sábado, abril 20, 2024

Entreguismo y expansionismo van de la mano

Después de la conquista de América por los españoles, el Caribe fue un escenario de disputas imperiales durante varios siglos. Los imperios que incidían en el comercio entre el viejo continente y América se las ingeniaron para sentar base en los territorios insulares del llamado Arco de las Antillas. Esa dinámica geoestratégica, que cobró fuerza en el último tercio del siglo XIX, también involucró al emergente imperio estadounidense que, desde que pudo, se propuso arrebatar a España algunas de sus posesiones, como Puerto Rico y Cuba, al tiempo de intentar apropiarse de la República Dominicana, aun cuando esta nación había librado una cruenta guerra en contra del restablecimiento de los vínculos coloniales con España, entre los años 1863 y 1965.

La historia del Caribe ha quedado salpicada de las ambiciones colonialistas e imperiales, acompañadas de la debilidad de carácter, el coqueteo y el entreguismo de sectores de las élites económicas y políticas que nunca creyeron en los proyectos nacionales que se fueron fraguando como resultado de la resistencia de varios siglos de criollos y esclavos, en paralelo al avance del quiebre del modelo colonial.

El caso dominicano es ilustrativo de lo afirmado en el párrafo anterior. Cuando todavía no había surgido la República pululaban las conspiraciones entreguistas a potencias extranjeras. Y después del “Trabucazo” del 27 de febrero los complotados contra el proyecto nacional, además de desbandar, perseguir y asesinar a los patriotas, se dedicaron a concertar “tratados” de protectorado y acuerdos de anexión con Francia, España y los Estados Unidos, los cuales fracasaron por distintas circunstancias.

En su carta a Félix María Del Monte, Juan Pablo Duarte describe muy claramente la calaña de oportunistas, vacilantes y entreguistas que siempre estuvieron al servicio de los extranjeros: “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre se ha pronunciado contra esa ley, contra ese querer del pueblo dominicano, logrando siempre por medio de sus intrigas y sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer aparecer al pueblo dominicano de un modo distinto de como es en realidad; esa fracción, o mejor diremos, esa facción, es y será siempre todo, menos dominicana; así se la ve en nuestra historia, representante de todo partido antinacional y enemigo nato por tanto de todas nuestras revoluciones; y si no, véanse ministeriales en tiempo de Boyer y luego rivieristas, y aún no había sido el 27 de Febrero, cuando se le vio proteccionistas franceses y más tarde anexionistas americanos y después españoles”.

Encabezados por Tomás Bobadilla y con el auspicio del cónsul francés Saint Denys, el proyecto de protectorado en favor de Francia se fraguó desde antes de la independencia. Y a los pocos días de la proclama de separación de Haití, se intentó concretar a través de una resolución de la Junta Central Gubernativa, que fue enfrentada con determinación por Duarte y los Trinitarios.

Expulsados los ideólogos de la independencia, Pedro Santana logra firmar con Francia un “Tratado de paz, amistad, comercio y navegación”, en 1848. Este no pudo concretar el plan de entregar a Samaná fruto de nuevas incursiones militares haitianas. Pero, en 1853, Santana, en el marco de su segundo período de gobierno, cambia la bandera de su entreguismo y procura la protección de España. Y, al no lograr su propósito, en el año 1854, se inician negociaciones con el presidente estadounidense Franklin Pierce en procura de un “Tratado de amistad, comercio y navegación”, que tampoco logró avanzar por las presiones de potencias europeas y por la amenaza haitiana. Incansable en su compromiso de diluir la soberanía dominicana, en 1858, negocia con España un protectorado, para luego concertar la anexión, en calidad de provincia, que se produce en 1861.

Con igual postura genuflexa se comporta Buenaventura Báez. Durante su gobierno de los “Seis años” (1868 a 1873) auspició varios intentos de anexar la República a los Estados Unidos, o de vender la bahía de Samaná, intentando acuerdos con los presidentes Andrew Johnson y Ulises Grant, que levantaban la Doctrina Monroe bajo la consigna de “América para los americanos”.

Báez logró concertar un tratado para la incorporación de la Republica Dominicana a los Estados Unidos y que, en caso de no ser aprobado en el Senado estadounidense, incluía el arrendamiento por 99 años de la península y bahía de Samaná y el patrullaje de las aguas dominicanas por parte de la marina de guerra norteamericana. En febrero de 1870, Báez realizó un simulacro de plebiscito para respaldar su decisión de anexión, en el que el voto favorable fue 15,695 votos a favor y 11 en contra del acuerdo que liquidaba la soberanía dominicana.

Este vergonzoso plan de entrega fue abortado, en 1871, por el Senado norteamericano, como resultado de la oposición de un grupo de senadores encabezados por Charles Sumner. Abortada la intentona anexionista, entonces Báez se propuso el arrendamiento de Samaná a la empresa norteamericana “Samaná Bay Company”, logrando firmar un contrato por 99 años en el año 1872, que sería rescindido por Ignacio María González, en 1874, luego de desplazarlo del poder mediante un levantamiento armado.

Algunos años más adelante, el general Ulises Heureaux (Lilis), quien gobernó el país entre 1887 y 1899, retomó los planes entreguistas, firmando un “Convenio de Reciprocidad Comercial” con el presidente norteamericano Benjamín Harrison, en el 1891. Más tarde también propuso al presidente William Mchinley arrendar la Bahía de Samaná, en el 1898. Y también propuso un acuerdo de “mutua protección estratégica”, mediante el cual cedía los puertos dominicanos a Estados Unidos en caso de guerra. Estos planes no comprometieron la independencia nacional porque las instancias de gobierno norteamericanas finalmente los desecharon en esa etapa, pero sirvieron de abono al dominio imperial que se estableció desde el inicio del siglo XX.

Fidel Santana
Fidel Santana
Fidel Santana: Sociólogo y político con maestria en Metodología de investigación. Desde el año 2007 imparte docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde también ha ocupado en diversas funciones de dirección en áreas administrativas. Entre los años 1999 y 2007 fue uno de los principales líderes y voceros de los movimientos sociales dominicanos. Es autor de los libros “Amín Abel: un gigante dormido” y “Resistencia y Colectivismo en los Convites Campesinos de San Cristóbal”. Fue Diputado Nacional en período 2016 al 2020, en cuyo órgano legislativo presidió la Comisión de Derechos Humanos, entre 2016 y 2020.

2 COMENTARIOS

  1. Este país esta lleno de historias, es imperativo mantener un repaso continuo para evitar esas malas practicas contra la dominicanidad.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

spot_img

Las más leídas

spot_img

Articulos relacionados