Por Melton Pineda
Para el año 2014, el legendario hotel Guarocuya de Barahona estaba en ruinas. Por una motivación totalmente emocional, me interesé en rescatarlo. Me provocaba cierta desazón cada vez que algún amigo o persona vinculaba comentaba que no encontraba un lugar decente donde alojarse cuando visitaba esa ciudad.
Logré persuadir a mi familia sobre mis motivos. Y así, después de algunas consultas técnicas, iniciamos un proceso de adquisición de las instalaciones de ese bien del Estado dominicano.
Pero el “hotel” de entonces estaba arrendado a José Joaquín Sánchez Hiciano, tronco de una familia originaria de Santiago, que ya había fallecido, y contactamos a sus parientes, a cuyos herederos la Corporación de Fomento de la Industria Hotelera de Desarrollo Turístico (CORPHOTEL) les garantizaba sus derechos.
Antes de acordar la negociación con la familia de José Joaquín, que vinieron a ser los Sánchez Veras, les exigí una Declaración Jurada suscrita por todos los hermanos, lo cual cumplieron.
Pero, además, pedimos un contrato de cesión de Derechos sobre la explotación por arrendamiento de ese inmueble estatal a Corpohotel, ya que al contrato original le quedaba un periodo de 14 años y medio de vigencia.
Las negociaciones con el representante de los descendientes de José Joaquín Sánchez Hiciano se cerraron mediante el pago de RD$22,500,000.00 (veintidós millones), a esa familia, el 18 de julio de 2014. Ese acuerdo fue validado por Corphotel mediante una carta de No Objeción. Además, la operación implicó un nuevo contrato con Corphotel, que vence en 2051.
El proceso de inversión dio lugar a la modificación del contrato original, sin haberlo solicitado, y nos entregaron un ADENDUM de 10 años, en fecha 25 de julio del 2016, para que continuara las inversiones de ese inmueble estatal.
El deteriorado establecimiento turístico lo recibimos con 27 habitaciones, de las cuales solo 14 funcionaban precariamente y mediante una remodelación lo ampliamos para darle una capacidad de alojamiento de 74 habilitaciones.
Procedimos a sacar todos los escombros que constituían “el mobiliario”, modernizamos toda su estructura interior: (habitaciones, nuevos sanitarios, lavamanos, duchas), calentadores solares; construimos piscinas, gazebo, muelle turístico, restaurante dentro del mar, nueva cocina, cisternas, salón de juegos, nueva recepción, nuevas instalaciones eléctricas y sanitarias, ampliación del parque contiguo al edificio principal, instalación de un nuevo banco de transformadores… en fin, todas las modificaciones del edificio central.
Posteriormente, iniciamos la adquisición de unos terrenos del Ayuntamiento de Barahona y alcalde doctor Noé Suberví Nin (Tavito) los cedió.
Desarrabalizamos el área de los pescadores, y en coordinación con el Ministerio de Turismo, acordamos la construimos La Plaza de Los Pescadores, en el Malecón de Barahona, obra que fue supervisada personalmente por nosotros y las autoridades. En la misma fueron invertidos 25 millones de pesos.
Los pescadores fueron llevados pacíficamente en esa plaza, donde aun permanecen de forma higiénica y cómoda.
Simultáneamente al proceso de construcción de esa plaza, construíamos 32 habitaciones, y un local para una Cooperativa para los empleados del hotel, una calle interior, y asfaltamos un parqueo para más de 150 vehículos y una cancha de Básquetbol y Voleibol. Para todas esas inversiones tuvimos que vender 12 apartamentos y una finca de mangos de exportación, heredada de nuestros padres.
La suspensión del contrato en el gobierno
de Luis Abinader y las negociaciones posteriores
A finales del año 2021, recibimos una llamada por WhatsApp del señor presidente de la República Luis Abinader en donde me informaba sobre su interés de ceder el Hotel Guarocuya. No nos explicó a quién o quiénes le sería cedido ese inmueble.
Posteriormente, el mandatario me habló de nuevo por la misma vía de WhatsApp, en donde nos explicaba el Hotel Guarocuya sería cedido al Instituto Contra el Cáncer, y que debíamos iniciar una negociación conveniente con esa institución porque sería ella la que tendría que pagar.
Le comuniqué al mandatario que nos diera al menos tres días para “valorar y organizar” esa decisión y estar en condición mínima para iniciar una negociación con el Instituto Contra el Cáncer.
Dos días después nos comunicamos por la vía telefónica con el Jefe del Estado y le comunicamos la decisión acordada con el Instituto del Cáncer, que, aunque no nos resultaba conveniente, pero se trataba de un caso de humanidad.
“¿Pero están conformes? Ya hablaremos personalmente, fue que en una reunión con esa institución le prometí esa propiedad”, a lo que le contestamos, que de nuestra parte no había problemas.
Pese a nuestro levantamiento sobre el nivel de inversión realizado en esa infraestructura, entendíamos que no podíamos resistir la entrega de ese inmueble, que por demás es propiedad del Estado.
Realizamos los acuerdos bajo contrato con el Instituto del Cáncer y nos entregaron en tres partidas RD$80,000,000.00.
Una vez se supo en Barahona la noticia de que en el Hotel Guarocuya se instalaría ese organismo de salud, un grupo de “líderes” locales iniciaron un plan de protesta en rechazo a la instalación en ese lugar del Instituto del Cáncer.
A consecuencia de las protestas, el Instituto del Cáncer luego de iniciar el proceso de adaptación del edificio del Hotel Guarocuya, desistió de sus propósitos.
Posteriormente, el gobierno decidió entregar el edificio del Hotel Guarocuya al Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep), y ubicar el Instituto del Cáncer en un solar en el Cruce de Cabral, a la entrada de la ciudad de Barahona.
En la ocasión de una inauguración de una obra en Barahona, abordé al presidente Abinader sobre el tema, y me dijo:
“Melton, no podemos hablar aquí en tres o cinco minutos, yo te quiero ver en mi despacho del Palacio Nacional”.
Eso acordamos, y con misma mediación nos entrevistamos, y lo que eran 15 minutos, se prolongó por 40 minutos.
El inicio de esa conversación fue así: “Presidente, ni usted ni yo, ni el Instituto del Cáncer, tenemos la culpa de que ese centro no se instalara en el Hotel Guarocuya”.
Me contestó: “Así es”. Y le comenté que el INFOTEP era otro organismo que yo apoyaba, y el mandatario nos envió donde el señor Rafael Santos Badía, director de Infotep.
“Ve y dile que te reuniste conmigo aquí en Palacio y que te pague lo que tú dices que te falta, que yo le entregué unos fondos”.
Se rescindió el contrato entre CORPHOTEL, el Instituto del Cáncer y la Inmobiliaria Pineda Medina, y procedimos a nuevas negociaciones.
En este proceso firmamos un Acuerdo Amigable para la entrega de las mejoras conexas al hotel que la Inmobiliaria Pineda Medina había construido.
Ese acuerdo implicaba el pago de RD$40,000,000,00 millones de unos 65 millones de pesos que arrojó la tasación independiente sobre la inversión que habíamos hecho, con la cual se construyeron otras 32 habitaciones.
El acuerdo fue firmado. Por CORPHOTEL, Arsenio Borges; por INFOTEP, Rafael Santos Badía y por Inmobiliaria Pineda Medina, su presidenta Ana Altagracia Medina.
Aunque el presidente de la República avaló el acuerdo, todavía no se ha procedido al pago final en favor de Inmobiliaria Pineda Medina. Pese a las opiniones favorables de tres connotados juristas independientes consultados.
Entiendo que con las opiniones legales emitidas en el caso hotel Guarocuya, la situación se resolverá de una forma amigable. Con el aval de terceros y con la razón y la justicia de nuestra parte, solo espero justicia… Pongámosle a esto punto final.