Por Omar Santana
SANTO DOMINGO. En solo cuatro años, Luis Abinader ha pasado de ser el líder que enfrentó una de las peores crisis de la historia dominicana a convertirse en el arquitecto de un ambicioso plan de desarrollo para el país.
Esa es la evaluación tras el análisis de los discursos de investidura de los años 2020 y 2024.
Mientras en 2020 su discurso de toma de posesión se centraba en la urgencia de enfrentar la pandemia de COVID-19, en 2024 su enfoque se ha desplazado hacia la consolidación de políticas y proyectos de largo plazo, reflejando una visión más madura y estratégica.
De la Emergencia a la Consolidación
En 2020, la salud fue el tema central del discurso. La pandemia de COVID-19 había expuesto las debilidades del sistema sanitario dominicano, y Abinader dedicó gran parte de su intervención a detallar las medidas inmediatas que implementaría para combatir superar la situación.
Anunció un plan nacional de detección, aislamiento, rastreo y tratamiento a una escala sin precedentes, junto con un compromiso de garantizar el acceso universal a la vacuna contra el virus.
La expansión de la infraestructura sanitaria, el aumento del presupuesto de salud y la reestructuración del sistema sanitario fueron presentados como medidas esenciales para enfrentar la pandemia.
En 2024, la salud sigue siendo una prioridad, pero el enfoque ha cambiado. Abinader ya no habla desde la urgencia de una crisis sanitaria global, sino desde una posición donde las reformas y mejoras en el sistema de salud son vistas como una continuación del trabajo iniciado en su primer mandato.
La promesa de colocar al sistema de salud dominicano entre los mejores de América Latina refleja una visión a más largo plazo, menos centrada en la emergencia y más en la sostenibilidad y mejora continua del sistema.
Economía: de la recuperación inmediata al desarrollo sostenible
El discurso de 2020 subrayó la necesidad de una recuperación económica rápida, ante los devastadores efectos de la pandemia. Abinader habló de la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial y detalló una serie de medidas para paliar los efectos de la pandemia, como la continuidad de programas de ayuda, facilidades tributarias para las PYMEs, y un plan de reparación y construcción de viviendas para reactivar las economías locales.
La situación era tan crítica que el presidente no dudó en anunciar un aumento del endeudamiento para financiar las necesidades extraordinarias del país.
Cuatro años después, en 2024, el enfoque económico de Abinader es diferente. El énfasis se ha desplazado hacia el desarrollo a largo plazo y la inversión en infraestructuras estratégicas. Proyectos como la construcción de la Autopista del Ámbar, que también fue anunciado en 2020, el desarrollo turístico de Pedernales y la modernización del puerto de Manzanillo son presentados como pilares para el crecimiento económico sostenido. Aunque la recuperación económica sigue siendo un tema, el discurso refleja una transición hacia la estabilidad y el aprovechamiento de las oportunidades que surgieron tras la superación de la crisis sanitaria.
Educación: de la adaptación a la crisis a la reforma estructural
En 2020, la educación se abordó desde la perspectiva de la crisis. Con la pandemia imponiendo la necesidad de educación a distancia, Abinader se comprometió a dotar a todos los estudiantes de las herramientas tecnológicas necesarias para continuar su formación, independientemente de su nivel económico.
La meta era garantizar que ningún niño o joven quedara fuera del sistema educativo debido a la pandemia.
Para 2024, la narrativa sobre la educación ha evolucionado. El discurso se enfoca en la necesidad de reformas estructurales que trasciendan la crisis inmediata. Abinader reconoce las deficiencias del sistema educativo y se compromete a implementar un modelo que no solo garantice la inclusión de todos los dominicanos en la educación, sino que también mejore la calidad y relevancia de la formación para el mercado laboral. El énfasis está en crear un sistema educativo que sea un verdadero motor de desarrollo para el país, con un enfoque en competencias útiles y una tanda extendida que promueva valores y ciudadanía.
Corrupción y transparencia: un compromiso permanente
La lucha contra la corrupción fue uno de los pilares del discurso de 2020. Abinader prometió que no habría impunidad para la corrupción del pasado y advirtió a los nuevos funcionarios que cualquier acto de indelicadeza sería severamente castigado. El tono fue de confrontación directa, con una clara intención de marcar un antes y un después en la gestión pública dominicana.
En 2024, aunque el compromiso con la transparencia y la lucha contra la corrupción se mantiene, el enfoque es más de consolidación. Abinader sigue comprometido con un gobierno transparente y ético, pero el discurso refleja una mayor madurez en la administración del Estado. Se habla menos de la corrupción pasada y más de la necesidad de continuar fortaleciendo las instituciones y garantizar un sistema de rendición de cuentas efectivo.
Política exterior: de la diplomacia emergente a la consolidación de relaciones
En 2020, la política exterior se presentó como un área que necesitaba urgentemente una reforma. Abinader criticó la ineficacia tradicional del servicio exterior dominicano y prometió una modernización que permitiera al país aprovechar mejor sus relaciones internacionales, especialmente en un contexto de crisis global.
Para 2024, el discurso sobre política exterior refleja una consolidación de los esfuerzos iniciados en el primer mandato. Abinader destaca la importancia de fortalecer las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea, y subraya el papel de la República Dominicana como un actor de transformación económica y promotor de la democracia en América Latina y el Caribe.
Visión de futuro: de la superación de la crisis al desarrollo integral
Finalmente, el contraste más evidente entre los dos discursos está en la visión de futuro que Abinader presenta en cada uno. En 2020, la visión era predominantemente de superación de la crisis. Abinader habló de un futuro lleno de desafíos, pero también de la oportunidad de construir una República Dominicana más fuerte y unida.
La prioridad era superar la pandemia y sus consecuencias económicas, con la esperanza de que los sacrificios de ese momento dieran frutos en el futuro.
En 2024, la visión de futuro es mucho más optimista y ambiciosa. Abinader ya no habla de superar una crisis, sino de consolidar un proyecto de país que se posicione como líder en la región.
La visión es de desarrollo integral, con un enfoque en la modernización del Estado, la mejora continua de la infraestructura, y la creación de un entorno favorable para la inversión y el crecimiento económico. El tono es de confianza en el camino que se ha trazado durante los últimos cuatro años y en la capacidad de la República Dominicana para alcanzar sus metas.
Un liderazgo en evolución
Los discursos de toma de posesión de Luis Abinader en 2020 y 2024 reflejan la evolución de su liderazgo y las prioridades de su administración.
En 2020, Abinader era un líder enfrentando una crisis monumental, con un enfoque en la urgencia y la necesidad de respuestas rápidas y efectivas. En 2024, es un líder con cuatro años de experiencia, centrado en consolidar sus logros y avanzar hacia un futuro de desarrollo sostenible y estabilidad.
Las diferencias en los enfoques de estos discursos no solo marcan el cambio de contexto, sino también la evolución de Abinader como mandatario, de un gestor de crisis a un constructor de futuro.
Este cambio es evidente en todas las áreas analizadas: salud, economía, educación, corrupción, política exterior y visión de futuro, donde el discurso de 2024 se presenta como una continuación fortalecida y una ampliación de las promesas y compromisos asumidos en 2020.
Así, mientras que el discurso de 2020 estaba impregnado de la necesidad de superar una crisis, el de 2024 es una declaración de intenciones hacia un desarrollo integral, cimentado en los avances logrados y en la experiencia acumulada. Esta comparación no solo destaca las diferencias en el contenido, sino también en el tono y la visión de liderazgo de Abinader en cada uno de estos momentos cruciales de su presidencia.