En camino a repetir la historia de 1916

Por Federico Pinales

Se avecina una nueva invasión norteamericana a la República Dominicana, sin botas, sin fusiles ni macanas, para controlarlo todo, empezando por las aduanas.

Esta vez se está haciendo disimuladamente, en forma pacífica, práctica y efectiva, mediante leyes, acuerdos, préstamos impagables, “donaciones” cobrables y manipulaciones comunicacionales, con chantajes incluidos.

Cuando los dominicanos que tenemos doble ciudadanía nos juramentamos, nos comprometimos a defender la bandera y los “valores” del país anfitrión.

Los beneficiarios de ese privilegio, en señal de lealtad y agradecimiento, hemos respetado las leyes americanas, nos hemos comportado a la altura y en consonancia con los buenos valores americanos. Pero eso no nos obliga a cerrar los ojos para no ver, mirar y observar los excesos y maniobras contrarias a los postulados de los fundadores de la gran nación dominicana.

Esa doble ciudadanía nos otorga el derecho a observar y a defender los intereses de las dos naciones, sin permitir que una tome ventajas sobre la otra, abusiva y atropellantemente, apoyada en su superioridad económica y militar, como ya lo hizo en el 1916 y 1965, y está creando las condiciones para una tercera vez, cosa que todos debemos evitar y rechazar.

Vistos los asuntos de esa manera, comprendo el comportamiento de algunos dominicanos influyentes, con doble ciudadanía, pero no estoy de acuerdo con que ellos se dejen usar como tontos útiles, para apoyar y promover iniciativas legales dirigidas, sigilosamente, a perjudicar la soberanía y los intereses de la República Dominicana.

Adriano Espaillat nació en la República Dominicana, pero es americano. Representa en el Congreso de los Estados Unidos al pueblo americano, no a la tierra que lo vio nacer. Por lo tanto, está haciendo su trabajo y lo está haciendo bien, para quienes lo eligieron.

De ahí la defensa férrea que les han hecho todos sus asalariados y los no asalariados, a quienes él ha puesto a brillar políticamente, dándole su apoyo en los momentos que lo han requerido.

Sin calificarlo de traidor como lo hicieron otros, yo diría que está cometiendo un error en contra de su país de origen, apoyando y promoviendo un proyecto de ley que, visto superficialmente, “beneficia” a la República Dominicana, con unas supuestas “donaciones”, que no son más que dulces carnadas para esconder los mortales anzuelos que van escondidos dentro de ellas.

Cuando Miguel Estrella hizo su primera denuncia en el Programa del doctor Julio Hazim, escribí un artículo, cuyo contenido solo lo supo el periodista Adalberto Domínguez, porque lo borré hasta escuchar la versión del legislador.

Me puse en contacto con su vocero y varios periodistas amigos de él, me enviaron copias del proyecto y escuché los argumentos de todos sus defensores y de algunos opositores, incluyendo a los productores del programa la “Quinta Pata”, en el cual Miguel Estrella tuvo otra participación.

Mi conclusión final es que, con esa iniciativa, los Estados Unidos les estarán construyendo a la República Dominicana y al Caribe en general, un inodoro de oro para orinar y defecar sangre.

Ojalá, Adriano Espaillat y sus asesores, simpatizantes y seguidores, puedan ver más allá de la curva, el peligro que se avecina para la soberanía e independencia de la República Dominicana.

Amor no quita conocimiento

Yo también soy ciudadano americano, hace 30 años y llevo 34 pagando impuestos. Le agradezco al pueblo americano, porque me ha dado mi justo lugar y me ha ayudado a conservar a mi madre saludable por más de 92 años, pero también siento por la República Dominicana, mi madre patria, a la que jamás quisiera volver a ver bajo otra dictadura, como la que heredó de la invasión norteamericana de 1916.