Por Melton Pineda
Al ser nombrado vocero del Primer Ayuntamiento en Santo Domingo Este, cuyo alcalde era el doctor Domingo Batista, fijé residencia en ese lugar para estar más próximo al trabajo.
Había decidido enviar a mi familia a Estados Unidos, para que mis hijos pudieran terminar los estudios primarios y secundarios en Miami, Florida, debido a que todos eran ciudadanos americanos y de esa forma pudieran aprender tempranamente el idioma inglés.
Concomitantemente a la designación en el Ayuntamiento de Santo Este, me desempeñaba como analista del programa El Gobierno de la Mañana, en la emisora “Z”, 101.1, en principio en el horario de 5 a.m. a 7.am.
De modo que me quedé viviendo solo en Santo Domingo Este, pero mi estadía en el residencial Alma Rosa fue corta, de no más de 5 meses, por las circunstancia que les relataré.
En ocasiones advertía que un automóvil, color rojo, a veces uno gris, me daban seguimiento en horas de la noche, cuando llegaba al residencial.
Una madrugada del año 2004 me disponía a salir del residencial, a eso de las 4:30 a.m. para iniciar las labores en el programa El Gobierno de la Mañana.
A la salida de la residencia, cuando encendí el motor del vehículo, advertí que otro automóvil hizo lo mismo. Encendió las luces y se quedó estacionado obstruyendo la puerta de salida.
El portón tenía el motor automático dañado y había que abrir desmontándose del vehículo.
No lo hice, y llamé al servicio de la casa… se llamaba Ana Julia Pérez, nativa de Neyba, para que estuviera atenta.
Me demoré unos cinco minutos y no decidí salir. La persona que estaba estacionado frente al portón del residencial apagó las luces y dio marcha hacia atrás y no se movió.
Al ver esta actitud, en el silencio de la madrugada, sobé una pistola Glock que portaba. Me desmonté del vehículo, entré a la vivienda y llamé a Don Álvaro Arvelo, y luego al Jefe de la Policía de entonces, mayor general Castro Castillo.
En menos de cinco minutos el residencial fue rodeado por la Policía, y al parecer las personas o la persona que esperaba se marchó.
Llegó al lugar un contingente de uniformados a darme protección y a acompañarme hasta la emisora “Z” 101.1, donde hice la denuncia junto a nuestros compañeros de labores, a Don Álvaro Arvelo, Willy Rodríguez, Julio Martínez Pozo, Daniel García Archibald, Euri Cabral, el doctor Franco.
Deploré la situación y advertí que no me atemorizarían y que continuaría haciendo denuncias responsables con la verdad.
A la emisora llegaron varios medios de comunicación, prensa, radio y televisión, interesados en lo que me estaba ocurriendo, y les expliqué del caso con lujo de detalle.
Visité al jefe de la Policía mayor general Castro Castillo y lo enteré de la situación, quien dispuso reforzar la seguridad en torno a mí y la vivienda.
Inmediatamente, y dado los peligros que entrañaba vivir en ese lugar, decidí retornar al Distrito Nacional, donde fijé de nuevo la residencia.
Cuantas cosa pásate en este país tu sobrevivencia es un ej para muchos que no conocen tu historia de vidad pero gracia al señor el te protejio siempre por tu eres un hombre de bien Dios te siga bendiciendo Ati y los tuyos