Por Melton Pineda Féliz
A raíz del fracaso de la reelección del Presidente Hipólito Mejía, en las elecciones del 16 de mayo del 2004, cuando fue arrasado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con el doctor Leonel Fernández como presidente, fui llamado por el amigo y compueblano doctor Domingo Batista, alcalde de Santo Domingo Este (SDE), para que colaborara con él.
Batista es miembro de una distinguida familia sureña, hermano de Delanoy Batista, quien en varias ocasiones me salvó la vida, transportándome clandestinamente en tiempo de los 12 años de Joaquín Balaguer, desde Barahona hasta la capital, cuando me perseguían con intenciones criminales.
Era la primera gestión de una alcaldía en el nuevo municipio de Santo Domingo Este y el incumbente estaba en un mal trance, con la ciudad literalmente arropada por la basura, a tal punto, que lo bautizaron con el mote de “Domingo Basura”.
El incumbente municipal, cuando me llamó a su Despacho me reveló que, si seguía la situación, “no tendré más camino que renunciar de aquí”.
Pese a esa situación, ese alcalde le dio estructura orgánica al naciente cabildo del municipio más grande del país, el Santo Domingo Este.
El doctor Batista había instalado la administración en dos casas alquiladas en la carretera Mella casi esquina avenida San Vicente de Paul.
Esta alcaldía, montada sobre el lomo de una mala imagen, producto de una ineficaz gestión de recolección de desechos y una desenfocada proyección de mercadeo y publicidad y una mala política de comunicación.
Pero su principal problema era la incidencia de departamentos que no lo apoyaban adecuadamente y tampoco canalizaban como debía ser los recursos, y además, todo se realizaba sin planificación.
En contradicción a esta situación, el titular realizaba importantes construcciones de parques, instalaciones de escuelas vocacionales para mujeres en todos los barrios de la Zona Oriental, construyó una clínica municipal, canchas, asfaltó calles, arborizó y hermoseó avenidas y plazas, en fin, una serie de obras, y demás, hay que resaltar que fue el primer municipio que aplicó un presupuesto participativo. Pese a eso, no había cómo compensar el descrédito que sufría por el cúmulo de basura.
El alcalde Domingo Batista había ejecutado tantas obras que sobrepasaban una gestión municipal.
Una situación que detecté de inmediato era que su “amiga”, (La Doña), controlaba el Presupuesto de la basura y nunca quiso que se colocara en el departamento de Comunicación a un profesional que hiciera su trabajo sin interferencia. “La Doña” nunca se dispuso a contratar una compañía que se encargara de la recogida de los desechos.
Sin embargo, contrataba decenas de camiones volteos y de cama particulares y paralizaba cualquier pago, porque “primero mis camiones”, mientras el municipio lo arropaba la basura con vertederos en todas las esquinas.
Era un caos
Esta personal decisión sobre el tratamiento de los residuos sólidos, unido a la mala educación de los residentes de un municipio recién creado, convirtió en un caos la naciente gestión municipal.
El alcalde me planteó el problema y me pidió qué podía hacer y cómo podía ayudarlo.
Otra situación que incidió en el descrédito de ese cabildo era que un grupo de periodistas peledeistas le orquestaron una campaña sucia bestial con falsedades, unido a realidades por un grupo de programas y programeros de gran influencia.
Todo se debía a que el PLD ya tenía identificado un candidato que competiría en las elecciones del 2006.
Le dije que lo apoyaría, porque algo había que hacer por esa sindicatura histórica, hija del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y que lo pensaría.
En unas de esas ocasiones, un colega, evangélico, dio una información tan agria y mentirosa que salí de la Z 101.1 donde laborábamos y fui al lugar donde se denunció el caso y comprobamos que era una total mentira.
Otra información era que había cuatro perros muertos aventados hacía más de dos días en medio del puente Profesor Juan Bosch. Salí temprano de la emisora, me dirigí al lugar y comprobé que había otro animal en iguales condiciones en el Puente Juan Pablo Duarte, que no era cierta la información. Seguí para el cabildo y enteré al alcalde Batista.
Me pidió que desmintiera la versión. Con mucho gusto tomé el teléfono, llamé al director del programa El Gobierno de la Mañana, al hermano y amigo Willy Rodríguez (ya fallecido), y nos sacó al aire. Pero desmentí la información.
El amigo y maestro Álvaro Arvelo (fallecido) deploró que se hiciera ese tipo de denuncia en un programa de tanta credibilidad y prometía que eso no volvería a pasar.
Desde ese momento, pasé a ser asesor de Prensa y Relaciones Públicas del cabildo de SDE, primero sin devengar ningún salario.
En una de esas visitas al cabildo, la misma destacada periodista de la investigación que habíamos recibido después en la Corporación Dominicana de Empresa Eléctrica Estatales (CDEEE), haciéndose eco de esas falsas informaciones, acababa de llegar al Ayuntamiento, para verificar en la fuente las denuncias que se hacían en contra de esa institución.
Facilitamos que le dieran una entrevista exclusiva, bajo la protesta del funcionario municipal, contribuimos a que hablara y desmintiera todas las informaciones falsas. Lamentablemente, la única verdad era que había un fallo en la recolección de los residuos sólidos (la basura) y que arrastraba a toda una gestión que podía ser exitosa, pero ese punto negro había que borrarlo en ese Ayuntamiento.
Luego fui llamado a que asumiéra el cargo de forma permanente y bajo la oposición de los regidores del PLD, encabezados por el amigo Domingo Jiménez (fallecido) y por el bloque del Partido Reformista Social Cristiano Reformista, (PRSC), que eran más feroces, por mi posición permanente de rechazo, cosa que será de por vida, al expresidente Joaquín Balaguer.
Entré a la institución y por más que se quiso sacar un nombramiento definitivo en el cargo, tuve que laborar por contrato.
Domingo Batista, un profesional del derecho a quien siempre estimaremos, me acogió con un respaldo un tanto limitado, debido a que en los departamentos financiero y de contabilidad, controlados por “La doña”, con quien nunca pude hacer las paces, pues también quería dirigir Relaciones Públicas.
Las diferencias con La doña se agravaron porque obstruía todos los proyectos de comunicación que impulsaba, al colmo que tomaba los bosquejos de televisión que presentaba, los mandaba a procesar y difundía directamente desde sus oficinas.
Ahí se armó la primera crisis, porque llegué al Despacho del alcalde y encontramos allí a la “La Doña” y le enrostré que si la situación seguía, renunciaría, porque no me haría cómplice de una derrota electoral.
Más luego, la agresividad contra la Dirección de Relaciones Públicas siguió agravándose, porque me llegó un proyecto de periódico mensual que había presentado, camiado, y ya lo tenía en la imprenta donde se publicaría, con otra primera plana y titulares diferentes a los que había enviado diagramado Relaciones Públicas.
Siempre he dicho que, si usted no se respeta, nadie lo va a respetar. Decidí sacar de la unidad de Relaciones Públicas a una persona muy vinculada a La Doña, y que era encargada de Protocolo.
Dispuse que sacaran al pasillo el escritorio, el asiento, y los archivos, boté a su asistente y les impedí la entrada a la unidad de Relaciones Públicas.
A todo esto, el alcalde, a sabiendas de la ayuda que ofrecía en el cargo, un hombre de paz y respetuoso, lo asumió solo llamándome para buscar una explicación.
El alcalde me apoyó y decidió asumir el control de los recursos de nuestra unidad desde su Despacho.
De inmediato, comenzó a fluir todo sin contratiempos, con ligeras incidencias, porque algunos recursos se tenían que justificar con “La Doña”, que luego resultó ser su pareja.
Pensar que las encuestas internas del cabildo de Santo Domingo Este, estaban en un nivel crítico de unos 12 a 17 por ciento de popularidad cuando entré. Al año, la curva ascendente subió a unos 45 y al llegar el año y medio estaba por encima de los 54 puntos.
Esto entusiasmó al doctor Batista a buscar la reelección en el cargo. Le advertí que si no seguía corrigiendo algunos errores, podía perder las elecciones frente al candidato del PLD, Juan de los Santos, que inició una campaña agresiva en contra de su gestión.
Por petición mía, para apartar la campaña por la reelección de Batista de su gestión, me habilitaron oficinas fuera del local del cabildo.
Al terminarse de reparar la oficina, “LA DOÑA” se apoderó de ella y no me dejó ocuparla, con un grupo de corifeos que operaba a lo interno de la institución. Luego, el propio alcalde me dijo que “LA DOÑA” quería aspirar a diputada y que la disuadió de esos propósitos amenazando con no reelegirse en el cargo.
Siempre, en algunas inauguraciones escuchaba un slogan: “lo que diga la doña es lo que va.” “LA DOÑA DIPUTADA”.
En el ejercicio de esas funciones, uno de los primeros tropiezos, que convertí en un éxito, fue la construcción de un peaje por parte de la secretaría de Obras Públicas, con mi amigo ingeniero Miguel Vargas. Esa obra sería ubicada en la carretera Mella, antes de llegar a Guerra, San Isidro y San Luis.
El cabildo unificó criterios en contra de esa obra y convoqué al lugar donde se había iniciado. Llevamos a los periodistas, y fueron derribados los cimientos que se habían levantado sin los permisos de la sala capitular del cabildo de SDE.
Convoqué a la mayor cantidad de periodistas, camarógrafos y fotógrafos, y de ahí en adelante, el alcalde Domingo Batista, dándole mandarriazos a la columna del peaje que se iba a construir. Le cambié el mote al alcalde de DOMINGO BASURA A DOMINGO MANDARRIA.
Además de una labor de relaciones públicas entre los directores y periodistas de medios, jamás se reseñó el nombre del Alcalde como Domingo Basura, sino Domingo Mandarria.
En plena campaña electoral, LA DOÑA controló la construcción de la tarima para un mitin en la avenida San Vicente de Paul. La tarima, levantada sin supervisión, colapsó. Esta tarima se le subió tanta gente encima que se vino abajo mientras se dirigía a la multitud, el candidato a senador por el PRD en la provincia Santo Domingo, el doctor Víctor Gómez Bergés, quien cayó a la parte baja de la misma.
Este accidente fue reseñado con más notoriedad que el mismo acto político donde hubo una multitud respaldando la candidatura de Domingo Batista.
En la campaña me acusaba de pesimista, porque sostenía que de los cuatro millones de pesos que había solicitado para promover al candidato como soporte de publicidad, solo fue otorgada la suma de 650 mil. Y con ese monto no se podía montar una campaña de comunicación exitosa, mientras Juan de los Santos, invertía millones de pesos en publicidad.
Perdimos las elecciones, sin razón para ello, solo por la insensatez de quienes se erigen como estrategas sin nadie haberlos designado.
Se hizo la transición de mando en el Club de San Souci, de la Marina de Guerra. Allí nos entrevistamos con el alcalde electo Juan de los Santos, quien me ratificó su amistad y me anunciaba que me quería ver al otro día en sus oficinas privadas de la avenida Lope de Vega
Allí fuimos en horas de la tarde del 17 de mayo del 2006, y entre otras conversaciones, le pedí que no atacara a Domingo Batista ni al doctor Tony Rodríguez, su Consultor Jurídico, que si lo hacía sin razón nos tendría de frente, porque estimaba que eran personas honorables y honestas, pero que había funcionarios indefendibles en ese cabildo.
Me prometió no hacerlo, pero que investigaría esa gestión y así lo cumplió, nunca atacó la gestión saliente del Ayuntamiento Santo Domingo Este.
Solo con la palabra, no hubo que firmar ningún documento de acuerdo alguno, según lo prometía Juan de los Santos y así se cumplió, hasta la hora de su lamentable asesinato.