Por Federico Pinales
Cuando una persona o institución se introduce sin permiso a opinar donde no le han invitado, se le llama popularmente “metiche” o “intrusa”.
Especialmente si con su imprudente intervención ofende y descaradamente acusa,
para justificar los fondos que reciben de la UASA.
Es preciso felicitar al presidente Luis Abinader, por haberle salido al frente, a esa clase de gente, que se ha hecho rica en el continente, defendiendo a los delincuentes.
A esos criminales indolentes, que no tienen respeto por la vida de la gente.
Me refiero a una organización internacional, que dice defender los “derechos humanos”, pero que, sin embargo, lleva más de 60 años defendiendo y justificando algunos embargos criminales, así como deportaciones inhumanas y abusivas, por parte de quienes les pagan para mantener una campaña de descrédito irresponsable e injusta contra la República Dominicana.
También su descarada defensa de las pandillas de El Salvador, que durante décadas mantuvieron a la población de ese país bajo el terror.
Nunca los he visto mantener una sistemática campaña contra la nación más violadora de los derechos humanos en el mundo, aquella donde gobierna un Estado profundo,
y que reparte guerras por todos los continentes, para eliminar a la gente que no les es obediente.
Me indigna la soberana hipocresía de esa llamada Amnistía Internacional, a quienes deberíamos llamar la sombrilla del eje del mal, que ha abrazado la causa haitiana de una forma muy acomodaticia.
Porque desde una cómoda posición y una buena protección, escogen a nuestra nación,
para acusarnos de xenófobos y de discriminación, porque nos oponemos a una pacífica invasión, que irónicamente ellos rechazan que les hagan a sus naciones.
No soy “ni ariente ni pariente” de nuestro presidente, pero siempre que hace algo bueno,
se lo reconozco sin temor ni favor, como hijo de esta patria, a la que amo y defiendo incondicionalmente.
Por eso me produce mucho placer, cuando observo que él se empantalona y manda a los burócratas internacionales a enfrentar el problema haitiano con seriedad, y a ver todo lo bueno que hemos hecho los dominicanos por nuestros hermanos vecinos, a quienes queremos, pero ellos en sus casas y nosotros en la nuestra.
No por un asunto de discriminación, porque sería una estupidez de nuestra parte, ya que la mayoría del pueblo dominicano también es negro.
Así que, ¡fuera Amnistía Internacional!, con su música a otra parte, porque ningún país del mundo ha hecho más por Haití que la República Dominicana.
Y quien así no lo reconozca es un ingrato y no debe respirar el mismo aire que nosotros inhalamos.