Lito Santana
El hospital Padre Billini, otrora modelo y escuela de formación profesional para médicos que buscan la especialización de su carrera, hoy es un “almacén de personas enfermas” que llegan desde distintos puntos del país en busca de ayuda médica.
La situación la está viviendo en carne propia la señora María Heredia, que tras recorrer varios hospitales con su padre Antonio Heredia fue a recalar a este lugar.
La odisea comenzó en el hospital regional de San Juan de la Maguana, luego pasó al nuevo centro de salud recién inaugurado en Neyba, para luego pasar por el hospital regional Jaime Mota, en Barahona.
“A mi padre se le presentó un hipo que no cesa. Lo he llevado a todos estos hospitales y no le han podido resolver. Vine a la Capital, y de emergencia fui a una clínica y de ahí me mandaron aquí, al padre Billini, pero esto es un infierno”, narra entre llanto la sufrida mujer.
Ella llevó la referencia a ese centro, ubicado en la Ciudad Colonial del Distrito Nacional desde el 1552, y a pesar de la gravedad que presenta su padre, debió estar de pie por más de dos horas, hasta que pudo diligenciar una silla y sentarlo en el pasillo.
Fue en ese mismo asiento que se presentó una doctora y pudo recibir la referencia del paciente, mandó a colocarle un suero, para después y cuando se pueda, hacerle los análisis.
A pesar de que llegó el lunes en la mañana al Padre Billini, todavía el martes a las 12 del medio día estaba con un suero sentado en una silla, en un pasillo y en medio de un tumulto que no se podía distinguir si era un hospital o un lugar cualquiera.
Y pensar que el Padre Billini es un centro de formación especial para doctores graduados y que quieren ser especialistas en diversas ramas como Medicina Interna, Cirugía General, Anestesiología, Nefrología y Reumatología.
Ya antes, este centro médico ha sido piedra de escándalo por sus precariedades que incluyen malestar para todo su personal, los residentes que allí esperan para ser especialistas y ni hablar de los pacientes que, como el caso de Antonio Heredia y su hija María, sufren en medio de la incertidumbre, de si encontrarán allí la salvación de su vida.
