promesas no se vayan a los zafacones.
