Por Osvaldo Santana
El día fue de espanto… de dolor. En la noche, cuando los medios se habían agotado contando los muertos, ya era hora de irse a dormir.
Al cerrar los ojos, fue inevitable que se repitiera una imagen que recorrió mi cerebro todo el día: una masa enorme de asfalto y concreto cayendo sobre cientos de personas que, la noche anterior, acudieron a ese sitio a entretenerse, divertirse, a pasarla bien.
Pensar en el momento, que fue instantáneo, una fracción de segundos, que no dejó lugar a nada: despedirse, quizás protegerse… La desgracia estaba ahí. Esa masa enorme que sepultaba tantas vidas.
Imaginar esas angustias en quienes, en un primer momento, pudieron descubrir que no habían fallecido, que estaban heridas, que tenían esperanza de vida: los gritos de desesperación.
Quienes solo estaban atrapados, las horas eternas y aciagas… asidos al ánimo de que podían ser rescatados. ¿Cómo podía ser ese instante para esas personas?
Los gritos desesperados, los dolores indescriptibles.
Y ahora nosotros, los que no podemos salir del espanto, del dolor, del enojo.
Los muertos… ¿Cómo fue que ocurrió?
Los heridos, todas esas víctimas y sus familiares. ¿Cómo conciliar el sueño? ¿Cómo no repetir las imágenes una y otra vez? ¿Cómo será para los sobrevivientes? ¿Cómo saldrán de esa larga pesadilla?
El dolor se acrecienta si nos convencemos de que todo eso pudo prevenirse, evitarse. Los testimonios de quienes vieron cosas antes de la tragedia y que nos llegan por múltiples vías… ¿Cómo contrastar todo eso?
¿Cómo actuarán las autoridades? ¿Cómo fue que ocurrió? ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Qué resortes se desataron para provocar tanto daño?
¿Cómo establecer responsabilidades?
Ante una tragedia de esta magnitud, las autoridades tienen que actuar con propiedad, calidad y transparencia. Todos necesitamos explicaciones. La sociedad requiere saber.
Y debe haber consecuencias. ¿Qué fue lo que se hizo o no se hizo para que tantos hermanos murieran de esta forma en la discoteca Jet Set? ¿Pudo evitarse la tragedia?
La justicia debe prevalecer.